A pesar de la importancia de la vía que comunica a Madre Juana con el 23 de Enero y toma rumbo al centro de San Cristóbal, nadie se conduela de ella, y cada día se pone peor intentar transitar por ella.
Freddy Omar Durán
Huecos para todos los gustos y tamaños, inclusive huecos entre los huecos; unos debidos al paso inexorable del tiempo y otros provocados por aquellos que intentaron hacer alguna reparación en la vía, y se quedaron a medio camino.
Desde el centro, la vía principal de Madre Juana va en pendiente, un elemento que con su proliferación de huecos la hace doblemente peligrosa. Una situación más peliaguda ya al final del pronunciado declive, donde convergen cuatro ramales.
La total falta de mantenimiento de la vía también se manifiesta en sus casi inexistentes aceras, tragadas por el monte y el desaseo, lo que pone en riesgo al transeúnte, que opta por “tirarse” a la calle.
— ¡Naah! Eso hace tiempo que no lo arreglan. Deberían. Ponen pañitos de agua tibia, extienden un parche y al lado dejan otro hueco— denunció una señora que ascendía por la vía.
Pareciera como si hubiese caído en el lugar una lluvia de meteoritos, el agrietamiento del pavimento más que visible, lleva la cuenta de los años de abandono por parte de las distintas administraciones municipales y regionales.
No es un tramo opcional u obviable, por ahí obligatoriamente suben y bajan las busetas de la línea 23 de Enero, que aunque se saben de memoria los cráteres, no por ello pueden evitar caer en uno, y despertar las angustias por el tipo de daño que pudo haber provocado a la máquina. Los que llevan la peor parte son los motociclistas, que más de una vez se han revolcado en el asfalto, sin que afortunadamente hasta los momentos se haya dado un saldo trágico.
Sin señalización de ningún tipo, los transeúntes, a la buena de Dios, se disputan la vía con los vehículos, y entre ellos muchos estudiantes que se movilizan en plena hora pico del tráfico de carros y motos.
—Tengo que pasar todos los días por acá, y uno anda con cuidadito porque si no el tren delantero se te puede dañar, y vaya usted a saber dónde conseguir la plata para arreglarlo. A los motociclistas les ha ido peor, y de milagro no ha ocurrido una tragedia ¿Cuándo piensan arreglar esto? ¿Hasta que ya esté totalmente intransitable?— advirtió un chofer que pudo rendir declaraciones aprovechando que bajaba la velocidad para esquivar uno de los huecos
Las lluvias de estos días han dado visibilidad al riesgo que a diario los vehículos que pasan por allí deben enfrentar, formando pequeñas y grandes piscinas. Por supuesto un factor destructivo de la vía lo constituyen las aguas, especialmente las pluviales, en cascada, que bien podría ser reconducidas por alcantarillas, hoy en día totalmente inútiles e invadidas por la basura. La más destruida de todas, y por ende más peligrosa, está en la esquina en cruce al 23 de Enero.
En el punto de convergencia de las vías que toman rumbo al 23 de Enero, la Marginal del Torbes, Puente Real y La Ermita se localiza el “rey” de los huecos; y haciendo honor a su rango, le han puesto por corona una llanta pintada de amarillo chillón, para que los conductores luego no se quejen de que no se les advirtió.
Y es que a la vía principal de Madre Juana no le faltan “adornos”, como para que adquiera un aspecto más pintoresco: uno de ellos una montaña de escombros, que nadie dio cuenta de su origen o su razón de ser: ladrillos, tierra, bolsas, restos vegetales, un conjunto de desechos que casi puede catalogarse de “obra de arte a la desidia”.
Desde el lugar parte la calle 4, sector Catedral, otra perla más del abandono de la zona, que también tiene una alcantarilla hundida sobre la cual se ha montado otra curiosa pieza con latones, piedra y otro caucho “alertador”: una tentativa vecinal de evitar lo peor; que en las noches se envuelve de penumbras, pues ya llevan más de ocho años los residentes del lugar que no cuentan con iluminación exterior.