La escasez de agua potable en sectores de Naranjales, así como en La Morita y Los Manguitos, poblaciones de la parroquia Alberto Adriani del municipio Fernández Feo, fue, sin duda, el dolor de cabeza para estos vecinos, durante este 2020, quienes enfrentaron, en algunos casos, semanas sin contar con el vital líquido, debido a roturas registradas en los tubos que la distribuyen desde el acueducto ubicado en La Reforma.

En este orden de ideas, habitantes afectados por la contingencia exhortan a la empresa Hidrosuroeste y demás entes gubernamentales a adelantar las obras de sustitución de algunos de sus tramos, tal y como se tenía previsto.

«En una oportunidad, se supo que habían traído de San Cristóbal más de 200 metros de tubería para mejorar la situación, pero luego supimos que estos trabajos no se lograron realizar debido a que no se contaba con los recursos ni maquinaria para hacerlo», comentó Mileida Casique, residente de Naranjales.

Para subsanar el problema, las familias afectadas buscan el apoyo de familiares y amigos que cuentan con puntillos y pozos; mientras que otros, la minoría, debe adquirir el agua a camiones cisternas que prestan el servicio.

«Durante este 2020, fueron muchas las veces que estuvimos sin agua en nuestros hogares, algo que dificulta de gran manera nuestro quehacer diario, sobre todo si tenemos niños pequeños y personas de la tercera edad. Y con la pandemia, el agua es indispensable para mantener la casa desinfectada», indicó una habitante de Los Manguitos.

Vale recordar que los tubos que fueron instalados hace más de 40 años ya dieron su vida útil, pues por tratarse de tubos de asbesto presentan roturas constantes, lo que genera la contingencia.

Según se conoció, de manera extraoficial, los trabajos no continuaron debido a que no se contó con el combustible necesario para la movilización de la máquina, y también porque la zona donde se encuentra la tubería alberga muchos esteros, cuyos pantanos impiden las labores, por lo que se espera la temporada de sequía para reiniciar los trabajos.

Raúl Márquez