Regional

Salario mínimo integral no alcanza para un kilo de carne y un pollo

1 de marzo de 2018

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Las neveras de las carnicerías en San Cristóbal están surtidas y con variedad de productos. (Foto/Gustavo Delgado)
Las ventas de carne de res y de pollo han disminuido en más del 50 %, según informaron algunos propietarios. (Foto/Gustavo Delgado)
Los consumidores hacen un sacrificio para comer carne por lo menos dos veces al mes y rendirla con vegetales, granos y pasta. (Foto/Gustavo Delgado)

Las neveras de las carnicerías, bodegones, frigoríficos y mercados de San Cristóbal están surtidas y con variedad de cortes, pero a unos precios que dejan sin aliento a los tachirenses, ya que requieren como mínimo un millón de bolívares para comprar un kilo de carne y un pollo, cuyo precio oscila entre 280 mil y 400 mil bolívares.

De manera que la compra de proteínas ha disminuido considerablemente en el país. De acuerdo con la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), el consumo por habitante al año en Venezuela para el 2017 se ubicó en 3.9 kilogramos de carne, 9 kilogramos de pollo y solo 1.9 kg de carne de cerdo.

Y es que el kilo de carne cuesta en promedio Bs 350 mil, quizás se consiga un poco menos o un poco más según el establecimiento, pero la realidad es que es un monto superior al salario mínimo de los trabajadores y el equivalente a 43 % de la remuneración mínima integral (Bs. 797.510), que resulta de la suma del salario más el bono de alimentación.

“Generalmente llevaba para dos semanas cinco kilos de carne, ahorita llevo un kilo de bistec a 290 mil bolívares y tengo que rendirlo. Pollo no llevo, ni pensarlo, está muy caro entero, más de 300 mil bolívares el kilo, y si es por piezas peor porque te quieren cobrar más de lo que vale el kilo”, comentó Jesús Olivares mientras pagaba la cuenta.

En efecto, los comerciantes aseguraron que las ventas han disminuido en más del 50 % y los consumidores no llevan el alimento en cantidad, sino por cuartos o gramos. Además han aprendido a cambiar sus patrones de consumo y en vez de comprar chuleta, bistec o pollo lo sustituyen por hígado, callos, chinchurria, entre otras vísceras.

—Todos los días camino mucho y trato de conseguir la oferta de carnes más accesible a mi bolsillo. Por eso, en mi familia hemos aprendido a comer de todo: Hígado, corazón, lengua, callos, guerguero. A la carne molida, que compro de vez en cuando, le echamos papa, repollo, zanahoria y verduras para rendirla porque el ingreso no alcanza para comprar en grandes cantidades— señaló Pedro Paredes.

Igualmente, Jenny Chacón, quien tiene un grupo familiar de tres personas, indicó que consume proteínas de origen animal una o dos veces por mes, pero siempre debe rendirla con arroz, pasta, granos y vegetales.

Para otro sector de la población como los jubilados y pensionados, el consumo de proteínas disminuyó de manera considerable. “No puedo comprar un kilo de carne porque la quincena no me alcanza para eso. Y el bono de alimentación solo me alcanza a cubrir dos kilos; entonces, o como o compro medicinas”, lamentó Graciela Torres.

Los testimonios recogidos concuerdan con la estimación arrojada por el último informe de Econalítica, donde señala que 81 % de los venezolanos viven en condiciones de pobreza y destinan 90 % de sus ingresos a la compra de alimentos.

“El precio lo impone

el mercado”

Ante las intermitentes inspecciones de la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos, que quiere forzar a vender la carne de res a un precio por debajo de su estructura de costos, muchos comercios han optado por cerrar o permanecer de brazos caídos, ya que no pueden vender el producto a pérdida.

“En lugar de los excesivos controles hay que incentivar el sector, porque un kilo de carne en 49.000 bolívares es irreal, porque no cubre los costos. En lugar de afincarse en los controles, el Gobierno debe elaborar políticas que incentiven la producción nacional”, dijo el propietario de una carnicería en La Concordia.

Asimismo coincidió con otros voceros en señalar que el precio de la carne lo impone el mercado venezolano, que se mueve con una alta inflación y una baja producción, lo cual ocasiona un déficit en la oferta del rubro de 60 %.

—Generalmente vendíamos entre 15 y 20 reses a la semana; hoy solo llegamos a tres o cuatro como máximo. Y si hablamos de pollo es peor, porque la venta semanal estaba por el orden de los 1.500 kilos y ahora solo llegamos a 200 kilos y eso cuando nos despachan, porque el ave no llega con tanta frecuencia como la carne—.

Agregó Suárez (encargado de un frigorífico) que justamente hizo pedido esta semana y se lo rechazaron, porque no tienen el producto.

De manera que si antes algunos comercios ofertaban combos de diferentes cortes para atraer a los clientes, hoy es imposible con el alto costo del ganado en canal que se expende a Bs. 190.000.

—Las ventas hace dos o tres meses eran de ocho kilos en adelante, variedad de cortes, tres pollos. Ahora de broma la gente compra un kilo o medio de carne. Entendemos la situación pero tampoco podemos vender a como está regulado porque estaríamos perdiendo la inversión. Eso es lo que no entiende el Gobierno. De mantenerse la situación y la presión del Sundde, tocaría cerrar el negocio— apuntó el comerciante Carlos García.

Mariana Contreras

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