Regional

Sin agua y sin luz se altera  el día a día del tachirense

28 de febrero de 2024

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Freddy Omar Durán

Entre el padecer por un tubo que bosteza y un bombillo apagado, los sancristobalenses se crean los mil y un recursos para cumplir con las tareas de la casa y el trabajo en el breve tiempo en que los servicios públicos se encuentran disponibles.

¿Cuál es el que mayor padecen? Eso depende de la actividad productiva a la que el ciudadano tachirense se dedique y de las rutinas del hogar obligatorias, y cómo eso dos ámbitos se afecten mutuamente, pues no se pueden tener efectos aislados, ya que un hogar en emergencia por carencia de agua y luz termina afectando lo laboral, retrasando la llegada a los puestos de trabajo, desmejorando la calidad de alimentación en algunos casos, y en otros hasta la presentación personal; e incluso demorando, en el caso de las asignaciones a distancia, el envío de la labor digitalizada.

Viceversa, las consecuencias son notables, ya que la baja productividad son bajos ingresos para una familia; muchos trabajadores llegan más tarde a su casa, o luego de una tediosa jornada en vez de encontrar algo de relax y comodidad en el hogar, hay que encerrarse en la oscuridad, el aislamiento y el hastío.

Pero lo cierto es que más que restarse al programa de racionamiento horas y días, se suman, siendo así que las dos horas sin “luz” se han sumado dos más, y los anuncios de refacciones en el sistema de distribución eléctrica prometen otras tantas. En cuanto al agua, la situación no parece distinta, pues apenas ocasionales lluvias aplacan las temperaturas, que rondan los 30 grados.

Entre redes sociales y conversaciones informales en la calle y ámbitos laborales han discurrido el malestar, a cuya manifestación se unen actos de calle en municipios fronterizos, y declaraciones de comités de usuarios en medios de comunicación, mientras otros prefieren comunicarse directamente con los organismos públicos encargados, por ejemplo, al 0412 3390159 dispuesto por Hidrosuroeste. Otros esperan que la sequía sea paliada con la distribución de agua a través de camiones cisternas; pero por los reportes en gran parte del municipio capitalino, los mismos brillan por su ausencia.

Tales reclamos no se encaminan solo a la falta del servicio, para lo cual se han planteado razones como el agotamiento de las corrientes fluviales, debido, según versión oficial, “al calentamiento global”, de cuya carga líquida y fuerza de caída dependen la buena prestación de los servicios de acueducto y electricidad. La mayor queja apunta al mal manejo de la escasez, y lo que para muchos pareciera un criterio arbitrario de racionamiento. En este sentido, aunque vía redes sociales –antes se disponía más de los medios de comunicación- se difunden cronogramas de abastecimiento, sobre todo en el caso del agua, los mismos no se cumplen al pie de la letra.

Realidades distintas

Los cortes de agua y energía, por variados motivos, no se dan uniformemente en todos los sectores del estado; y por lo mismo, no se sufren de manera distinta.

Por ejemplo, Miloslava Osorio, residente de la Urbanización Propatria, apenas si sufre de la falla del servicio eléctrico en horas de la madrugada y ello se debe a que su sector se conecta a una red que debe permanecer activa todo el tiempo, y que se dice suple al Hospital Central, mientras que otros dicen suple a la sede principal de Politáchira.

Pero por agua sí sufre, apenas si puede gozar del vital líquido cada tres días. Admite ser muy quisquillosa con el aseo de su vivienda y personal, y por eso tiene siempre abastecidos los pipotes de su baño y su cocina, en tanto para ella el racionamiento no puede ser pretexto para el desaliño. Bañarse a “perolados” no es del agrado para la señora Osorio, aunque le toca; pero eso sí, apenas escucha el bufido del agua por la regadera, no lo piensa dos veces para ponerse debajo de ésta.

“Desde enero para acá están quitando el agua así, a excepción cuando anunciaban que por motivos de reparaciones del acueducto la tenían que suspender”.

 Ninfa Sayago y los tres familiares con los que convive –entre ellos dos menores- a punta de baldes se defienden, en un aguante de un par de días, pero lo que ella más teme es que la ola de rumores que un lado y otro escucha no se vayan a convertir en realidad.

“Dicen que este es año seco, que nos van a quitar en San Cristóbal el agua hasta 15 días, o hasta un mes como ocurre en otros lugares del estado”.

El día de la lavada es el día en que el chorro reaparece. Por eso está consciente de mantener todo bien limpio, no ensuciar caprichosamente o por descuido. Cuenta con un tanque aéreo; no obstante, la poca fuerza del flujo, así como muchas veces poco tiempo del suministro, no permite un llenado suficiente.

Sufrir sin luz

Antonio Blanco es el fiel representante del sufrimiento del sector de mecánica automotriz en La Concordia: Con la escasez de agua ha aprendido a lidiar; sin embargo, no sabe cuánto aguante su negocio sin electricidad. A Los clientes que acuden a su cauchera, no les anima la paciencia, misma que los propios racionamientos les ha hecho perder.

Paga arriendo y el local abre de 8 de la mañana a las 6 de la tarde. Remontar cauchos, inyectar aire y vulcanizar requiere de aparatos que consumen electricidad.

“Todos los días se va la luz, y a veces dos veces por día por periodos de 2 a 3 horas. Por ejemplo, se necesita de la remontadora del caucho, pues esa labor sólo se hace a mano con rines de hierro, y no con otros de materiales más débiles. Nos llegan con cauchos espichados y no se les pueden atender, y entonces se van a otra parte. La gente anda con sus afanes, no es culpa de ellos, como ir a tiempo a las estaciones de servicio para comprar gasolina”.

Calcula la baja de productividad de su negocio en un 30 por ciento en cuentas al vuelo. Las cuentas a pagar no esperan, ni entienden de pretextos energéticos.

“Apenas se puede realizar 4 trabajos al día, cuando lo rentable es al menos 10 en la mañana.  Hay días en que no haces ni 10 mil pesos y eso no se justifica cuando pagas arriendo, luz, agua; y si no los pagas, igual cortan”.

Agua con barro

En Barrio Libertador la queja no es el agua, sino la luz, y eso por el hecho de que provee a los habitantes un acueducto rural. No obstante, como contó un vecino que prefirió poner su nombre en reserva, no todo es perfecto, porque el caudal baja con residuos.

“Nosotros tenemos un filtro de agua, y es 4 o 5 veces al día que tenemos que destaparlo. Eso salen por el agua hojitas de árbol”.

En cuanto a las intempestivas idas de la electricidad, su clamor es similar al de miles de tachirenses: Si hay que resignarse a los cortes, al menos que a los mismos les apliquen más racionalidad y menos improvisación.

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