Regional

Sin internet, sin telefonía, sin cable…

28 de marzo de 2019

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En una realidad citadina más compleja, afirmar que el colapso de la telefonía y la internet nos ha librado de la opresión tecnológica podría representar un pecado de ingenuidad, o más bien una aseveración con una profunda perversidad.

Lo que ha pasado en la calle estos días producto del mega-apagón y sus subsiguientes réplicas en escalas no menos preocupantes, serviría para cualquier investigador que quisiese comprobar cómo las telecomunicaciones se han enmarañado con nuestra vida.

Desde aspectos más superficiales como el entretenimiento, o las relaciones sociales, hasta más agudos como el poder adquirir productos esenciales, y la necesidad de estar informado de lo que pasa en un medio conflictivo bajo múltiples amenazas.

Las telecomunicaciones han acercado las familias; y las fallas en las mismas, las alejan a un punto que puede llevar a la angustia, especialmente si su allegado pertenece a una población vulnerable.

Este miércoles aunque la luz se iba reestableciendo paulatinamente, la telefonía no acababa de arrancar, y en ciertos sectores y a ciertas horas, los “alumbronazos” comunicacionales nos tomaban de sorpresa a la población, que cuando ya estaba disponiendo a medias de ella, de un momento a otro retornaba al silencio. Por los mismos suplicios transcurría la mensajería de texto, que podía transmitirse de inmediato, o con horas de atraso: y por supuesto la mensajería que depende directamente de la internet.

Un silencio que se ha intentado suplir con los “correveidile”, con los rumores que van de esquina a esquina, con el “radiobemba”.  Si bien es cierto hace más de veinte años no existía la telefonía móvil, si existía las líneas fijas, incluso posible a través de aparatos instalados en lugares públicos, que funcionaban así hubiese apagones, cosa que no ha ocurrido en esta “época de oscuridad” cuando sencillamente por largos lapsos los “teléfonos de casa” no dan señales de vida.

En los ratos de fluido eléctrico, la radio –entre las emisoras que técnicamente han podido soportar esta crisis- ha sido muy solicitada para obtener información de lo que está pasando, la cual fundamentalmente se compone de reportes de dónde funciona, y donde no, en el estado y el país, el servicio eléctrico.

El día martes la internet a duras penas se sobreponía al corte del servicio eléctrico; ya para el miércoles con todo y luz su suspensión se prolongaba indefinidamente. Igual sucedió con la televisión por cable sin señal en gran parte del día. Muchos no han podido disfrutar de sus programas de televisión favoritos, en especial ese reality show que muestra los terribles padecimientos de un grupo de estadounidenses al voluntariamente desprenderse de sus teléfonos celulares por apenas dos días.

De cómo la telefonía, las cableras y la internet se ha visto afectada por los apagones, hasta los momentos no ha dado cuenta un informe técnico ni oficial, ni de un equipo técnico especializado en la materia.

El silencio en las telecomunicaciones de alguna manera también se instalaba en las calles donde el ruido de los motores era esporádico, y los viandantes preferían encerrase en sus ligeros y sigilosos pasos, y en meditación cabizbaja comunicarse consigo mismos.

Freddy Omar Durán

 

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