Tránsito fluido por el Simón Bolívar
22 de noviembre de 2024
Con la crisis económica, agravada por la situación de pandemia y que agrega un plus de parálisis general, los avances logrados por la mujer sufren preocupantes retrocesos: si en tiempos de estabilidad, el saldo positivo del ingreso va al bolsillo masculino, en tiempos de depresión, el saldo positivo, pero de pobreza, se asienta sobre los hombros de la mujer.
Freddy Omar Durán
Sobre esta reflexión en este Mes de la Mujer, Beatriz Mora, presidenta del Instituto Tachirense de la Mujer, Intamujer, ve con preocupación cómo la pandemia ha reforzado una escasez de empleo, lo que pone en aprietos a muchas madres, que en soledad deben velar por sus hijos.
—Realmente -sostuvo Mora-, el impacto económico de la devaluación monetaria ha traído consecuencias devastadoras, dejando sin empleo a muchas mujeres. Con un comercio trabajando a medio motor, más los despidos de personas que hacían oficios dentro de los hogares, muchas mujeres se han visto en la necesidad de hasta pedir, porque no tienen para dar de comer a sus hijos. Lo más triste es que no tienen ni para un tapabocas. También tenemos a la mujer funcionaria pública, que no puede ser desatendida, porque con el salario mínimo que gana no le alcanza ni para un cartón de huevos, en una Venezuela dolarizada
Recuerda que más allá de la violencia física, psicológica y verbal, existe la patrimonial, que en un relativo silencio puede resultar tan o más nefasta. En este sentido, desde los lugares de trabajo también resultaría válido hablar de una violencia laboral, cuando se producen despidos injustificados o se les niegan todas las posibilidades de hallar un empleo digno.
—Hay una consecuencia aunada, tanto a la pandemia del covid-19 como a la crisis económica, y es el hecho de que la mujer está siendo víctima de la violencia de género en su casa, y sus agresores, que tienen ante sí a una mujer que ha quedado desempleada y sin ingresos, ejercen la violencia patrimonial. Esto ocurre cuando le quitan el sustento a la mujer para mantenerla dominada— dijo.
Agregó que la mujer es víctima del Estado venezolano, al no conseguir condiciones laborales para un empleo digno, que le ayude a salir adelante y le permita librarse de una relación de pareja donde es objeto de vejámenes físicos y psicológicos, y donde se le vulneran todos los derechos, e incluso puede perder hasta la vida.
Hizo un llamado al Gobierno nacional, a crear programas preventivos y fortalecer las instituciones que ayudan a prevenir la violencia de género, desde los cuales se creen proyectos que realmente tengan un impacto positivo en la economía.
—Nosotras, las mujeres, necesitamos ser escuchadas; si no nos escuchan en nuestro país, que nos escuchen a nivel internacional. En el 2021, la mujer venezolana clamamos S.O.S., porque nos están matando: en 5 años han sido asesinadas 1.031 mujeres, en manos de hombres, 228 en 2020, y en dos meses de 2021, 20 mujeres, 2 en Táchira.
A ese cuadro crítico, Mora agregó la situación de la mujer “caminante” que, bajo el sol y la lluvia, recorre cientos de kilómetros en busca de salir del país, al encuentro de mejores medios de subsistencia.
—Tenemos el caso de las mujeres que, caminando días desde sus lugares de origen en el interior del país, vienen al Táchira con sus hijos –a veces tres o cuatro-, rumbo a Colombia. Aquí, en el Táchira, permanecen en condiciones de hacinamiento y se exponen a la violencia en el lugar donde estén. La mujer, cuando sale de su casa, hacia un viaje que no sabe en qué va a terminar, o qué va a hacer para darle de comer a sus hijos, es porque está desesperada. Es víctima cuando al intentar pasar la frontera, quién sabe qué cosas se le pueden exigir. De otro lado, están las madres que vieron partir a sus hijos, porque saben, con tristeza, que será muy difícil volverlos a ver; ellas se despidieron y ese dolor lo cargan en su corazón.
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