Regional

Historia de amor | Murió el dramaturgo Alirio Pérez y tres horas después su amada Teresita

28 de diciembre de 2020

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Freddy Durán


Luego de luchar contra una penosa enfermedad, falleció en plena Navidad, a los 88 años de edad, el dramaturgo Alirio Pérez, personalidad destacada del resurgir teatral en los años 70 en la región, con la fatal casualidad que la compañera de su vida, Teresa Vera, lo acompañó en su viaje horas después.

Con su obra “El Bachiller”, que escribió y dirigió durante su ejercicio docente en el liceo Pedro María Morantes, marcó un antes y un después del hecho dramático tachirense. También fundó su propia compañía, La Aguja, a la que también pertenecieron los actores Angarita, Ángel Chaparro, René Gamboa y José Pérez.

La Aguja que cose y también que pincha dejó montajes aun hoy en día recordados: Erase un rey, Las tijeras, El médico a palos, Los buitres visten de ceda, El eterno sol de Carabobo, La mansión divina, Encuentro en el panteón, La culpa no es de ninguno, Admirable Campaña, entre otras.

También fue compositor musical en la modalidad música de protesta e intérprete de la guitarra, talentos que desarrollaría en paralelo con la escritura en diversos géneros.

Con su partida, el teatro tachirense queda huérfano de padres fundadores. El maestro Alirio Pérez irá al encuentro en el más allá con quienes partieron demasiado pronto y cuya huella resulta imborrable para el teatro: Rafael Daboin, Ciro Villamizar, Ciro Medina, Danilo Chacón, Jesús Delgado y Freddy Pereira.

Para el coordinador general del Ateneo del Táchira, Ernesto Román, fue de los maestros más serios y originales del teatro tachirense, quien también se destacaría en los años 80 del siglo pasado en labores de promotor cultural, dentro del Plan Cultural del Estado, en lo que respecta al área de sus pasiones y saberes.

Precisamente, el poeta Román compartió un poema,   Ayer era un paisaje,  que no solo sirve para cerrar esta nota y rendirle un merecido homenaje, sino que da cuenta del alto nivel literario del maestro Pérez.

—Hoy fuimos hasta el bosque/ A recoger un poquito de brisa desteñida/ Y resultó que todo árbol tiene dueño pero no raíces. /Antes los pájaros volaban lo mismo que los versos:/Hoy apenas suspirar podemos y a veces sollozar sobre una piedra/ O dialogar impasible con la muerte./ La Tierra tristemente se cruzó de brazos como una madre que abortó a sus hijos,/El silencio circunda los oídos/ Y un manantial de soledad se ahoga en nuestros ojos, ojos que ven pero no sienten ni se culpan./El Río… ¡Oh dolor! El río es un hilo imperceptible /Que no canta, que no moja los pies, que se diluye y se transforma en hueco. Como quien detiene el camino y desanda hasta el pasado,/Impunemente recorrí mi infancia/ Y se amotinaron recuerdos en mis manos, pero luego John bienestar! Oh fantasía!/ Se fueron, se escondieron negándose a sí mismos./En definitiva el paisaje que no he visto,/ Es la calvicie exacta de lo que antes era. Vuelvo la espalda y me confundo/Abro los ojos y me entierro.


La esposa murió tres horas después

La muerte de cultor Alirio Pérez causó pesar, no solo en su familia sino en todos quienes lo conocían. Pero aún más el hecho de que su  esposa, su amada Teresa Vera, falleciera unas tres horas después que él.

El profesor Alirió murió, se ha dicho, por varios problemas médicos que presentaba, mientras que Teresita –como la conocían sus amigos- falleció por las complicaciones de la covid-19, de la cual era tratada desde hace algunas semanas y pensaban que ya estaba en recuperación.

El reloj marcaba la 5 de la tarde del 25 de diciembre, y murió Alirio en el Hospital Central. A las 8 y 30 de la noche, del mismo día 25, falleció su esposa, pero en su casa, en Toiquito, Guásimos.

“Mejor dicho, Alirio Pérez, que partió unos minutos antes que Teresita, no quiso irse sin el amor de su vida, como Teresita no quiso quedarse sin el que fuera su compañero de andanzas juveniles, su poeta, su cantor, su dramaturgo, su filósofo, el padre de sus amadísimos hijos (Julio, Ábala y Nino), y el que acompañó sus anhelos y le ayudó a perseguir sus ilusiones, escribió el periodista Misael Salazar.

—Y qué decir de las tertulias, de las jornadas de bohemia bajo los acordes de la guitarra que Alirio rasgaba con su personal estilo. Y del canto de Nicola Di Bari, interpretado en latín por el poeta, de José Alfredo Jiménez, de Garzón y Collazos y el inolvidable Alí Primera, compadre de mi padrino Alirio Pérez. Testigo y receptor fui de sus propias creaciones musicales a ritmo de bambuco, como el canto al abuelo, al trapiche, a las flores que adornaban la casa que le sirvió de techo, es parte del recuerdo de Salazar.

«Siempre que mencionamos el nombre de Alirio, nos acordamos de su obra de teatro insigne, “El Bachiller”, que recorrió teatros, calles, escuelas y múltiples escenarios. Apenas obvio resulta recordar que “La Aguja” fue el grupo con el que el poeta creó y recreó su propia versión del teatro, un instrumento que escogió para generar conocimiento», indicó su ahijado –de boda- Misael Salazar.

En medio del ya difícil año 2020, esta historia de amor se tejió en el Táchira. 

La muerte intentó separarlos y solo lo logró por unas tres horas, ya que se reunieron el mismo día y el mismo año en la eternidad.

…Amor eterno, sí existe.

Omaira Labrador Moncada


 

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