Regional

Mar de huecos y zanjas en Colinas del Torbes

1 de junio de 2019

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Con los elevados costos que le representan a un conductor el mantenimiento mecánico y los repuestos, lo que menos quiere es toparse con “vías asesinas”, que pueden mandar un vehículo a los estacionamientos sin camino de retorno.

Si bien gran parte de la vialidad del Táchira está en malas condiciones, la situación se torna especialmente crítica en su capital donde transita gran parte del parque automotor regional, que convergen a este punto de la geografía por diversas razones, siendo la provisión de combustible una de las que más impera.

Desde los huecos más disimulados, hasta los más evidentes: sea como sea, caer en uno de ellos hace que toda la película financiera de tu vida pase por tu mente. Pero también el peligro de tu integridad física acecha, elevando el “costo” de tener la mala suerte de encontrarte con uno de esas troneras en el camino.

El caso de la avenida Colinas del Torbes, en La Concordia,  es preocupante; pasar por allí es una carrera con obstáculos con automóviles que van en dos vías. Escollos de todo tipo de pequeños baches, grietas, basuras, llantas que funcionan a modo de advertencia hasta gigantescos cráteres abiertos para arreglos de tuberías. Solo el conductor más avezado sabe cómo esquivar un hueco, sin caer en el otro o llevarse de frente un vehículo.

Teniendo en cuenta que parte de la avenida viene a ser ocupada por las colas de busetas que se aprovisionan de combustible en las estaciones de servicio de la zona, la vía se cierra más.

Siendo una conexión rápida entre La Concordia, la avenida Simón Bolívar conocida como  Marginal del Torbes, el Matadero Municipal o la zona residencial cercana, muchos conductores se movilizan por allí, a su cuenta y riesgo por supuesto. Sea por una falta de mantenimiento que a simple vista se calcula en meses, sea por desagües no canalizados, sea por reparaciones que se hacen que no reponen el daño que necesariamente se debe realizar, lo cierto es que este tramo vial de la cuidad se ha convertido en un entramado de cicatrices en bajada.

Unas vallas, montículos de tierra excavada y unos cauchos alertan del mayor peligro de unos cuatro metros de largo, uno de ancho y uno de profundidad. Ante el solo cabe bajar un poco la velocidad, pegarse a una fila sin afanes si  el tránsito se congestiona a sus costados; pero un carro que por desperfecto mecánico o descuido de atención,  falle en esquivarlo, ya tiene en ese hoyo una tumba asegurada.

Freddy Omar Durán

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