“El 31 de diciembre es el séptimo día de la octava de Navidad, después del nacimiento de Jesús. La Iglesia católica tiene una liturgia hermosa, donde alabamos y bendecimos al Padre Dios por habernos dado a Cristo como salvador”, explicó el padre Joel Escalante, de la parroquia Dios Padre Misericordioso de Monterrey.
«Se resalta la figura de ese Cristo que viene a salvarnos y a restaurar todas las cosas que Adán y Eva, y a lo largo de la historia de la salvación muchos hombres y mujeres del pueblo de Dios hayan resquebrajado», expuso.
«Por eso, viene Cristo a mundo, de allí que el 31 de diciembre es el último día de esta octava de Navidad para abrirnos al gran día que es el primero de enero, la gran solemnidad de la ‘Teotokos’, palabra griega que significa María Madre de Dios, el dogma de la maternidad de María”.
El 31 de diciembre se tiene una liturgia con el evangelio de san Juan, capítulo 1 del versículo 1 al 18: «Donde el verbo se encarna, la palabra se hace carne».
“Se acude a las iglesias en una tradición muy hermosa que se ha heredado de siglos anteriores, primero para alabar a Cristo como Dios y Señor de la historia, segundo para darle gracias por los beneficios recibidos en el año que está terminando, y tercero para pedirle perdón por todas las faltas de amor y de fe en el 2024″.
Esta liturgia finaliza con las peticiones que se hacen al niño Dios para el Año Nuevo. En muchas iglesias se vive La Hora Santa, en otras se expone el Santísimo, una hora antes de la misa que se va a celebrar para despedir el año.
Algunos sacerdotes la ofician el primero de enero, porque la hacen cerca de las doce de la noche y otros celebran es la liturgia del 31 de diciembre.
La eucaristía del primero de enero está centrada en María la madre de Dios, y por lo tanto se va a leer el evangelio de san Lucas, sus primeros capítulos donde los pastores van al pesebre y encuentran a María y José, y reconocen a María como madre de Dios.
El 31 de diciembre, donde se hace la Hora Santa, algunos párrocos todavía tienen la tradición de cantar el Tedeum, himno solemne para alabar y bendecir a Dios.
Luego se da la bendición solemne con el Santísimo Sacramento del Altar, y comienza la eucaristía.
La ceremonia es normal y sencilla para que la gente tenga tiempo de ir a sus casas a esperar el Año Nuevo.
“En algunas parroquias se celebran tres misas el primero de enero, dos en la mañana y una en la tarde. Hoy, en la mayoría de templos, se celebra a las seis de la tarde para que los creyentes puedan ir en familia y ha resultado, porque las iglesias han estado llenas», subrayó el padre Escalante. (Nancy Porras)