Dentro del marco de la celebración del Mes del Artista Plástico, uno de los acontecimientos destacados dentro de la programación especial preparada por el Museo de Artes Visuales fue la individual de Javier Chacón, titulada “Restauración en fuga”.
Como nos ilustró Carmen Ludene directora del Mavet, Javier Chacón representa “una abstracción lírica, muy personal, donde juega con los blancos y genera una serie de centellas y luminiscencias a nivel cromático que le permite ver poéticamente dentro de su propuesta una serie de matices y superposiciones muy interesantes, Yo diría que para la región es una propuesta muy solida en cuanto la abstracción, porque nos lleva a confrontarnos con un despliegue sinfónico de los valores estéticos. Nos deslastra de la figuración para sumergirnos en sus monocromías y sus tonos.
En el mes de mayo también se dispuso de dos de sus salas para la tradicional colectiva, en la que todos los años participan profesores y alumnos de la Escuela de Artes Plásticas, pletórica de lenguajes y técnicas, y una demostración de que en el Táchira una corriente plástica se mantiene en plena ebullición. Igualmente, estudiantes de la escuela robinsoniana Juan Antonio Román Vallecillos mostraron sus avances en cuanto al dominio de las artes gráficas. El Día Mundial del Museo –el 18 de mayo- fue el pretexto idóneo para un encuentro entre estas instituciones culturales y las nuevas generaciones de comunicadores sociales, en esta oportunidad representadas por universitarios que cursan la especialidad en la ULA-Táchira. En el conversatorio, que contó con la participación de Anderson Jaimes, fundador de la Galería El Punto; Belkis Candiales, directora de Funmavet, y el arquitecto Jhonny Rojas, se destacó la función social de los museos y la necesidad de una hiperconexión entre ellos, con miras a la formación, tanto del personal especializado como de la comunidad, bajo criterios de conservación y patrimonio.
<&Intertítulo…> Pureza inmaterial
Javier Chacón marca un lenguaje muy articulado y diferenciado respecto al abstraccionismo tachirense, muy recurrido por los artistas en los albores del siglo XXI. Su “Restauración en Fuga” ya viajó a la ciudad de Mérida, y ahora aquí se explaya en sus formatos ambiciosos, que se corresponden a la ambigüedad de su nombre. Por un lado, tenemos la “fuga” desde lo figurativo, de ese espíritu que bien puede poblar la materia o flotar sobre ella. Por otro lado, la “fuga” alude a lo musical, a la armonía de las tonalidades que construyen dentro del espectador un espacio para la paz interior. El juego con la transparencia y unos cromatismos sublimados de la carne, la vegetación y las huellas del tiempo crean la complicidad con la mirada. Collage, grabado, sutiles implantes con hilos de luz y arrugados en la piel de la tela, son varias las técnicas que de manera sutil utiliza en una especie de homenaje a la pureza y el equilibrio, bajo un trance de esplendor.
Como bien reza la ficha técnica que acompaña la exposición: Lo “matérico” y el color vibran para llevarnos a una propuesta inmaterial que anula la forma y nos irradia tonos de colores que buscan monocromía del blanco y el gris como tono intermedio de lo inmaterial. En este sentido está a la saga de antecedentes dentro de la escena nacional, como Jesús Guerrero o Arquímedes Cortés.
Freddy Omar Durán