Regional
Pacientes trasplantados viven la angustia de perder su riñón por falta de medicamentos
10 de marzo de 2018
Con una tonalidad amarillenta en su piel y voz quebrantada, pero con una fe profunda de que todo va a pasar, tres tachirenses, en su condición de trasplantados, narraron su historia e indicaron cómo la “emergencia humanitaria” que empaña a Venezuela pone en riesgo sus vidas.
No es un secreto que la escasez de fármacos y de alimentos cobija nuestro país y que estos problemas han tocado las puertas de muchos hogares, pero quienes han tenido una oportunidad más para vivir, ven cómo en cualquier instante podrían dar su último respiro.
Luz Marina Cañizales explicó que fue operada en el Hospital Universitario de Caracas, en marzo de 2002, y durante años anteriores no presentó rechazo al trasplante.
“En diciembre de 2017 ingresé de nuevo a diálisis, fue algo de urgencia, pues ya tenía aproximadamente tres meses sin conseguir las medicinas que debo tomar; pero, a Dios gracias, superé la prueba, actualmente no voy a diálisis, aunque solo tomo uno de los medicamentos”, comentó Cañizales.
Angustiada y al mismo tiempo preocupada por lo demás, dijo que no es solo su caso, sino el de otros trasplantados y de pacientes que son dializados, los que atraviesan una situación angustiante, por lo que las medicinas no se consiguen.
Día a día su hija se mantiene haciendo diligencias y llamando a BADAN a nivel nacional para intentar adquirir sus medicamentos, pero no obtiene una respuesta positiva.
“Trasplantarme ha sido una oportunidad para seguir viviendo”, añadió Cañizales con un nudo en la garganta en señal de que su vida se le va de las manos por la falta de fármacos, sobre todo los “antirrechazo”.
Con incertidumbre, tristeza e impotencia en su rostro, detalló que los medicamentos se pueden comprar en Colombia, pero los costos son demasiado elevados y el presupuesto familiar no alcanza; igual sucede con los conocidos en condición de trasplantados y los que se encuentran bajo el tratamiento de diálisis.
Por otra parte, Kesly Nayarith Martínez, en su misma condición de trasplantada, expresó que las fallas en sus riñones iniciaron a los 18 años de edad, con una subida de tensión, y fue trasplantada hace casi 5 años.
“A pesar de lo difícil de sobrellevar esta situación, yo confío en Dios y sigo luchando día a día”. Desde el mes de diciembre del año pasado comenzó a tomar la dosis incompleta de su tratamiento y en momentos la cubre el desespero, porque está clara en que, lamentablemente, no posee recursos para poder cumplir con lo indicado por el especialista.
“Otros pacientes trasplantados han tenido la bondad de colaborarme con medicinas; sin embargo, como no hago mi tratamiento completo estoy haciendo un rechazo agudo al riñón, por lo que día por medio voy a dializarme”, añadió.
Hace algunos años tuvo que tomar un antibiótico bastante fuerte, el cual le ocasionó la pérdida de la audición, pero hace un año fue operada y se le colocó un trasplante coclear.
Tomás Eduardo Benavidez, quien hace 4 años fue trasplantado y afortunadamente corrió con la suerte de que su hermano fuera su donante, comentó que –a su juicio- los últimos dos años ha vivido una “odisea para poder encontrar sus medicamentos.
“Antes nos llegaban los medicamentos por el Seguro Social, o se conseguían a través de Badan, pero en mi opinión, al Gobierno Nacional no le interesamos”, acotó Benavídez, quien actualmente también presenta un rechazo agudo al trasplante.
Con lágrimas en sus ojos, dijo que dada la situación que vive el país todos los pacientes, tanto renales como de otros padecimientos, se encuentran angustiados, porque “el sueldo no alcanza para nada y los tratamientos son bastante costosos”, puntualizó. (Daniel Santamaría / Pasante UBA)