Algunos sacerdotes se han organizado en sus parroquias para reunir medicinas y donarlas a las personas más pobres. Importante labor social, más en los actuales momentos, cuando lo que se gana es muy poco para poder comprar medicamentos.

Las parroquias Santísima Trinidad, en Pirineos 2; Santa Teresa, Santísimo Salvador, en Pueblo Nuevo; El Buen Pastor, en Puente Real, son algunos ejemplos a destacar.

Es en Puente Real donde funciona el Banco de Medicinas. Lo dirige el sacerdote Joel Escalante. Desde hace cuatro años viaja a Galicia, España –este año por la pandemia del covid-19 no pudo hacerlo-, donde organiza retiros religiosos y al oficiar la misa pide a los fieles le regalen medicinas para traer a Venezuela.

Con parte del dinero que reúne compra más medicamentos y los envía por barco. Otros de sus amigos también contribuyen.

“Gracias al padre Joel Escalante nos llegan medicamentos desde España y Bogotá, para ayudar a los vecinos de la comunidad de Puente Real y a todas las personas que necesiten una medicina”, declaró Estéfany Zambrano, joven estudiante de Medicina, encargada de los medicamentos desde hace cuatro años.

 Las personas llegan a la parroquia con el récipe y ella busca el medicamento. Las medicinas están distribuidas, en orden alfabético, en varios estantes y dos vitrinas.

“Yo trabajé dos años en una farmacia y eso me ha ayudado mucho para conocer, para qué sirven los medicamentos, su composición química”, dijo.

Zambrano explicó que también hay personas que tienen recursos económicos y han encontrado en esta parroquia las medicinas que buscan. Ellas hacen aporte en dinero, que es utilizado para comprar medicamentos de mayor demanda.

“Es una gran satisfacción, mucha alegría, porque siempre la persona se va con la medicina que necesita. En muchos casos, hay un aporte económico de estas personas para comprar más medicamentos”, narró.

La tarea es supervisada por el sacerdote. “Hay medicamentos para quienes los necesiten, de todos los estratos sociales”, dijo.

José Luis Guerrero S.