Antes de que los leones viniesen al Táchira a sembrar el terror en los parajes rurales, otros vinieron en forma de arte para engalanar la cuna de Cipriano Castro, quien como triunfador de la Revolución Restauradora y presidente de la República ofreció un regalo que, más que un grupo escultórico, es casi un símbolo de la gallardía y emprendimiento del pueblo tachirense, dispuesto a luchar por lo que se propone denodadamente.
Coronan el conjunto arquitectónico de la Casa de Mercado de Capacho, construido entre 1906 y 1907, y están fundidos en bronce, en el blog Experiencia Arte, “los leones, de proporciones y tamaño que reproducen la escala natural de un león (propio del naturalismo decimonónico, con detalles precisos como la forma y amplitud de sus guedejas), fueron fundidos en dos secciones cada uno y de altura ajustable”.
Según la inscripción o marca en su basamento, son una obra de fundición de Maurice Denonvilliers (1848-1907), uno de los más altos representantes de la metalurgia francesa de fines del siglo XIX. Es importante acotar que la escultura ornamental decimonónica de leones en los países del sur de Europa y Francia, retroatrae o converge en su origen en los modelos de león esculpidos por el artista renacentista Flaminio Vacca o Vacchi (Roma, 1538 – Roma, 1605)”.
En torno a los leones hay varias leyendas, una que dice que Cipriano Castro ordenó directamente la elaboración de los leones a artistas parisienses; mientras que otra dice que los mismos ya existían desde la época de Guzmán Blanco. Lo cierto es que fueron cargados a lomo de mula y en carretilla desde la ciudad de Caracas, lo que debió significar que tuvieron que recorrer un largo y tortuoso camino de meses.
Kimba murió en el total abandono
Si bien el Zoológico de San Cristóbal fue un fracaso, el de Capacho Libertad se sostuvo por unos cuantos años y una de sus atracciones fueron sus famosos leones.
Un registro audiovisual de ellos se posible verlo a través de la red social Youtube, del año 1983, captado por Julio Ernesto Pérez Silva, en lo que se denomina Parque Zoológico La Laguna, hoy en día hogar de lapas, tortugas y algunas aves.
Sobre el destino de esos animales, lo que se supo fue el hambre que tuvieron que pasar durante un buen tiempo, siendo alimentados por la buena pro de los vecinos. Al fin y al cabo corrieron con la misma suerte de gran parte de los felinos residentes de muchos zoológicos en Venezuela.
Allí vivió hasta hace muy poco Kimba, que fue atendida por personal veterinario de la Gobernación del Estado, quien verificó en ella, pérdida total de la visión de uno de sus ojos, y además que hicieron observaciones por el mal estado del cautiverio y el stress que le causaba estar tan cerca del tráfico automotor. Esa lesión fue provocada por un golpe, y por ella finalmente moriría un 19 de marzo de 2015, aunque nadie supo con exactitud dónde fue enterrada y en qué circunstancias.
También hay un palacio para ellos…
Simbólicamente, el León representa el Poder, la protección, el donaire e incluso la arrogancia: era el signo astrológico del presidente Chávez, un fiel representante del mismo.
Pero a la vez como puede ser una criatura protectora de sus cachorros; puede resultar un voraz depredador, algo así como la clase política.
Es por eso que los leones también han quedado inmortalizados en San Cristóbal, en una de sus más conspicuos Templos del Poder: El Palacio de los Leones, hoy en día residencia del Legislativo regional. Fue inaugurada en 1931, representando para ese entonces la edificación de mayor jerarquía, durante un período de auge de las grandes arquitecturas.
Ha cobijado tanto la administración municipal y regional, y si bien iba a prestarse provisionalmente al CLR, luego de un misterioso incendio que destruyó su sede en el Centro Cívico, en la actualidad, sigue siendo un intenso campo de actividad política.
Al contrario, de lo que ocurre en la Plaza de Mercado de Capacho, esos leones están cerca del cielo y no a ras de tierra. Como podemos leer en la página web del IAM Venezuela, los dos leones están “en posición heráldica de detenidos en guardia (statant guardant), al estilo o moda italiana del siglo XVI y XVII, como fue el caso de la Loggia dei Lanzi en Florencia (Italia)”. Al parecer fueron hechura del escultor Jesús Uzcátegui, pero hay dudas de esta autoria.
En la página leemos que “Los leones rugientes del palacio, que preceden desde la altura de los ángulos superiores de la edificación el acceso al atrio y con unas medidas de 1,50 x 1,83 m cada uno, responden a un tipo de escultura por modelado muy esquemática o simplista, que tiende a representar solo los rasgos más significativos del animal, sin entrar en el detalle o la precisión naturalista, sino más a la linealidad esquemática o geométrica como se observa en las formas dadas a las guedejas, la mandíbula o las dimensiones craneales. Por igual, las esculturas están desprovistas de todo figurativismo -de inspiración clásica y mitológica- y sin un determinado acento, dramático o expresivo”.
El Palacio de los Leones parte del gran proyecto civilizador del “dictador local” el temible Eustoquio Gómez, y su levantamiento tomó varios años. Ese hecho y otros más, han envuelto al edificio en la leyenda, algunas muy tenebrosas, pues se dice que desde este edificio se construyó una red de pasadizos subterráneos, utilizados tal vez para movilizar “presos políticos”.
Sea como sea, aunque los leones parecían unas criaturas exóticas pertenecientes a la mitología o las estepas africanas, y llegaron al Táchira, y fueron respectados en su aspecto simbólico, terminaron por habitar entre nosotros, para inspirarnos tanto admiración como pánico. (Freddy Omar)