Freddy Omar Durán
Ya llevan más de una década esperando por soluciones de vialidad que no llegan, los habitantes de la vereda 4 de La Machirí, y a sus ramales, al norte de San Cristóbal.
Como denunciaron un grupo de residentes de la mencionada zona, no solo se trata de una vía que apenas sí conserva unos retazos de pavimento, desnuda en pura piedra y arena, peligrosa para los automóviles, pues peatones y residentes han sufrido en carne propia las consecuencias de la incomunicación y el abandono.
Por ejemplo, la señora María Celina Galvis, de 87 años, piso mal y sufrió una caída aparatosa que conllevó factura de brazo y pierna. Los niños que emocionados en diciembre estrenaron su bicicleta, acabaron en el suelo y con fuertes raspaduras.
Coromoto Morales tuvo que sacar de donde no tenía para pagar las averías de los tripoides de su carro, en lo que se le fueron más de 100 dólares.
Hasta la entrada del sector, la generosidad de asfalto que toca las rutas por donde transitaron los competidores de la Vuelta al Táchira, pero más allá no se atrevió a pasar, continuando un abandono que ya superó la década. Los que sí se atreven a recorrer el tramo destapado lo hacen despacito, porque de lo contario el chasis lleva las de perder, pues por ahí se cuelan piedras y arena.
Por pura necesidad los vecinos aceptan pasar sus automóviles por ahí, y eso rogando que las condiciones climáticas sean favorables, ya que si la lluvia cae, transitar por esa vereda resulta imposible. En algún tiempo una tubería de aguas blancas dañadas terminó convirtiendo la vía en un lodazal. Los que no se arriesgan son los taxistas, que dejan al pasajero en la entrada, algo especialmente complicado en horas de la noche, pues al mal estado de las vías se le suma un inexistente alumbrado público, que hunde el lugar en una oscuridad peor cuando sencillamente hay esos apagones de 4 horas diarias, muy frecuentes en estos días.
Esto ha sido motivo de padecimiento para la señora Maribel Arias, que de lunes a viernes tiene que trasladarse con su hijo de 7 años con parálisis cerebral en brazos para sus terapias. De esta manera tiene que ver cómo el taxi la lleva y la trae, y aunque tiene moto, el desastre vial y el hecho de un copiloto que requiere atención especial, restringen la movilización en ella.
— Les pedimos a los taxis que nos dejen allá arriba, y recorremos el resto de ruta a nuestros hogares caminando— afirmó Cristian Restrepo.
En el año 2022 el equipo técnico de la Alcaldía de San Cristóbal inspeccionó la vereda e incluso se planteó una pronta solución, la cual por supuesto no ha llegado. Sin embargo, los vecinos de la vereda 4 aún tienen esperanzas de que esa promesa será cumplida.
—Un arquitecto e ingeniero, en septiembre de 2022 hicieron una inspección, y se les pasó todo lo que exigen, e incluso tuvimos que ir lejos a buscar una UBCH en La Invasión para que nos sellara y firmara un documento, en el cual también incorporamos fotos— agregó uno de los denunciantes.
Sobre el servicio de aseo urbano, los vecinos de la vereda 4 quisieran contar con un contenedor similar a los que se han instalado en varios puntos de San Cristóbal, ya que el que donó un vecino se quedó pequeño ante la acumulación de basura del sector.
Cariñito para la bis 4
Además de la petitoria de asfaltado, que en los ramales cada casa ha intentado paliar a su manera con material de relleno y emplastos de cemento alternado, los vecinos de la vereda 4 bis también quisieran convertir en realidad un proyecto de jardinería y seguridad al final de este acceso.
Resulta que la vereda 4 bis remata en un matorral, más allá del cual se ubica un barranco de unos cuantos metros en dirección a la quebrada La Machirí. El terreno ha sido aprovechado para la siembra de especies frutíferas y ornamentales, no obstante ahí se podría adecuar un jardín y un muro de protección, para de esta manera evitar algún accidente y de paso embellecer el entorno natural de forma segura.