Norma Pérez M.
Valery Paola Pérez Benavides tiene ocho años, acaba de finalizar el año escolar y fue promovida al cuarto grado. Steward Alexánder Sarmiento Delgado es un adolescente que va a cursar el quinto año de bachillerato.
Aunque no lo parezca, los dos tienen mucho en común. Ambos extrañan su centro educativo y quieren poder compartir con sus compañeros, tanto en el aula como en los ratos de ocio.
Su deseo es similar: “Que todo vuelva a la normalidad, se acabe la pandemia, para regresar a clases regulares”. Para ninguno ha sido fácil el cambio radical y adaptarse a una nueva realidad de aislamiento y restricciones. Pero comprenden que debe ser así, para preservar la salud, la vida de ellos y de quienes los rodean.
“Debemos cuidarnos”
Valery Paola Pérez Benavides finalizó su año escolar con excelentes calificaciones, por lo que se siente muy orgullosa. Es alumna del colegio “María Inmaculada”, ubicado en Rubio.
“Ha sido difícil estudiar desde la casa, pero no debemos exponernos, hay que cuidarnos y es por nuestro bien. No ir a la escuela es muy difícil, pero eso evita que nos contagiemos con el covid-19 y debemos agradecer el hecho que estamos sanos”.
Expresión que denota madurez, a pesar de sus pocos años. Al igual que miles de niños venezolanos, entiende las circunstancias por la que atraviesa el país y el mundo entero.
“Mi mamá me explica cuando no entiendo algún contenido; cuando termino las tareas, ella les toma una fotografía y la envía por el grupo de WhatsApp del colegio y otras veces por correo electrónico”.
Esta niña cursa Matemática, Lenguaje, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales; cada día ve una materia diferente, que tiene un color específico para identificarla.
Aun cuando conoce a la mayoría de sus compañeros de estudio, dice que hay algunos de nuevo ingreso, que nunca ha visto; es parte del obligado traslado de la escuela al hogar.
“Deseo que todo sea normal, sin covid-19, pero hay que esperar en casa. Extraño mi colegio, a mis profesores, mis amigos, mi uniforme, hacer educación física; me hace falta todo”.
Situación compleja
Steward Alexánder Sarmiento tiene quince años de edad, estudia en la unidad educativa Liceo Bolivariano Las Américas del municipio Junín, y acaba de culminar el cuarto año de bachillerato. En su sección hay un grupo de veintiocho alumnos que anteriormente ocupaban los pupitres de un salón, pero ahora lo hacen de manera individual en algún lugar de su casa.
De su experiencia en este año escolar, comenta que todo lo realizaron mediante audios de WhatsApp y por Telegram. “No ha sido fácil, pues muchos de mis compañeros no tienen los recursos necesarios, como internet o un celular, para enviar las tareas”.
Explica que la dinámica de aprendizaje es por medio de guías. Los docentes las envían con las asignaciones respectivas y les dan un plazo de quince días para entregarlas.
En el caso de Física, agregan algunos ejemplos de ejercicios. Manifiesta que aunque entendía la parte teórica, al momento de desarrollar los ejercicios se complicaba porque, aunque analizaba bien la guía, surgían interrogantes y no tenía a quién consultarle.
“Para mí tampoco ha sido sencillo, pues he tenido que pagar para que me expliquen Física y Matemática; porque es difícil entender temas con solo leer. Hace falta que haya un profesor y lo explique, que aclare las dudas, como es la rutina del aula de clase”.
Durante el cuarto año, cursó once materias en modalidad virtual; instrucción premilitar se suspendió, por razones obvias. “En estas circunstancias, mi mamá y mi hermana se convirtieron en un gran respaldo para mí, y les agradezco”.
Tiene la ventaja de formar parte de un grupo de alumnos que han estudiado juntos todo el bachillerato, por lo que cuando se inició la pandemia y empezaron a estudiar a distancia, se prestaban colaboración, pues era una situación desconocida para ellos.
Ahora están más adaptados, pero continúan apoyándose y resuelven entre todos, cuando alguno de los estudiantes no tiene conexión a internet en su casa o le falta alguna herramienta tecnológica.
“Somos muy unidos y siempre nos ayudamos. Abrimos un grupo de WhatsApp y por allí estamos en constante comunicación para auxiliar al que lo necesite; queremos graduarnos todos juntos”.
Otro problema que hay que considerar, son los cortes de energía eléctrica, muy frecuentes en el municipio Junín, obstaculizado la entrega de las tareas. En estos casos, los profesores dan tres días más de plazo. O si en algún sector no hay conexión a internet, ese alumno va donde algún compañero que estuviera cerca para poder realizar los trabajos.
“Una de las mayores desventajas del estudio a distancia es no poder comprender algunos temas, a veces siento que no tengo el conocimiento suficiente para asumir aspectos que deba aprender más adelante”.
Esta es una preocupación constante para Steward Sarmiento, quien piensa en, una vez culminada la secundaria, seguir la carrera de ingeniería civil.
“Me hace mucha falta despertarme cada mañana para ir al liceo, hablar con mis compañeros, hacer planes, intercambiar ideas, reírnos, echar broma. Cada mañana llegábamos a repasar juntos antes de un examen o a ayudar al que no había hecho la tarea; era maravilloso, no lo cambiaría por nada. Si pudiera, desearía volver al liceo, estar con mis amigos”.
Son niños y jóvenes, pero tienen conciencia de las circunstancias, las aceptan y buscan alternativas para hacer frente a la realidad que les correspondió vivir. Ojalá muy pronto el riesgo se acabe y se cumpla su deseo.