El grupo defensor de los derechos humanos, infructuosamente, intentó conversar con funcionarios de la GNB
Jonathan Maldonado
Cerca de las 12:00 m., la presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y relatora para Venezuela, Esmeralda Arosemena, arribó al puente internacional Simón Bolívar con su equipo de trabajo. De inmediato, bajo el sol abrasador y la polvareda a causa de los fuertes vientos, dejó por sentado que “nada nos detiene”.
La negativa por parte del gobierno de Nicolás Maduro, en torno a la posibilidad de que esta delegación ingresara al país, hizo que los planes cambiaran drásticamente. El objetivo lo mantuvieron: escuchar a las víctimas de las violaciones de los DD.HH., pero ya no desde suelo venezolano, sino colombiano, específicamente desde Cúcuta.
“Vinimos hasta acá para hacer ese contacto directo, personal, con las víctimas”, destacó Arosemena frente a los medios colombo-venezolanos. “Todo lo que representan las víctimas, organizaciones y el tema migratorio. Hemos escogido este sitio porque sabemos que podemos realizar un contacto muy directo con las personas”, reiteró.
Agradeció al Estado colombiano por facilitarles el espacio y garantizarles el traslado hacia sitios específicos, como el tramo binacional, reflejo de la crisis migratoria y de la debacle económica que sigue azotando a la nación del oro negro. “No pudimos llegar a Caracas. Ni siquiera pudimos abordar el avión en Panamá con destino a la capital venezolana”, relató.
Durante el recorrido del grupo de la CIDH por el puente, los ciudadanos, que ingresaban a Colombia o retornaban a Venezuela, se detuvieron para conversar con Arosemena, quien se mostró muy presta a escuchar cada testimonio. “Voy a una cita médica en Cúcuta, ya que en nuestro país nuestro sistema de salud no funciona”, aseveró una ciudadana mientras atravesaba el tramo.
“Todos tenemos que reconocer en nuestro corazón a Dios. Eso es dignidad humana”, puntualizó la presidenta de la CIDH mientras conversaba con otro transeúnte que se acercó al tumulto, interesado en compartir ideas con esta comisión.
Acercamientos infructuosos
Al llegar a la mitad del puente, la CIDH intentó entablar conversación con un grupo de funcionarios de la GNB que se hallaba a escasos tres metros de la línea que divide a ambas naciones; sin embargo, la empresa resultó infructuosa.
Los que no dejaban de acercarse eran los grupos de venezolanos que, aprovechando la investidura de los representantes, exponían sus argumentos. “En Venezuela no hay democracia”, dijo un quincuagenario, con un costal descasando en sus hombros.
“Tras presenciar este movimiento migratorio, no queda más que decir que pareciera que hemos perdido la condición de humanos. Esto se trata es de humanidad, no son posiciones políticas, ni de que se llama fulano o mengano, es humanidad; es la gente, los niños, ancianos, jóvenes, personas en sillas de ruedas, expuestos a la vulneración de sus derechos”, remató la relatora para Venezuela, algo sorprendida y angustiada frente a las imágenes que se tallaban en su retina.
En horas de la tarde, el grupo se reunió en la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander, con víctimas de las violaciones de DD.HH. En este sentido, el exdiputado Walter Márquez precisó que ha presentado ante la CIDH expedientes que comprueban estos casos. “También denunciaremos el arbitrario cierre de la frontera”, dijo.