Regional

Lobaterenses caminan hasta 10 km para abastecerse de alimentos

22 de abril de 2020

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Juan José Contreras


En busca de alternativas de suministro de alimentos, así como precios accesibles, algunos habitantes de Lobatera recorren a pie la carretera Panamericana hasta la población de Michelena, en virtud de la ausencia total de transporte por la restricción de suministro de gasolina y la cuarentena social y colectiva.

Entre Lobatera y Michelena hay cinco kilómetros. A pie estos transeúntes hacen el camino de ida y vuelta que, dependiendo del punto que visiten, puede ser poco más de 10 kilómetros. La única línea de transporte entre los dos pueblos dejó de prestar el servicio y las carreteras lucen vacías por la situación con la gasolina.

Desplazamiento para comprar alimentos.

Una caminata bajo el sol o la lluvia deja en el asfalto las gastadas suelas de los zapatos, en un contexto donde es improbable comprar nuevos. El ascenso al destino es equiparable con el descenso a sus casas, pues el retorno es con bolsas, mochilas o morrales de productos a cuestas.

El punto de partida no cuenta con un mercado popular, mientras que el otro pueblo tiene el mercado municipal que dominicalmente agrupa a productores de verduras, frutas y hortalizas de la zona de páramo. También hay vendedores de otros rubros.

Pocas bodegas, solo una carnicería, y ninguna venta de verduras y hortalizas, hacen que algunos habitantes del casco urbano de Lobatera caminen hacia el pueblo vecino para buscar variados rubros y mejores precios.

Entre semana el hecho de que los locales solo pueden abrir hasta mediodía, sumado a los permanentes cortes de electricidad, convierten a Michelena en destino de lobaterenses. Al menos allá algunos expendios cuentan con puntos inalámbricos, opción que no está disponible en su zona.

De más lejos

Al borde de la carretera caminaban Moraima Valderrama y sus dos hijas. Ellas viven en la aldea La Llanada, en el municipio Lobatera, a cinco kilómetros de la capital. Hasta allí llegaron en cola, una suerte en tiempos de carreteras vacías. Desde allí partieron la caminata hasta el centro michelenense. Al final de su retorno habrían recorrido más de 20 kilómetros.

Moraima Valderrama

“Venimos al pueblo de Michelena que nos queda más a la mano porque en La Llanada no hay nada cerca para comprar, no han dado la caja del CLAP, los precios son más caros”, comentó Valderrama, quien indicó que las pocas bodegas de su localidad no ofrecen precios accesibles.

En la vía hacia San Cristóbal, pasando La Llanada, está Palmira, en el municipio Guásimos. También está Táriba, en el municipio Cárdenas, pero son distancias más lejanas y no hay transporte. “Lo más cercano sería Michelena, caminaremos a Lobatera cuando terminemos, a esperar alguna cola de regreso a nuestra casa”.

Moraima Valderrama tiene tres hijos, las dos niñas que la acompañaron en la travesía y un varón que se quedó en casa con su suegra, que vive con ellos, y su esposo que trabaja.

Sus preocupaciones son varias: “Lo otro son los pesos, ni que fuéramos colombianos. La moneda de nosotros no vale”, manifestó indignada.

También le angustia lo que ocurrirá con el año escolar. “Le mandan tareas por Internet a los muchachos, que vía online ¿y en La Llanada? ni señal de teléfono a veces tenemos. Los cortes de luz son permanentes, bloques de seis horas, en algunos días hemos tenido luz una o dos horas, y sin Internet. Estamos resolviendo cómo los niños entregarán las tareas, es difícil”.

Pocas opciones

Jesús Rivas y Rosa Rosales

Con las mochilas en la mano Jesús Enrique Rivas y su esposa Rosa Rosales caminaban hacia Michelena. “Tengo 63 años y para uno adquirir los productos en Lobatera es difícil, el que expende a veces tiene y a veces no”, explicó Rivas.

La pareja cuenta con un carro que hace tres semanas pararon, pues se quedaron sin gasolina y no hay suministro para particulares. Ahora caminan de un pueblo al otro para abastecerse.

A Rivas, la imposibilidad de desplazarse le afecta. “Uno en su casa cualquier cosa inventa, un oficio, se arregla algo deteriorado. Pero para adquirir los productos de primera necesidad tienes que salir del pueblo y no hay cómo desplazarnos, la única manera es a pie y no todo el mundo puede hacerlo”. Puso como ejemplo a su mamá, de 88 años, que además se recupera de una operación.

Rosa Rosales también se preocupa por su mamá de 82 años, que tiene un carro, pero se accidentó. Llevaron el motor a San Cristóbal y después de todas las circunstancias derivadas de la falta de gasolina y la pandemia se quedó allá, el establecimiento permanece cerrado y no hay como ir hasta la capital tachirense.

“Mi mamá sufre de los pulmones, ha tenido neumonía, en los días de la calima ella estuvo mal, yo estaba asustada, con el inhalador se pudo estabilizar”. Rosales se encarga del abastecimiento de su madre, residente en El Uvito, entre las dos poblaciones, diligencias que hace a pie.

Cualquier edad

Natalia Guerreo

A sus 70 años, Natalia Guerreo caminaba por la carretera Panamericana. Salió a buscar verduras y hortalizas que no encuentra en Lobatera.

Pese a la atención de su familia ella sale a abastecerse. “Mis hijos no me pueden decir que no vaya, yo me vengo, a la mano de Dios, él es el que hace todo y en Michelena hay alternativas más económicas”.

Los problemas de la señora Guerrero son similares a los de otros caminantes. “No hay efectivo, no hay pesos, ¿de dónde?, ahí voy pasando como se va viendo. Con todo esto me siento mal, es como que esta uno amarrado pero no pierdo las esperanzas, yo tengo fe en Dios y María Santísima que esto va a pasar”.

Realidad

En condiciones normales la carretera Panamericana suele ser ampliamente transitada. La Línea de transporte Michelena-Lobatera hace el recorrido hasta San Cristóbal. La Línea Lobaterita lo hace entre los dos pueblos. Hoy las busetas no se ven por la escasez de gasolina que afecta al Táchira y la cuarentena por la pandemia. Todo ha llevado a algunos lobaterenses a ser caminantes por abastecimiento en su mismo estado.

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