Una ciudad que no acaba de resucitar, y que más que festivos necesita más y más horas productivas para recuperar el tiempo perdido, que ya no se cuenta en horas, ni días sino meses, transcurrió este martes de San José en letargo.
En un país en el que para muchos resulta más barato quedarse en casa, que salir a ganarse el pan, no faltó quienes prefirieran guardar esta intempestiva efemérides antes que enfrentar la cotidianeidad en la calle.
Después de un Carnaval, alargado por decisión oficial sin explicación convincente, al que se encadenó una emergencia nacional que puso a toda una nación en preocupantes niveles de improductividad, y cuyo proceso de recuperación apenas estaba empezando, se establece este feriado cambiario, que por lo que se comprobó en las calmosas calles capitalinas, lo tomaron muy en serio.
Si bien es cierto, el sector comercial mantuvo abierta sus puertas, por ellas fue muy poco la clientela que ha pasó, aunque no falta quienes dicen que aquel gracias a la circulación de otras divisas se ha reactivado, y que de esta manera puede afrontar cual suspensión de los servicios bancarios.
Para muchos San Cristóbal, que se acerca a su aniversario a final del mes, asusta, no tanto por presencias fantasmales, o la amenaza de la inseguridad, sino por ese amodorramiento del que no acaba de salir, y que bien contrasta con la febril economía que se respira al otro lado de la frontera, a pesar del bloqueo a los puentes internacionales.
Curiosamente, este martes se celebraba el Día de San José, el patrono del trabajo y los trabajadores. Tradicionalmente ha sido tomado como feriado bancario pero diferido para los días lunes, un cronograma alterado, tal vez por la emergencia nacional posterior al mega-apagón, aunque por esa misma razón pueda resultar una medida inconveniente.
El decreto de “días no laborales” ha sido una potestad de mandatarios nacionales y regionales, muy socorrida a veces para ganarse el beneplácito popular, que no ha estado exenta de muchas polémicas entre quienes preferirían jornadas de alta productividad, ya venga ésta del sector público, privado o de unidades familiares o comunitarias, pero al fin y al cabo sin pararse para aportar bienes materiales o espirituales al crecimiento de la patria.
Por si no bastase el pobre arranque de San Cristóbal, en la tarde un nuevo corte eléctrico obligó el cierre de una jornada laboral a media máquina.