A tres años de una emergencia que afectó a más de 10 viviendas, lejos está el sector Santa Elena, municipio San Cristóbal, de superar sus problemas en materia de vialidad.
Las recuperaciones que allí se hicieron apenas si han servido para que las poblaciones entre Rubio y San Cristóbal no quedaran totalmente incomunicadas, pues una capa de relleno y pavimento para nada ha detenido un hundimiento en desarrollo.
La semana pasada, la gobernadora Laidy Gómez dio unas declaraciones, admitiendo que apenas se ha mitigado algo de los inconvenientes, casi endémicos, del tramo, de alrededor de 200 metros, y que para una solución definitiva se requiere una inversión de alrededor de los 700 mil dólares, con los cuales no cuenta el ente regional.
Sin arreglo a futuro
En vez de un equipo de obreros y técnicos emplazados en el sector, dos hombres con los medios más rudimentarios le colocan parches de asfalto, convirtiendo a su vez su colaboración en un medio de subsistencia, aprovechando la gran circulación de vehículos por allí.
— Si no le aplicamos asfalto, esto en dos días se vuelve a quebrar y nuevamente quedamos incomunicados. Las gandolas que pasan con tanto peso y las lluvias, que por estos días vuelven a caer con fuerza, no ayudan a que esto mejore— explicó una de las personas que extendían un pote a los conductores para depositar la colaboración.
Sus buenos oficios a duras penas han servido para “curar” lo más destapado de la vía, porque una falla de borde, unos metros más allá, amenaza con devorar lo poco transitable y nada pueden hacer, aunque se ha visto mermada por la carga de piedras que le han lanzado encima.
Jorge Salamanca tiene que cruzar todos los días por ahí y brevemente pudo dar unas declaraciones, cuando su automóvil se apagó al bajar la velocidad, evitando una violenta caída en la brecha; llamó al lugar el “paso fantasma”, pues le asalta el temor de que, de un momento a otro, a cualquiera que pasé por ahí le podrían dar una aterradora sorpresa.
—Por acá hay que andarse con mucho cuidado, pues, Dios no quiera, una mala caída o un choque imprevisto dañan los vehículos, estando los repuestos y los arreglos tan caros. Esto no tarda en volverse a desbarrancar, y nos tocaría tirarnos hacia El Valle y por esos lados también están incomunicados— afirmó Salamanca.
Sobre las causas de los derrumbes nada se ha aclarado oficialmente, unos hablan de una naciente, otros de una laguna ubicada en lo alto del monte que domina el sector, y otros de un problema de tuberías rotas, desde las cuales se siguen filtrando las aguas.
En las inmediaciones del tramo afectado por los consecutivos aludes, ya nadie se ha atrevido a volver a levantar sus viviendas. Apenas una edificación en la que opera una chivera desafía al destino, flotando una buena parte de la misma sobre el hundimiento. Para ingresar o salir de ella hay que saltar sobre una zanja, a través de la cual se ve una columna, a duras penas en pie. Sus moradores saben del peligro latente, con sus bases corriéndose lentamente, y sin una posibilidad de mudanza a corto plazo, ruegan a Dios para no perder sus pocos bienes.
Freddy Omar Durán