En las 4 horas con 45 minutos que duró la peregrinación, los muchachos de la Pastoral Juvenil Parroquial no dejaron sola a Nuestra Señora de la Consolación. A falta de Alexis, quien durante los últimos años se encargaba de maniobrar la palanca del carruaje, este miércoles se compartieron entre varios el honor de impulsar el trono de la patrona del Táchira desde la catedral de San Cristóbal, de donde salieron a las 6:40 de la mañana, hasta el atrio de la basílica de Táriba, que coronaron a las 11:25.
“Somos sus custodios”, decía Edgar, al mando del tren delantero. Como otros jóvenes en el grupo de 30 que empujaba la carroza, incluso como ya hizo Alexis, Edgar tiene planes de emigrar. “Lo que le pedimos muchos a la Virgen es volver, para estar con ella el próximo agosto”, confesó. “Es parte de nosotros: hacemos esto desde los 15 y ya pasamos de 22 años”.
Ese nicho blanco, con la flor más bella de los Andes rodeada de otras plantas multicolores, fue el centro de una procesión de más de ocho kilómetros que superó expectativas.
Peregrinaron descalzos, como William Sierra. El joven siempre ha sido devoto de la Consolación y, a raíz de una lesión en la pierna, le prometió seguirlo haciendo sin zapatos. Ya lo ha cumplido durante ocho años; esta vez, le acompañó un tiempo nublado y fresco.
Peregrinaron con adultos mayores en sillas de ruedas, como la abuela de Silvana Chacón. Es diabética y a sus 85 años ya no camina; por primera vez vivió así su devoción mariana.
Peregrinaron padres con bebés en coches, como Yosmeira Cárdenas y su marido. “Ella es nuestro milagro”, dijeron, señalando a la niña dormida. Es la segunda vez que se lo agradecen a la patrona, viajando el 15 de agosto desde Coloncito, donde viven.
Peregrinaron con banderas nacionales de variados tamaños, como la de Mayra Alviárez. “Estoy convencida de que la Virgencita va a liberar a Venezuela”, expresó.
Peregrinaron grupos organizados, como los Samuelitos; la juventud de la hermandad de Emaús. Sofía, parte de los jóvenes, pidió a María del Táchira por el futuro y la paz del país.
Peregrinaron niñas vestidas igual a la Virgen de la Consolación, como la hija de Izamar Ramírez. Le imploraron con fuerza a la patrona poder encontrar los insumos y salir con éxito de su operación por displasia de cadera. Hoy la pequeña camina perfectamente a sus tres añitos y medio.
Peregrinaron con carteles y la proclama “Sí a la vida, no al aborto”. Lo portaban, entre otros, las laicas de la parroquia Santo Domingo de Guzmán, Marilia Matos y Esperanza Chacón, con un rosario en la mano, rezando, como otros tantos que procesionaron.
Peregrinaron con el retablo de la Virgen en franelas, como la familia Casique. La matrona contó que es una forma de mantenerse unidos y de agradecer las bendiciones de María.
Peregrinaron, por qué no, colaborando con naranjas, como los comerciantes del Mercado Mayorista. Dispusieron 350 cestas para el pueblo a la entrada de Táriba aunque, en otros tramos del recorrido, hubo menos puntos de hidratación en comparación con años previos.
Peregrinaron, incluso doble por la falta de transporte público: a muchos tariberos les tocó llegar a pie hasta la catedral de madrugada; otros tantos sancristobalenses se regresaron caminando a mediodía, luego de la misa. Lo principal: que todos le cumplieron a la Virgen.
Daniel Pabón