Regional

Poco le falta al puente de Lagunillas para el colapso

16 de septiembre de 2023

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Dentro del crítico estado del Kilómetro 1 entre Rubio y San Cristóbal, pasando por Capacho Viejo, Lagunillas es un punto especial a tener cuidado, ya que la quebrada La Zorquera no solo amenaza el puente que conecta el vital tramo vial, sino a un grupo de viviendas cuya parte trasera es un profundo barranco

Freddy Omar Durán

Ya Cándido López sabe lo que la naturaleza desbocada es capaz de hacer, pues lo que fue su casa en el sector Lagunillas, sobre el Kilómetro 1 entre San Cristóbal y Rubio, cayó bajo la acción destructora de la quebrada La Zorquera, en una de sus devastadoras crecidas, de la cual no pudo librarse a pesar de que un buen pedazo de terreno lo distanciaba del afluente, y un aparente sólido muro de cemento lo protegía.

El Kilómetro Uno se ha convertido en un cúmulo de catástrofes en estos cinco años, con puntos muy críticos como Santa Elena, El Pueblito y La Granzonera, donde se han producido el lamentable desalojo de muchas viviendas.

Algo de lo que fue su casa queda en pie, lo más antiguo de ella construido 50 años atrás en barro y caña brava; y las paredes derruidas no han sido removidas, pues de alguna manera podrían contener un no poco probable desbordamiento que podría afectar a la carretera y de paso algunas viviendas.

A esos escombros regresa Don Cándido, más por nostalgia que por el afán de recuperar algo, además de que dispuso lo poco que no se derrumbó como depósito de uno que otro traste; al final pudo reubicarse dentro de los terrenos de su familia, en un paraje más seguro; pero lo que sí le causa preocupación es el destino del puente Lagunillas, que después de más de 70 años de ser construido, ya da señales preocupantes de deterioro.

“Ese puente fue levantado en los años cincuenta, cuando se construyó la carretera hacia Rubio. Fue asumido por el Consorcio Los Andes, del cual hacían parte constructora Las Vegas y Marcusi, mientras Pellizzari se hizo cargo de la estructura metálica. Se les agradece que hayan hecho una buena obra, pues se ha sostenido ante los grandes embates de la naturaleza”.

No solo el peligro lo augura un inminente abatimiento del puente. En sí esconde trampas mortales, como los profundos hoyos en dos de sus extremos, que conducen de un tiro a un desafortunado al menos 10 metros más abajo. Alguna vez contó con una pasarela, adicionada hace unos 30 años, hoy inutilizable, por lo que los peatones se ven obligados a tirarse a la carretera.

Ya los peligros de la zona han cobrado sus víctimas: hace como 20 años la señora María Otilia Useche, en un regreso nocturno a su hogar se fue por una zanja, para golpear su cabeza con un planchón, y su cuerpo sin vida apenas se pudo recuperar en horas de la madrugada. Otra señora pasó por el mismo trance pero sin resultado fatal, aunque bastante les costó a los vecinos rescatarla.

Don Cándido no se desanimó por ese golpe de las fuerzas de la naturaleza; al contrario, despertó su espíritu de solidaridad, y el día martes estaba animado en acompañar al grupo de personas que intentaban con los medios que tenían a mano aplicar alguna reparación al imposible tramo vial en Santa Elena, aguantando un “palo de sol” a sus espaldas, que sus 73 años aguantan. Se sigue sintiendo un hombre saludable y está a la orden para cualquier trabajo en la construcción que se le presente.

“Estoy pagando una promesa a la Virgen de la Consolación y el Santo Cristo de La Grita para que hagan los arreglos pertinentes tanto en Santa Elena como en el puente de Lagunillas, para que las autoridades del poder estadal municipal y estadal se aboquen a las soluciones y en conjunto con la comunidad podemos lograr muchas cosas para que Lagunillas y sus alrededores pasen a ser un barrio bonito. Nosotros sabemos que esto se debe a un fenómeno natural, y contra esto el Gobierno se ve atribulado. Nosotros hemos tenido paciencia, y hasta nos han dicho ‘por qué no trancan la vía’ y yo les he dicho: Yo sé que ellos nos van a tomar en cuenta sin necesidad de trancar la vía, porque estaríamos obstruyendo el paso al pueblo, y el pueblo necesita hacer sus labores y trabajar”.

Y no es solo el destino del puente de Lagunillas y la peligrosidad que encierra, el único motivo de inquietud de Don Cándido. Muchos de sus vecinos, por patio trasero tienen un profundo barranco, y con la próxima arremetida de la quebrada no se puede esperar otra cosa sino el desalojo. Ese asentamiento ha resultado muy crítico pues ahí la quebrada, que en los momentos de crecida viene de lejos con un impetuoso caudal, se alimenta de las aguas que vienen del “Callejón Urrego” desde los páramos La Estirosa, El Duende y San José.  Además de todo esto, los terrenos han sido debilitados por el sistema de aguas servidas que vuelca su contenido en la quebrada.

“Las casas de los López, los García, los Ramírez, ubicadas en la vereda 5 y que colindan con el hotel están siendo afectadas por las aguas que llegan de La Zorquera y el callejón Urrego, y que se acumulan en un “golfo” que con maquinaria pesada se puede desplazar hacia al cauce que siempre ha tenido la quebrada y se baja su peligrosidad”.

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