Regional
Obras que se tejen en los dedos del espectador ofrece Santiago Torres al mundo del arte parisino
5 de enero de 2019
En plena adolescencia, en un ya lejano 2000, con certeza de su propia vocación, Santiago Torres, presenta su primera individual en San Cristóbal; hoy en día, es reconocido, en uno de los epicentros del arte en el mundo, París, como heredero del arte cinético, con una propuesta que va mas allá de la experimentación con materiales sintéticos, o los juegos de la mirada, haciendo realidad y pleno, el sueño que ha animado la aventura de Soto, Cruz Diez y Le Parc, entre otros: el summun bonum de la integración del espectador con la obra, en la disposición de todos los recursos interactivos que la tecnología digital nos permite.
En estos momentos su nombre vuelve a la palestra en la Ciudad Luz, en la más reciente exposición colectiva de la Galería Denise René denominada Espace Oblique, el mismo espacio que allá por los años sesenta y setenta, proyectara a un grupo de innovadores venezolanos y latinoamericanos a un pedestal bien alto, garantizándoles una fama de la que hoy en día aún gozan.
Al formar parte del catálogo de tan prestigiosa firma artística, ha sido posible que su obra se incorpore a las más prestigiosas ferias de arte internacional, entre ellas, el Fiac y Art Basel, la cual tuvo una impactante presencia en la ciudad de Miami en el mes de diciembre del año pasado. Dicho evento normalmente rota a otras capitales del mundo como Basilea, y Hong Kong. También en otras ciudades europeas sus pantallas táctiles no han dejado de sorprender, y dar señales de lo que pueden ser los derroteros en el mundo del arte para los próximos años.
Al asistir a Espace Oblique, que permanecerá abierta al público hasta mediados de enero, el espectador queda atrapado en una beatífica ingravidez como sensación general de un conjunto, dentro del cual Santiago Torres rescata el color; a favor de un proceso purificador en el cual el Oro Alquímico viene siendo la forma en su estado más prístino, proyectada por la materia simplemente reducida a su condición verdadera, ergo, sombra cuántica de la energía, la cual a su vez halla en lo oblicuo, en lo dinámico, una escritura representativa, como bien subraya la curaduría de la muestra. En la propuesta de Santiago Torres, “CC 2015 V3” tenemos un objeto que levanta los muros de la distancia propios de la visión ocular, permitiendo a lo táctil participar de la mirada, donde la geometría básica se entrama en un juego de transparencias y armonías, trasunto de un complejo lenguaje matemático. Redescubre entonces el artista la sincronía del ojo con la mano, que no solo ha cambiado la relación del ser humano con la tecnología, sino que lo ha integrado a una red global, a una vía de acceso a otras modalidades de trascendencia.
Innovación e investigación
Aunque rodeado de un ambiente familiar y personal que rezumaba arte por todos lados, la trayectoria creativa de Santiago Torres podría calificarse de autodidacta, siempre apoyada sobre los pilares de un constante espíritu de investigación, y el inconformismo ante lo ya establecido canónicamente.
Desde su niñez su itinerancia ha sido incansable entre Francia, Venezuela y Colombia; pero fue su estancia en San Cristóbal, rodeado de un fraterno colegaje, la que le dio el impulso para que a temprana edad inaugurase por el año 2000 su primera exposición titulada Dioses, en cierta línea del expresionismo biomórfico, que a primera vista nada tendría que ver con lo que actualmente realiza; pero que en el fondo se identifica con una necesidad de profundizar en el ánima mundi, en la música de las esferas que se agazapa tras el Cosmos.
Ya a los 18 estaba plenamente convencido de que el arte era a lo que dedicaría su vida; pero desde antes sabía que la mejor forma de desarrollar su vocación, era ubicándose en el lugar más propicio a ella, y Europa, en especial Francia, ofrecía el entorno adecuado tanto en conocimientos como en admiradores, vértice de la triada que para Torres en la actualidad el artista plástico no se puede dar el lujo de desfavorecer, y al cual hay que permitir involcrarse en el proceso creativo.
Como declaró para una entrevista concedida a la Radio Francia Internacional “Dejando aparte circunstancias personales, mi sueño fue siempre conquistar París, como el sueño de todo artista. En los libros de arte siempre se habla de París”.
Tal éxodo le acarrearía prácticamente comenzar desde cero; pero eso no lo desanimaría sino por el contrario lo incentivaría, no solo a ponerse en sintonía con un competido mercado en el cual marcar la diferencia representa la clave del éxito.
Éléonore Schöffer escribió que el trabajo de Torres “no es fijo, sino que está abierto a un diálogo estético y sensible para aquellos que, al atreverse a hacerlo, se unen a la mentalidad del Creador”. Precisamente ella sería una de las personalidades que lo respaldarían a su llegada a París, y llevaría a sus reflexiones sobre la relación del cuadro con el espectador, preguntándose si era posible liberar a aquel del estatismo, de dotarlo de vida a través del movimiento de una mano. Para esto hubo de recurrir a la enseñanza de los maestros del abstraccionismo y el cinetismo como Julio Le Parc, Nicolas Shöffer, o su admirado Kazimir Malevitch; tradición a la cual agregaría sus conocimientos de electrónica y programación informática.
De ahí en adelante el camino solo ha implicado investigación y más investigación, en tanto no se trata simplemente de aplicar la tecnología a un problema, sino de explorar un campo inédito en el que ante todo se resuelvan planteamientos de orden estético. Para los espectadores de sus artilugios, les depara Santiago Torres la posibilidad de descubrirse creadores, y al tiempo viajeros de multiversos, en una participación al tiempo lúdica y poética.
Santiago en entrevista que concedió vía Skype aclaró sin embargo que el futuro no está en lo interactivo, sino que el futuro está en verse dentro de sí mismo activo, porque el futuro del arte es reflexión y más reflexión. Para él el mundo del arte cambia vertigionamente al punto que si antes los conceptos cambiaban en décadas, hoy les toman a lo sumo tres años.
En 2008 al presentar al público sus propuestas cibernéticas durante el homenaje a Malevitch los ojos de la crítica francesa se orientarían hacia él. En el 2009, otra bendición se sumaría al ganar la atención de la sacerdotiza del arte abstracto Denise René, poco antes de su fallecimiento, acogiéndolo para su galería.
Trabajo y más trabajo
Sus fuentes de investigación son múltiples y variadas: entre ellas el hermetismo, la ciencia más antigua para descifrar los códigos de la naturaleza, que a la larga ha terminado reencontrándose con el saber científico actual. Sostiene que al final todo ese conocimiento recabado debe convertirse en herramienta para resultados estéticos concretos, para resolverse en obras bellas, que sirvan para establecer una comunicación con el público, no simplemente para exponer el ego del artista, o mantenerlas en la intrascendencia, la inaccesibilidad o el fetichismo.
Freddy Omar Durán