Regional

No convencen a tachirenses programas de corte eléctrico

30 de abril de 2019

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Cuando muchos creen que ya ha llegado la luz para acompañarlos unas cuantas horas, mientras el próximo apagón está por venir, la dicha pronto se les va en menos de una hora, para aguantar un tiempo más en oscuridad.

A veces lo que ocurre es que muchos esperan un corte que ese día no vino, y si bien se consideran con “suerte”, también se lamentan haber pospuesto tantas cosas para afrontar dicha situación.

Esta y muchas más han sido las quejas de los tachirenses ante el irregular cumplimiento del denominado Plan de Administración de Cargas, el cual, en conceptos de muchos, no se obedece de forma equitativa.

Mientras el día sábado, por ejemplo, en el barrio 23 de Enero la luz se fue desde las nueve de la mañana para regresar alrededor del medio día para volverse a ir hasta las siete de la noche. En Santa Cecilia, se fue desde la tarde del viernes, con un “receso” de una hora, regresaría a cierta regularidad, entrada ya la noche.

Y esto ha llevado a pensar a más de uno que algunos sectores y poblaciones cuentan con más suerte, que otros; pero lo cierto es que no hay versión oficial que desmienta esa hipótesis, lo que se conoce es un cronograma susceptible a muchos cambios de última hora, que la población exige sean se informen, así sea en el “correo de la calle”.

En San Juan de Colón se denunció que solo el día domingo se presentaron nueve cortes de servicio, y no falta los que se pregunten qué aparato eléctrico “aguanta tanta pela”, como dirían nuestras abuelas.

Son periodos de angustia, cuando nuestras más básicas necesidades dependen de que la energía no nos abandone o acuda en nuestra ayuda oportunamente; y son periodos de aburrimiento e improductividad, cuando sencillamente ya nada en casa se puede hacer, ni salir se puede porque los pocos lugares donde adelantar nuestras gestiones personales tampoco pueden funcionar. A duras penas, los ingeniosos y socializables modos que tiene nuestro pueblo de pasar esos largos periodos en la oscurana pueden compensar el tedio.

Según los anuncios oficiales hasta el jueves pasado estaría en vigencia el Plan de Administración de Cargas, para posteriormente ser ratificado el mismo los días por venir, o, en el mejor de los casos, ser levantado el racionamiento o reducido a niveles manejables por la población; pero en vez de un anuncio al respeto, lo que la gente sintió este fin de semana, es que la cosa se puso peor, y que las expectativas para la que empieza no son las mejores, y sobre el particular, las preocupaciones más acentuadas están sobre el sector económico, gran parte del cual calcula su jornada productiva  hasta las tres de la tarde.

Las preguntas siguen en el aire sin respuesta como aquella que dice que si el incumplimiento del cronograma se debe a cuestiones de orden técnico, a falta de personal encargado de bajar los conmutadores, o sencillamente, como muchas cosas en nuestro país, todo ocurre por “gracia del azar”, por el arbitrio de factores desconocidos. Una respuesta a dichas interrogantes de este tipo no repararían el profundo daño que el Gobierno Nacional ha admitido ha sufrido el sistema eléctrico nacional, por lo que ha denominado sabotaje terrorista; pero al menos le devolvería un poco de la confianza que ha perdido por este incidente catastrófico cuyas graves consecuencias aún no se han evaluado con precisión. Con un programa de cronograma bien cumplido, la población al menos sabe a qué atenerse, y no se la pasaría elevando oraciones al cielo para que el chorrito de luz no se vaya, o improperios cuando los ha agarrado de sorpresa.

Si bien los lapsos estipulados serían de doce horas diarias con tramos de seis horas, que han terminado siendo una hora, tres horas o siete horas, todo un “relajo” en términos coloquiales. Igual irregularidad afecta la sectorización, dándose el caso de que la mitad de un barrio tenga luz y la otra no, en que pareciera haber privilegios implícitos.

Ya desde hace más de un año, los problemas del transporte habían obligado a las empresas a recortar sus horas laborales, e igual habían obrado las instituciones públicas, los bancos y las entidades educativas; pero los apagones han obligado a un replanteamiento de horarios, que ya de por sí estaban en merma.

Con cada vela a un valor aproximado al salario mínimo venezolano por día, mucha gente opta por tener sus celulares estén bien cargados, y que sirvan al menos para dar luz, pero difícil es tomar este tipo de previsiones cuando no se sabe cuándo la suspensión  o el retorno de la  energía  -que más da la expresión que se use- se presente.

Freddy Omar Durán

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