El restablecimiento de la energía en el estado Táchira ha venido espantando la oscuridad; no así la incertidumbre, porque la supuesta normalización del servicio eléctrico en nada mejora la situación de la entidad, con una sintomatología muy compleja que incluye carencia de agua, gas, transporte, efectivo y un largo etcétera.
Este miércoles San Cristóbal se veía con mayor movimiento de personas y vehículos en sus calles; pero los bancos no abrieron sus puertas, y uno que otro cajero automático apenas –si la luz y la plataforma lo permitía- si despachaba 500 bolívares, de ser su cuenta de la misma entidad, o 300 bolívares de otros bancos.
Otra sorpresa desagradable con la que se ha tenido que encontrar quienes han intentado recuperar su ritmo de productividad, pese a la inestabilidad del sistema eléctrico, ha sido la especulación.
Como informó desde Junín, el dirigente del transporte pesado Gonzalo Poveda, en los mercados públicos de esa localidad se está cobrando entre siete mil y ocho mil bolívares o su equivalente en pesos por una paca de azúcar, arroz o harina. Este abuso ha tomado como pretexto no solo el apagón, sino el cierre de frontera, pues esos productos adquiridos en Colombia han tenido que pasar por los peajes de quienes están bajo el control de las trochas.
Mucha gente en la calle se quejaba de la pasividad general, y que ante ella, debería levantarse una solidaridad que empujase una acción entre vecinos para poner en su sitio a los especuladores, si es que la inercia del estado venezolano no se corregía.
Igualmente en San Cristóbal los mencionados rubros si se quiere pagar por ellos al bachaquerismo, rondan entre los tres mil y los tres mil quinientos pesos o bolívares.
De otra parte los vendedores de frutas y verduras han sido obligados a sus malas ventas a mantener cierta estabilidad en sus precios, a tal punto que muchos han considerado la posibilidad de cerrar sus puestos, si no es que porque había una familia que alimentar.
Efectivo ni para el pasaje
En la mañana del miércoles en las sucursales de los Provincial y en Caribe de La Concordia, una cola indicaba que los cajeros automáticos “arrojaban” efectivo; pero quienes la hacían estaban conscientes que ni para el pasaje les alcanzaría ese dinero.
Un residente en Caneyes, afirmó que el pasaje hasta esa localidad estaba en 500 bolívares, es decir, que con lo que tomaba luego de un poco más de media hora en cola, apenas le alcanzaba para devolverse a la casa, donde quedarse encerrado salía más barato.
Los puntos de venta electrónicos iban despertando de su letargo, ya que la internet se encontraba más activa. Hasta el día de hoy luego de casi seis días muchos volvían a revisar sus saldos bancarios, y recibían y mandaban mensajes por Whatsaap.
Y esperaban su turno, contando con que la fortuna estuviera de su lado, pues la caída de la plataforma, un nuevo apagón o sencillamente el agotamiento del billete, podrían hacer infructuoso su plantón. Ante la alternativa de usar el peso colombiano como moneda de cambio, los pacientes tarjetahabientes respondieron que son contadas las personas que con dinero extranjero cuentan, y de tenerlo ahorrado, lo reservaban para emergencias o gastos muy puntuales.
Freddy Omar Durán