Esta segunda semana de agosto terminó este sábado con una sensación general entre los comerciantes de alivio para su presupuesto personal, pero sin que ello haya significado poder cubrir las tres semanas anteriores de inactividad, lo que se vuelve preocupante cuando hay compromisos por resolver y se viene otra de santamarías abajo.
Entre regulares y buenas consideraron las ventas los comerciantes entrevistados en el centro de San Cristóbal; sin embargo, insuficientes a la hora de abonar las deudas, entre las que se incluyen pago de personal, arriendo, condominio, servicios básicos, correspondientes a un mes, aun cuando en la práctica, en este mes, apenas si se laboraron seis días.
Para María Contreras, cuyo negocio se ubica en la avenida García de Hevia -Quinta Avenida-, “nos fue bien, gracias a Dios; pero eso no alcanza para cubrir lo que no se hizo en estos días. Los ‘pendientes’ hay que hacerlos puntuales y en pesos”.
Los signos positivos se podían percibir, por ejemplo, en un reconocido local de telas, donde a ratos se formaban colas afuera con los clientes por entrar, y a los cuales no solo se les exigía el porte de la mascarilla, sino que se prohibía el acompañamiento de menores de edad. También pululaban avisos con ofertas de hasta el 60 por ciento, y otros usaban la música a alto volumen, tanto para celebrar la flexibilización como para atraer clientes.
No obstante, la afluencia de este sábado, tal vez por ser el Día de la Virgen de la Consolación, casi festivo, no se compara a la del fin de semana del Día del Niño, pese a que otros prefieren considerar otros factores, como la falta de gasolina, que impidió a algunos compradores desplazarse al sector. Las busetas tampoco adolecieron de sobrecupo e incluso tenían que esperar un buen rato para tener un cupo que valiera la pena para emprender la ruta diaria.
También reportaron algunos empleados entrevistados que mucha gente ha ido a los locales a sondear cómo están los precios, con la promesa de que vendrán después a adquirir el artículo… un después que depende en gran medida de las decisiones gubernamentales relacionadas con la cuarentena.
Para Giovanny Contreras, “se hace lo que se puede, aunque jamás y nunca, con lo de esta semana se podrá, por ejemplo, reponer mercancía. Apenas si solventamos un 15 por ciento de los gastos operativos”.
Algunos vendedores no se han “dormido en el aparato” y recurren a las redes sociales para comercializar su mercancía, ya sea a nombre personal o a nombre de la firma comercial.
Para Gloria Martínez, se logró algo para que “no falte el mercadito en la casa y cancelarles completico a los empleados, así solo hagan un turno de medio tiempo y hayan laborado unos días, pues ellos no tienen la culpa de lo que está pasando”.
Agrega que “a nosotros, como comerciantes, nos toca trabajar como el presidente diga. Alcanza para poder comer; pero no deberíamos conformarnos con esto, porque lo ideal es que todos tengamos una mejor calidad de vida”.
Paradójicamente, el hecho de que esté muy limitado ir a Cúcuta –mas no absolutamente vedado, lo que para nadie es un secreto, pues mucho de lo que se vende viene de allá-, ha traído un auge al centro, que desafortunadamente no pasa de ser “flor de un día”.
Desde su puesto de artesanía, Jorge Carvajal considera que “las ventas no han estado tan buenas que se digan; pero peor es nada”.
Mientras que Marlene Fonseca, aún con gastos operativos reducidos, opina que “uno trabaja esta semana para ahorrar algo, y la otra te quedas literalmente limpio; ganando ahora 25 mil pesitos, resuelvo este día, y para lograr esto he tenido que reinventarme, agregando víveres, sacando fotocopias, de todo un poquito…¿y después?».
Freddy Omar Duran