Regional

Nueve puntos de control para llegar a la frontera

1 de febrero de 2021

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En plena semana de flexibilización de la cuarentena, una familia pasó nueve puntos de control entre Puente Real, a un costado de San Cristóbal, y San Antonio del Táchira. El objetivo fue vacunar a la más pequeña de la casa en Cúcuta. Observaron gente caminando por la carretera y poca afluencia de transporte público


Por Bleima Márquez / @bleimamr

La mañana del 26 de enero de 2021 era fría. Cerca de las 7:30 a.m., Coromoto, junto a su familia, salió de  su casa, con destino a la frontera con Colombia, exactamente hacia San Antonio del Táchira, municipio Bolívar. Justo antes de partir, Néstor, su yerno, vació en el tanque del carro, un Chevrolet de color gris, una pimpina de 20 litros de gasolina que habían reservado para ese viaje necesario. Todos cumplían con las medidas de bioseguridad recomendadas.

Muchos caminantes en la vía a la zona de frontera. (Foto/Bleima Márquez)

Comenzaron el camino, no sin antes hacerse la señal de la cruz y pedir al Santo Cristo de La Grita y a la  Virgen de Táriba, por un viaje tranquilo y sin problemas. A todos les preocupaba una inesperada orden de restricción del paso hacia esa zona, emitida  justo la noche anterior, a pesar de tratarse de una semana de cuarentena flexible.

Control en la vía

Eran las 8:00 de la mañana cuando llegaron al elevado de Puente Real, en San Cristóbal, ubicado, según Google Maps, a unos 39 kilómetros de San Antonio del Táchira. El tráfico automotriz era fluido, en los dos sentidos viales.

A los pocos minutos, la familia observa el primer punto de control.  La vía estaba reducida a un solo canal de ida y otro de retorno, al parecer para tener mayor inspección. Allí estaban los funcionarios de la Policía del estado Táchira, Politáchira, quienes miraron hacia el interior del carro, saludaron y sin ningún inconveniente permitieron el paso. Sin embargo, a orillas de la carretera se encontraban varios vehículos, motos en su mayoría.

Los llamados caminantes, algunos con morral tricolor, también se podían ver.

Coromoto, al volante, continuó su camino en compañía de su hija, yerno y nieta. El principal propósito era vacunar a la integrante más pequeña de su núcleo familiar, una lactante de 4 meses de nacida.  «Aquí cada vacuna puede superar los 100 dólares y allá, en Cúcuta, con la ayuda humanitaria, son gratuitas».

Al llegar a El Mirador, aún en el municipio San Cristóbal, el ambiente frío comenzaba a cambiar, pero no lo suficiente, para dar paso al calor. La circulación de vehículos se hizo un poco lenta porque obligatoriamente, para seguir el rumbo era preciso someterse a la vigilancia de los guardias y disminuir la velocidad a la mínima expresión.

En ese punto de la geografía tachirense está una alcabala fija identificada con el nombre del mismo sector. Se trata de la segunda supervisión instalada por las autoridades. En ese sitio tampoco hubo problema alguno, los efectivos militares permitieron el paso sin preguntar.

El tercer puesto de control lo hallaron al entrar a Independencia, municipio Capacho Nuevo, donde los policías del estado tampoco se complicaron, por lo que siguieron el rumbo.

Más adelante, luego del pasar el Mercado y observar los dos leones traídos de Europa, se recorre un largo y amplio camino que da acceso a las inclinadas y no tan espaciosas calles de este hermoso pueblo, que nos lleva a la tierra de Cipriano Castro, jefe de la Revolución Liberal Restauradora, iniciada el 23 de mayo de 1899, y presidente de Venezuela, desde el 23 de octubre de 1899 hasta el 6 de diciembre de 1908.

El cuarto puesto de control está a la salida de este histórico pueblo. Antes de allí, algunos conductores toman vías alternas para salir unos pocos metros más adelante de ese lugar, pero para sorpresa de ellos, el final de la calle está sellado y forzosamente deben retomar la ruta principal.

El filtro para salir de Capacho Libertad es más minucioso. Los efectivos de la  Guardia Nacional Bolivariana (GNB) no solamente preguntan  el destino, también chequean los documentos. Muchos carros, algunos camiones y motocicletas, se estacionan  a orillas de las aceras en espera de la autorización y revisión exhaustiva. Todos debían indicar el destino y justificar el motivo.

Aproximadamente, a las 9:00 de la mañana, uno de los militares de servicio le realizó varias preguntas a Carolina y se entabló una breve conversación.

— ¿Hacia dónde se dirige? –preguntó el uniformado.

— Voy para San Antonio –respondió Coromoto.

— ¿Y a qué va? – vuelve a preguntar el militar.

— Por la vacuna de la niña y un trabajo personal –responde la conductora del automóvil.

— Mucha gente para eso. Oríllese a la izquierda — le ordenó el militar.

De manera inmediata, Coromoto acató la instrucción. Tomó los documentos del carro, la partida de nacimiento de la niña, la tarjeta de vacunación, su cédula de identidad y el carnet de su sitio de trabajo. Conversó con uno de los militares (no sabe qué jerarquía tenía) y le explicó la situación.

— Buenos días —saludó Coromoto-, yo soy la propietaria del carro que mandó a parar. Vamos a San Antonio, debemos vacunar a la niña y aprovecho para hacer un trabajo de la empresa.

— ¿Por qué tanta gente? – preguntó el uniformado.

— Solo van mi hija, su esposo, mi nieta, y yo – le respondió.

El efectivo miró los documentos y permitió la salida de Capacho. Hasta este lugar, la familia pudo observar la presencia de transporte público. Después de allí,  solo vieron carros particulares, gente caminando y muchas personas pidiendo cola.

De manera inmediata consiguen el quinto punto de control. Allí estaban destacados funcionarios de la Policía del estado Táchira. No sucede nada, continúan sin novedad alguna.

Ya en el municipio Bolívar

En Apartaderos, municipio Bolívar, muy cerca de San Antonio del Táchira, está la sexta alcabala. Es un punto de control que no es fijo. En este lugar los funcionarios de la GNB solamente hicieron una pregunta: ¿»Familia o pasajeros»? Al responder: «Familia», cedieron el paso y Coromoto avanzó.

La séptima alcabala en Peracal,  municipio Bolívar. Es el puesto fijo donde están activos varios cuerpos de seguridad: GNB, Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalística (Cicpc);  Migración, Saime, Policía Nacional Bolivariana (PNB); cada uno hace el trabajo que le corresponde.

Allí no hubo novedad, más allá de la cola que se formó a causa de la verificación o del trabajo de los distintos funcionarios, aunque al igual que en los otros puestos de vigilancia, Coromoto y su familia observaron vehículos estacionados a orillas de la vía.

El octavo puesto de control está en el Peaje, llamado así por la función que cumplía antiguamente.  En este punto se ubica principalmente la GNB. La familia pasó sin dificultad.

A las 10 de la mañana, después del citado peaje, la familia entró a San Antonio. Los viajeros se toparon con el noveno y último punto de control, esta vez es de la Policía Nacional Bolivariana. No se presentó complicación ninguna.

Rumbo a Cúcuta

Las calles de San Antonio lucían vacías, contrario a lo acostumbrado hace algún tiempo, cuando había paso e intercambio comercial por la frontera hacia Colombia. Tristeza y sensación de abandono fue la imagen dibujada al ver la mayoría de los establecimientos cerrados.

Un municipio tan fructífero y productivo, con un gran potencial económico, ahora es anónimo.  Al menos esa es la impresión que captaron.

Allí se dividieron. Coromoto llevó a cabo su trabajo y aguardó en un lugar seguro. Los otros integrantes de la familia continuaron la aventura para vacunar a la bebé.

Falla del vehículo

Al llegar a Capacho Nuevo, justo en las llamadas cuestas, por ser calles empinadas, el carro comenzó a fallar. Pierde la fuerza. «Mientras más aceleraba, más fuerza perdía».

Todos se asustaron, pero al apagar su Chevrolet para mostrar los papeles al GNB y volver a encenderlo, una falsa alegría por una aparente mejora. El carro arrancó sin novedad. A partir de ese momento, el vehículo respondía bien en bajada, pero con la menor subida, la falla aparecía nuevamente.

Este percance obligó a Coromoto a consultar a un mecánico al llegar a San Antonio. De inmediato detectó que se trataba de la pila y el filtro de la gasolina, pero ella no encontró en la zona el repuesto, por lo que su yerno debió comprarlo en el vecino país.

Coromoto esperó mientras su familia gestionaba las vacunas y compraban la pieza para sustituir la defectuosa. Fueron largas horas de espera, hasta que al fin, a las 5:00 de la tarde, lograron reunirse nuevamente. Traían la pila de la gasolina, y la pequeña niña había sido inmunizada, de acuerdo a la tarjeta de vacunación.

El mecánico cambió rápidamente la pieza y de inmediato el auto respondió. Entonces, llegó nuevamente la tranquilidad.

El joven mecánico les comentó que a causa de la baja calidad de la gasolina, muchos vehículos presentaban ese tipo de falla. Coromoto, impresionada, tomó foto de la pila y el filtro dañados. Luego emprendieron el regreso hacia San Cristóbal.

En el retorno había una larga cola para llegar a Peracal, donde la GNB inspeccionaba los carros. Un funcionario del referido componente militar le pidió a Coromoto abrir la maletera. Ella  apagó el carro, se bajó, abrió la puerta, estaba vacía, y el funcionario le indicó que podía seguir.

El resto del viaje transcurrió sin ningún tipo de obstáculos. Se consiguieron con las mismas 9 alcabalas. A las 9:00 de la noche llegaron al hogar, con un gasto adicional por la compra del repuesto, pero satisfechos por haber cumplido la meta de vacunar gratuitamente a la integrante más pequeña de la casa.

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