Regional

Para Jhonny Dávila, diversificar fue la alternativa

19 de septiembre de 2020

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Desde hace dieciséis años, Jhonny Javier Dávila Márquez ejerce la docencia. Conoce las aulas de las escuelas primarias y las del bachillerato, pues en ambos campos se desempeñó en su quehacer de maestro.

Este sancristobalense se graduó de licenciado en Educación, mención Castellano y Literatura, en el núcleo Táchira de la Universidad de los Andes, y egresó del Instituto Universitario Santo Tomás de Aquino como licenciado en Educación, mención Filosofía.   

Actualmente es supervisor de cinco escuelas estadales, pero dice que es un cargo transitorio, pues va a regresar a su centro educativo del Núcleo Escolar Rural 13 en el municipio Guásimos, como subdirector administrativo.

Durante la pandemia le correspondió monitorear la actividad docente en  las instituciones bajo su responsabilidad, donde comenta que hubo muchas observaciones, debido a que  un porcentaje considerable de profesores no contaba con teléfono inteligente, por lo que se limitaba el proceso de enseñanza con los alumnos.

Buscar opciones

A Jhonny Dávila le gusta mucho enseñar. Durante casi doce años estuvo  al frente de un grupo de alumnos de cuarto, quinto y sexto grado de primaria.

Pero los ingresos que percibe por esta actividad nunca han sido suficientes para cubrir los requerimientos básicos de su núcleo familiar, integrado por su esposa y una hija.

“Solo en los primeros años de carrera dependí de los recursos percibidos como educador. Mi esposa, Desirée Montero, también ejerció la docencia, pero se retiró hace cuatro años y comenzó a incursionar en la repostería. Me incorporé junto a ella en este emprendimiento, comenzamos a vender los productos por las redes sociales y a crecer”, dice.

Él y su esposa se encargan de todo el proceso de elaboración de tortas, galletas, alfajores y diferentes postres; divide su tiempo en esta labor y el trabajo docente, también es distribuidor de materiales para ferretería y cubre la zona centro-norte del estado Táchira.

Hace dos meses y medio abrieron un pequeño local en Pirineos 1, donde, además de ofrecer la repostería, se dedican a preparar pastelitos andinos, con diversos rellenos.

“Tenemos la disponibilidad y el cariño para hacer diferentes cosas, y siempre que se ha presentado una situación irregular iniciamos nuevos proyectos para salir adelante. Hemos apostado a hacer todo muy bien, porque nos gusta que nuestros clientes se vayan contentos”, manifiesta con el ánimo de un emprendedor que nunca desmaya.

Dice que se esfuerza por mejorar la calidad de vida de su esposa y su hija; buscar alternativas ha sido para él, además de una oportunidad de aumentar sus ingresos, de conocer muchas personas, algo muy importante, pues considera que las relaciones interpersonales son fundamentales.

Aun cuando desde hace cinco años su actividad en el área educativa es administrativa, afirma que enseñar le proporciona enormes satisfacciones y así lo confirmó durante su paso por las aulas.

El tiempo lo aprovecha al máximo, aunque siente que Dios y la Virgen han sido sus motores: “La parte espiritual y la fe hacen que no tomemos en cuenta tantas carencias para echar a andar nuestros proyectos, sin desanimarnos”.

Algunas veces se complican sus labores por la falta de gas o insumos, pero buscan la manera de solventar estas dificultades y continuar para cumplir con los pedidos que hacen los clientes.

“Prestar un servicio es una filosofía de vida. Servir a los demás es una de las máximas que aprendí de mis padres y en mi proceso de formación académica. La educación para mí ha sido la mejor experiencia de vida, porque saber que somos un instrumento para el aprendizaje nos llena y complementa”.

Considera que debe existir una vocación sólida para ser docente, porque han sido probados de todas las maneras posibles y seguir allí es la muestra más significativa para demostrar lo que les gusta esta profesión.

“Es inaudito sobrevivir con un sueldo de educador, por eso nos ha tocado buscar otras opciones para poder satisfacer las necesidades primordiales. Pienso que Venezuela, a pesar de todo, es un país hermoso, rico, con calidad humana. En la gran mayoría de las personas están las ganas de salir adelante, mejorar y hacer las cosas como se deben”.

Jhonny Dávila está convencido de que la educación es fundamental para ver los frutos en el futuro, con esas generaciones que van a llevar las riendas del país. A eso le apuesta. Pero, como a muchos, le correspondió ampliar mirada y horizontes. Diversificar fue su alternativa.

Norma Pérez

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