Regional
Sin moneda extranjera en el bolsillo muy pocos pueden pretender “mercar”
6 de febrero de 2020
Comenzamos un 2020 con la triste realidad de que tener bolívares en el bolsillo es prácticamente una señal de pobreza. Es la moneda extranjera la que hace la diferencia entre comer y pasar hambre.
Con un ingreso de 200 mil pesos, muchas familias pueden tener la tranquilidad de que al menos la comida no faltará en su mesa; pero son muchos los rubros que quedan pendientes, relacionados con la salud, el mantenimiento de la vivienda, el vestido, la educación, etc.
Freddy Omar Durán
Febrero comienza nuevamente con dolores reumáticos para el bolsillo de los tachirenses, que, sin una fuente de ingreso en moneda extranjera, muy poco pueden hacer para llevar el pan a su casa, especialmente un asalariado y menos aquel que gana menos del mínimo.
Los últimos reportes del año pasado indican que la cesta básica se situó por el orden de los 27 millones de bolívares, y por la gran disparada de precios apenas comenzando enero, nada raro resulta que haya superado la barrera de los 30 millones de bolívares.
Pero para el venezolano, ¿qué es realmente la canasta básica? Debe ser algo así como una criatura fantástica, como una quimera, un Unicornio o cualquier otro ente celeste, pues con ellos se fue a vivir en tan alta morada, teniendo en cuenta que, con un salario mínimo, apenas si se cubre el fondo de esa canasta.
Mayonesa, salsa de tomate, sal, azúcar, margarina, entre otros productos, antaño eran lanzados casi que automáticamente en el carrito de supermercado. Muy pocos se preocupaban en mirar su precio, pues se suponía que era lo más barato y perfectamente se podía costear. Más bien, el detenimiento era para otros productos, que podríamos catalogar de gustos y lujos del consumidor venezolano, acostumbrado a las buenas marcas.
Hoy en día, esos habituales de las bolsas del mercado en conjunto superan el salario mínimo de 350 mil bolívares: una salsa de tomate, en su presentación normal está por los 70 mil bolívares; un kilo de sal, en 30 mil bolívares; un kilo de azúcar en 60 mil bolívares; un paquete de harina Pan en 85 mil bolívares; medio kilo de mayonesa en 140 mil bolívares, etc. Y si hablamos de productos cosméticos, valga decir apenas que un champú no baja de los 200 mil bolívares, casi ¾ partes de un salario mínimo.
Cierto es que los precios de un establecimiento a otro pueden cambiar —y en este sentido, el consumidor se ha convertido en un experto baquiano en medio de una selva inflacionaria—; pero con unos bolívares más o unos bolívares menos, por ningún lado el salario mínimo sale triunfante.
Cada quien con su emprendimiento…
¿Cómo hace el tachirense para sobrevivir? (por no decir “morirse de hambre”, para no usar expresiones fuertes). Un ingreso en pesos hace la diferencia, pero, aun así, parece que ni el mismo puede contrarrestar los efectos inflacionarios, que para muchos la misma circulación de divisas propicia.
Esa es la opinión de muchos encuestados, quienes amablemente pusieron sus pensamientos en orden para ofrecernos sus inquietudes, pues prácticamente la mayoría de los tachirenses se concentran en la incertidumbre del día a día.
Jesús Escalante y su novia forman una pareja que está convencida de que no se irán del país y que juntos, con un amor que a leguas se nota, podrán sortear muchas dificultades, como en la que estaban al momento de ser encuestados: abastecer de gasolina a su motocicleta. Hicieron un curso en el Inces –sin después de 6 meses haber recibido su certificación-, y en Capacho están levantado su propio emprendimiento. Y con ese vehículo van por todo el pueblo, repartiendo su producción, vehículo parado por la falta de combustible.
“Como cada venezolano en este país, nosotros –sostuvo Escalante– estamos sobreviviendo. Estamos dedicados al negocio de la panadería. Al principio nos llegaba por la alcaldía, en apoyo a los negocios artesanales. Pero ya no la recibimos y nos toca conseguirla por Colombia y nos sale más cara, a 85 mil pesos. Con nuestro ingreso apenas tenemos días que comemos bien y otros recortaditos, pero ahí vamos, rebuscándonos pesos. Pero decir que uno trabaja para comprarse un carro o al menos una muda de ropa, no.”
De Rudy Figueredo, con las canas encima, le harían a uno a pensar que está en periodo de retiro; pero, por el contrario, recorre con vigor las calles, atendiendo a los requerimientos legales que se le hacen como abogado. Por ser jubilado del Ministerio de Educación también se ha hecho merecedor de una pensión, la cual para casi nada alcanza
“El problema –afirma Figueredo– aquí es cada vez que el Gobierno va a hacer algo a favor del pueblo, se incrementan todos los productos, en contra de sus sueldos y pensiones. No hay un ente público que controle realmente el cumplimiento de los precios justos. ¿Con 350 mil bolívares, quién y cómo vive con un salario así”.
Antonio Gálviz, dueño de un tradicional negocio de ferretería, opina que en enero y en febrero muchos empresarios se están descapitalizando y que lo poco que pudieron haber acumulado a finales de 2019 se está colando en gastos operativos y administrativos, mientas están “aguantados” con su existencia. Además, considera que los impuestos subieron demasiado y en nada se conduelen con la crisis económica que ha traído bajas ventas.
Canasta tachirense
Aunque se puede hablar globalmente de una canasta básica venezolana, en honor a la verdad, cada Estado la contabiliza a su manera. De acuerdo a las encuestas realizadas en la calle, con 200 mil pesos –el término bolívar ha entrado en desuso-, la “papa” se asegura para un hogar de 4 personas.
No hay un concepto uniforme sobre si es mejor o peor hacer mercado en Cúcuta; pero poco a poco hay la conciencia, dentro del comerciante tachirense, de que se debe competir con la frontera. Por el contrario, otros, en vez de hacerse a esa idea, se empeñan en precios más elevados que sus pares colombianos, o peor aún, seguir un proceso inflacionario, ya no en bolívares sino en moneda extranjera.
En la actualidad, el salario mínimo representa una unidad de valor, y ya de nada vale decir cuánto de más respecto a este referente económico se está ganando, sino cuántos salarios mínimos está recibiendo un asalariado. Para muchos, ganar 4 salarios mínimos mensuales es apenas, valga la redundancia, el “mínimo”, para no pasar mayores penurias.