Como trabajador de la Alcaldía, Rubén Rojas es el encargado de cumplir uno de los oficios que nació con esta pandemia: desinfectante de las unidades de transporte público
Pero él considera que su papel va mucho más allá, y su empeño ha sido concientizar a la colectividad sobre los riesgos de la pandemia y, en especial, sobre las medidas de prevención, siendo uno de los principales el uso del tapabocas. Y si el ciudadano tiene como pretexto no tener a la mano uno, o no poder comprarlo, él carga unos cuantos en su koala, para regalar. Algunos aceptan su consejo y ayuda con amabilidad; pero no pocos se ponen agresivos.
—Cuando uno llama la atención –dijo Rojas- dentro de la unidad a un pasajero que no carga el tapabocas, te dicen groseramente: “¿quién eres tú?”… Y se enojan. Y yo les respondo que deben ser considerados con los otros usuarios. Muchas personas se excusan diciendo que se les olvidó y entonces, con mucha educación, les regalo uno.
Su preocupación actual es el hecho de que la población pareciera que ha bajado la guardia ante la pandemia, muchos piensan que ya pasó de moda, aun cuando según las estadísticas, y lo que muchos saben a partir de lo que les está ocurriendo a parientes, allegados y conocidos, el covid-19 está “vivo y coleando” en el Táchira, con su estela de pérdidas humanas, a pesar de la tendencia a la baja en las cifras epidemiológicas.
—La gente debe tomar conciencia, la pandemia está reactivada, esto no es un juego y precisamente, cuando uno se descuida, la enfermedad te ataca.
Él se toma su trabajo en serio, con su rocío de hipoclorito y sus consejos lucha contra una temible enfermedad. Los conductores de las unidades de transporte, tanto de líneas urbanas como suburbanas, le brindan toda la colaboración, pues a ellos les interesa que los usuarios se sientan seguros cuando se desplazan en sus busetas. Alrededor de 100 unidades diarias pasan por su proceso de fumigación.
Freddy O Durán