Vendedores alegan que cobrar en pesos es una alternativa que les permite hacerle frente a la crisis que golpea a la nación
Cada vez son más los negocios, puestos de comida y ventas de verduras que cobran en pesos en la ciudad fronteriza de San Antonio del Táchira. El bolívar suele aparecer como última opción a la hora de ofrecer algún producto. La ciudadanía, por su parte, se moviliza entre lo formal e informal para poder obtener ingresos en otra moneda y así costear los gastos de primera necesidad.
En el centro de la ciudad, signado por la soledad y locales cerrados, los pocos que sobreviven venden en moneda colombiana. «Cuestan 10.000 pesos», fue la respuesta que dio la trabajadora de una tienda de cholas o pantuflas al momento de preguntarle sobre el precio. La moneda oficial nunca fue mencionada de forma espontánea por la señora, solo hizo referencia a ella cuando se le asomó la posibilidad de pagar en bolívares. «Vienen siendo Bs 100.000», calculó, para luego alertar que su punto estaba averiado. «Es muy caro el arreglo», aseguró.
Lo mismo ocurre si se entra a una panadería o a cualquier otro local de la jurisdicción. Todos quieren ganar pesos; el bolívar lo ven con recelo, como consecuencia de una hiperinflación que lo golpea y lo presenta muy débil. «En San Antonio, todo se paga en pesos», recalcó Maryedith Reales, de 57 años, quien se vio obligada a dejar uno de sus trabajos formales para vender pasteles, oficio que comparte con su empleo de secretaria en el liceo Manuel Díaz Rodríguez.
«Lo hago para poder pagar el alquiler», precisó. Reales debe conseguir 130.000 pesos mensuales para responder por el apartamento donde vive con sus hijos. «Comienzo a vender a las 7:00 a.m. y a las 2:00 p.m. me desocupo», destacó. A partir de esa hora, la dama se concentra en su labor en la institución educativa. «Por eso me fui de Embutidos San Antonio, para hacer otras cosas en las que pudiera obtener ganancias en moneda extranjera», subrayó quien vende los pasteles en 1.000 o 1.500 pesos.
Detalló que ya los clientes ni preguntan si es en pesos o en bolívares, puesto que la mayoría maneja «los billetes del hermano país». «Esta es la realidad que vivimos en la frontera. Es difícil, pero debemos seguir adelante: trabajar para no dejar que la crisis nos gane», puntualizó.
«Si compro en pesos, vendo en pesos»
Carolina Escobar llegó a San Antonio hace dos años. El deterioro de la economía venezolana la empujó a dejar su tierra natal, La Victoria, estado Aragua. Al llegar a la frontera vio la oportunidad de emprender su propio negocio. «Empecé vendiendo huevos y sigo en eso», enfatizó quien cobra el cartón en 9.500 pesos y el medio en 4.800.
«Yo todo lo compro en pesos; entonces, vendo en pesos», argumentó. Escobar se ubica todos los días, a las 6:30 a.m., en las inmediaciones del Centro Cívico, jornada que va culminando a las 2:00 p.m. «Aquí me ha ido bien. No me gustaría irme del país», sentenció, para luego dejar claro que los clientes que llegan a pagar con bolívares, se les recibe sin problemas. «Igual, son pocos», remató.
Gran parte de los negocios alegan que sus puntos se encuentran dañados cuando los ciudadanos desean pagar con sus tarjetas, situación que se hace más común conforme va pasando el tiempo.
Jonathan Maldonado