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5 de octubre de 2024
Hoy lunes y mañana martes, son los días del calendario 2022 dedicados a una de las fiestas más populares y festivas que se celebran cada año: el carnaval. Es una celebración popular ubicada precisamente en esos días, con la intención de contar, a partir del miércoles siguiente, que es Miércoles de Ceniza, cuarenta días consecutivos, que son el período llamado Cuaresma, el cual concluye justo el Jueves Santo, un día antes de la crucifixión de Jesucristo.
Humberto Contreras
Historiadores indican que el nombre de carnaval deriva del término latino “carnem-levare”, que se refiere a la costumbre cristiana de la abstinencia y el ayuno durante la Cuaresma, en la que se sugiere no comer carne. “Carnem levare” significa dejar la carne, o adiós a la carne. Por ello, el lapso previo a la Cuaresma se llamó carnaval.
La celebración del carnaval o carnevale, como lo conocemos hoy en día, prácticamente se inicia en Venecia, Italia, en 1094. Pronto se hizo famosa la festividad, y su práctica cundió durante la Edad Media y el Renacimiento por Francia, España y los demás países católicos de Europa.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, las fiestas del carnaval fueron populares en toda Europa. En Venecia se realizaban espectáculos de actores, acróbatas y músicos, a los que se agregaba gente del pueblo llevando elaboradas máscaras y disfraces durante la celebración, que se alargaba hasta una semana.
Posteriormente, cuando franceses, españoles y portugueses comenzaron la conquista de América, llevan consigo su costumbre de celebrar el carnaval, sembrándolo en estos países, donde dos manifestaciones son famosas en todo el mundo: Los Carnavales de Río de Janeiro y los de Nueva Orleans, en Estados Unidos, que incorporaron costumbres y aspectos propios de sus respectivas culturas.
La otra versión
El carnaval está así relacionado con la Cuaresma y, por tanto, a las festividades cristianas, pero no nace con el cristianismo. Según estudiosos de la materia, en su origen más primario, el carnaval era celebrado por egipcios y sumerios, hace más de 5 mil años, y más tarde se convirtió en una fiesta pagana en honor a Baco, el dios del vino.
Autores defienden la existencia del carnaval, antes que el cristianismo la asumiera, como una fiesta pagana. Afirman que el nombre de la festividad podría derivarse del nombre de otros dioses y culturas, como la diosa Carna de la mitología celta, o el dios Karna de la mitología india. De todos modos, se trataba de una fiesta donde había cierta tolerancia para los placeres.
En tiempos del imperio romano, los romanos dedicaban unos días de fiesta, en febrero, a honrar al dios Fauno, tradición que, como otras costumbres suyas, pasó a formar parte de la cultura cristiana, debido a que los primeros evangelizadores comprendieron que era más fácil acercar a la gente si se respetaban sus costumbres. De ese modo, el carnaval romano fue asumido por el cristianismo como una fiesta.
Luego, con la propagación de la religión, llegó a toda Europa, y más tarde a las colonias americanas, que sumaron los aportes de su cultura prehispánica, así como de la cultura afroamericana a través del tráfico de esclavos, a la naturaleza romana y cristiana del carnaval, que adquirió así, un nuevo formato, enriquecido con los componentes adquiridos.
Así, el carnaval no es el mismo en todas las ciudades. La Iglesia fija las características del período que antecede la Cuaresma, pero cada pueblo, en la práctica, lo festeja según sus tradiciones, dándole el matiz local.
Como celebración en Occidente, el carnaval es derivado del cristianismo. Este tiempo de desenfreno se manifiesta previo al Miércoles de Ceniza, y permitía la satisfacción carnal. Sin embargo, con el transcurrir de los siglos su significado de libertinaje ha quedado opacado, y se conserva la alegría que celebra al ritmo de música y disfraces coloridos.
En Venezuela
De acuerdo con algunas páginas web sobre el tema, el carnaval en nuestro país se remonta a los años de la Colonia, cuando se practicaban algunos juegos violentos, para los cuales se usaba agua, polvos y otras sustancias. Pero también incluía bailes callejeros en los que hombres y mujeres compartían abiertamente.
En el siglo XVIII el obispo de Caracas, Diez Madroñero, convirtió el carnaval en tres días de rezos, rosarios y procesiones. Años más tarde se le devolvió su significado original y retomó el carnaval, pero con elementos refinados, como comparsas, carrozas y confites para quienes salían a las calles a presenciar la celebración.
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