Los actos de vandalismo y ausencia de mantenimiento han sumido la plaza Antonio Ríos Reyna, o mejor conocida como plaza Los Enanitos, en el completo abandono, por lo que actualmente este emblemático sitio es sólo un amasijo de muchos problemas en el que converge la basura, robo de adornos de la misma infraestructura y la destrucción de sus estatuas.
Este sitio, que alberga la antigua edificación del Hospital José María Vargas, primer centro asistencial con el cual contó la región, igualmente ha sido sometido al completo saqueo, ya que sus puertas de madera y ventanas las han destruido, o sencillamente se las han robado, por lo que es sumamente deprimente caminar por ese lugar y verificar su estado.
Rejas metálicas, que fueron elaboradas con cortes de tipo colonial, han sido hurtadas y otras destruidas, por lo que ya nada casi queda en pie de éstas, ya que se convirtieron en un producto de muchos valor para indigentes y menesterosos, a quienes se les atribuye estos daños y robos.
En lo que se refiere al interior del antiguo Hospital José María Vargas, el panorama no puede ser más deprimente, ya que el sitio es utilizado como un gran dormitorio por parte de indigentes, quienes no solo duermen en el lugar, sino también usan esos espacios como sanitarios, por lo que es muy natural apreciar olores a excrementos y orines.
Debe mencionarse, que a causa de esta situación, la plaza es considerada como de alta peligrosidad, pues muchos de los menesterosos que allí conviven, por lo general se mantienen armados, además de consumir drogas y perpetrar atracos en los horarios nocturnos contra los transeúntes.
“Destruida estatua”
Quienes suelen dormir en la plaza, muchos de ellos personas malvivientes y de acuerdo con la versión de vecinos de la zona, estos serían los responsables de la destrucción de la estatua levantada en honor a Antonio Ríos Reyna, la cual ha sido dañada en unos de sus brazos, lo que evidencia el estado de destrucción que los vándalos han provocado en esta plazuela.
En los alrededores de la plaza, las basuras incineradas, igualmente se aglomeran a montones, por lo que su permanencia en el sitio, ha desencadenado una verdadera situación de insalubridad y de olores nauseabundos.
Pablo Eduardo Rodríguez