Esquivar huecos sobre la Troncal 5 a la altura de Colinas de Valle Hondo, se ha convertido en un peligroso juego que ya le ha costado la vida a muchas personas, malogrado la salud de otras, y causado graves daños a los vehículos que han circulado ahí.
Lo que a simple vista parece una simple degradación de la vía a consecuencia de un declive de aguas no debidamente canalizado, se ha convertido en una guillotina a la cual se suman otros elementos mortales como barrancos a los costados, falta de señalización e inexistencia de zonas especiales para la circulación de los peatones expuestos a una carros a gran velocidad.
La comunidad del sector, en compañía del diputado Ezequiel Pérez, hicieron un recuento de los peligros que se solapan en el fondo de esa especie de “chinchorro” con malas sorpresas para los conductores imprecavidos, el cual también junto a un inmenso socavón más arriban representan focos de infecciones.
Malos olores y un nudo en la garganta es lo que sienten quienes por ese lugar deben circular a pie, algo a que se han visto obligados por la crisis en el servicio del transporte público. Pero las madres son las que más sufren porque por ahí deben pasar sus hijos de ida y venida de la escuela, atravesando la Troncal 5 y bordeándola todos los días.
Jennifer Risques, vecina del lugar, afirma que ya han sido varios los accidentes que han ocurrido cuando los automóviles o motocicletas sin ser advertidos aunque sea por una señalización sobre el pavimento, son abordados por múltiples peligros: o caen en los huecos, o patinan sobre el pavimento mojado, o dan un mal volantazo rumbo al despeñadero, a la colisión con los peatones, otros automóviles, u obstáculos, o un volcamiento seguro.
Ese tramo ya ha cobrado su cuota de muertes y heridos, y aún así los vecinos del lugar no entienden la inoperancia de los organismos públicos, ya sea en instancias municipales, regionales o nacionales.
“Sería bueno que el gobierno –afirmó Risques- pusiera mano dura en esto porque para nosotros mismos que vivimos acá ha sido un serio peligro. A mí en estos días un carro casi me lleva al intentar desviarse. Las aguas negras que bajan por acá también nos traen problemas, ahora en invierno no se sienten casi pero en verano no se puede con los malos olores”.
Parte del mal se origina a partir de una bote de aguas negras, al que se suma una naciente de la montaña que desde un defectuoso embaulamiento cae directamente a la carretera y la va horadando; pero si se asciende unos diez metros más nos topamos con un enorme cráter de 50 metros de alto, por 50 metros de ancho y al menos 8 metros de profundidad, a cuyo fondo dos tuberías de hormigón que se encuentran bajo la carretera y a cierta altura del fondo, depositan aguas que no solo sirven de caldo de cultivo a varias enfermedades sino que van agrandando el hueco, lo que ha provocado entre otras cosas, el deslizamiento del terreno, de árboles, que han caído en las casas circunvecinas.
El hambre de ese socavón no se ha complacido con la vegetación arbórea, las redes del alumbrado público –dejando sin luz por días a la gente del sector- que por ahí se han desaplomado, sino que apunta hacia las viviendas cercanas, lo que puede significar una tragedia de daños incalculables. Entre las posibles soluciones estaría o el rellenado, o el impedir que más aguas se acumulen. Cuando llueve se transforma en una inmensa piscina que se desborda a la carretera, trayendo esto un daño colateral.
En un taller mecánico cercano, se puede observar un automóvil reducido a chatarra el cual intentar esquivar el tramo dañado de la Troncal 5 fue a dar al fondo del socavón, salvándose de milagro el chofer, una suerte con la cual otros no han corrido.
Sin islas en medio de la carretera, sin acera alguna para su movilización, y sin puentes para atravesar la autopista, los peatones, que ya no cuentan con un servicio de transporte público idóneo, continuamente se lanzan bajo su propio riesgo a orillas de la vía.
Freddy Omar Durán