“La Iglesia está en medio del pueblo”, manifestó el obispo de San Cristóbal, Mario Moronta, en la homilía por la festividad de Nuestra Señora de la Consolación, y como tal debe imitar a María, “ante la crisis que golpea a nuestra nación, sencillamente, debe tener la misma actitud de la madre del Salvador”.
A casa llena, en la avenida 1 de Táriba, el obispo de San Cristóbal expresó que hoy la Iglesia católica tiene algunos compromisos, al meditar la palabra de Dios.
Señaló que ante la crisis que golpea a la nación, “sencillamente, debe tener la misma actitud de la madre de Jesús: ser madre dolorosa y así buscar darles fuerza redentora, y ser madre consoladora, que acompaña a todos, sin excluir a nadie”.
“Nuestra Iglesia de San Cristóbal no puede esconderse ante la realidad vital de nuestra gente”, puntualizó.
Moronta añadió que deben darle el auténtico rostro mariano: “tenemos variadas advocaciones, pero un solo ícono, el de madre de Dios. La Iglesia tiene que aparecer continuamente mostrando a Jesús, enseñándoles a sus hijos que hay que hacer lo que Jesús nos diga”.
El obispo manifestó que María puede ser “contemplada hoy bajo las dos características, de dolorosa y consoladora, cualidades irrenunciables de la misma Iglesia, llamada a compartir el dolor de la humanidad”.
“La Iglesia se da a conocer como madre dolorosa, porque participa de los dolores en carne propia, cuando se dan las persecuciones, las incomprensiones, las heridas abiertas por la división y los cismas, las herejías y rupturas. La Iglesia sufre lo mismo que Jesús con su cruz”, indicó.
“No sólo ha de conseguir y hacer nuevos discípulos, sino velar por ellos. Es lo que, en cada uno de los miembros y diversas instancias, se hace realidad existencial a través de la caridad operante”, dijo.
“Pero, a la vez, en segundo lugar, es madre que comparte el dolor y el sufrimiento de tantos hijos a lo largo y ancho del mundo. Sí, la Iglesia no se aleja del sufrimiento ni del dolor de la humanidad: hace suyos los dolores y tristezas de tantos migrantes, enfermos abandonados a su suerte, el dolor de tantas madres que ven cómo sus hijos se pierden en las drogas y la violencia”, expresó.
“Hoy, pues, al conmemorar a María del Táchira, queremos reafirmar que es el modelo típico de lo que es nuestra Iglesia, la universal y la local de San Cristóbal. Entonces, podemos reafirmar la maternidad de la Iglesia: es, a imitación de María, madre dolorosa y consoladora”, agregó.
En este sentido, indicó que “la Iglesia puede experimentar en cada uno de sus miembros lo que María profesó en su canto de alabanza: escogió la pequeñez para hacer posible que la grandeza de Dios realizara el prodigio inmenso de la encarnación y de la salvación. Se puso al lado de los pequeños y pobres, para desplazar y dejar sin nada a los ricos y prepotentes”. (YR)
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