Regional
Conmemoran en Seboruco 50 años de la muerte de la sierva Medarda Piñero
7 de enero de 2022
Cincuenta años se conmemoran hoy desde la partida física de la sierva de Dios, María Geralda Guerrero García de Piñero, recordada como Medarda Piñero, por todo aquel que le profesa devoción. Una mujer de múltiples virtudes, de genuino corazón, noble y servicial, nacida en La Grita, municipio Jáuregui, quien desde muy temprano se radicó en Seboruco, haciendo de esta su tierra para vivir, tras huir con su familia de la peste. Luego descubrirían que en esa tierra también morían por viruela. Fue allí donde comenzó a labrar su camino al cielo, tras insistir en ayudar de manera desinteresada a mendigos y enfermos.
Luego de cinco décadas, sigue presente en la memoria de gran parte del Táchira, en especial de los municipios Jáuregui, Seboruco y Antonio Rómulo Costa, que este viernes unieron sus cabildos municipales para sesionar de manera conjunta y homenajear a esta ejemplar mujer.
El acto solemne inició pasadas las 9 de la mañana, con la intervención del Pbro. Oswaldo García, como orador de orden. Además de la presencia de los alcaldes del municipio Seboruco, Luisnel Guerrero; de Jáuregui, Juan Carlos Escalante, y de Antonio Rómulo Costa, Rigo Oballos, quienes rindieron los máximos honores a Piñero, para luego oficiar una misa en la iglesia de San Pedro de Seboruco, desde donde la comunidad en general pudo recordar a “la madre de los pobres”, aquella que tocó puertas, pidió ayuda y nunca cesó en su afán por mejorar la calidad de vida de los más desamparados.
La tierna samaritana, como también es conocida, dedicó su vida al servicio y cuidado. Atendía y cobijaba en su modesto hogar, sin importar quién acudía a su llamado. Tras luchar de manera silenciosa por meses con una enfermedad pulmonar, mermaron sus fuerzas, a la edad de 86 años, el 6 de enero de 1972.
Su amor por el prójimo, el servicio social y espiritual que brindó en vida a varias comunidades de la zona de montaña alta del estado Táchira, tocaron el corazón del papa Juan Pablo II, quien en 2002 le otorgó el título de sierva de Dios, lo que abría el camino a su posible canonización. Hoy día sigue siendo recordada como la mujer bondadosa que llenó de consuelo y calmó el sufrimiento de todo el que acudía en su ayuda. / Ángel Escalante