Regional

Un corazón con tres niños tomados de las manos

9 de marzo de 2020

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Hace 65 años, el padre de origen chileno, José María Vélaz, inició en un barrio de Catia, en Caracas, una de las obras más importantes de la educación venezolana. En una humilde casita, cedida por un obrero, y con el apoyo de una joven maestra, que transformó sus zarcillos en la tiza con la que tejía las lecciones de cada mañana, fue sembrándose esa idea de Educación Popular, que luego fue llegando a los sectores humildes del país y de Latinoamérica.

Nacía el Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría, como alternativa de desarrollo para los más humildes; una antorcha de esperanza, en medio de la zozobra y la oscuridad de la ignorancia y la exclusión.

En el estado Táchira, tres instituciones de este importante movimiento educativo luchan por seguir adelante, por mantener viva esa llama y seguir ofreciendo a los más necesitados la oportunidad de transformar su realidad y su entorno, con la educación, con el trabajo honesto, con el aprender a hacer haciendo. Estos centros educativos están ubicados en San Joaquín de Navay, jurisdicción del municipio Libertador; en el sector de Orope, en García de Hevia; en El Topón, en la zona rural del municipio Independencia, y en Naranjales, municipio Fernández Feo, zona sur del estado Táchira.

Fe y Alegría-Naranjales: la lucha continúa 

De las instituciones de Fe y Alegría en la entidad tachirense, la Escuela Técnica Agropecuaria «Pbro. Rubén Darío Mora» ubicada en Naranjales, parroquia Alberto Adriani del municipio Fernández Feo, fue la pionera.

La historia se remonta a hace 27 años, cuando la hermana Fidelia Rangel, con su personalidad tierna y avasallante, al mismo tiempo, reunió a un grupo de soñadores para levantar esta obra magnífica y que casi tres décadas después, en medio de este tremedal de crisis, sigue adelante, aunando esfuerzos y esperanzas.

Actualmente cuenta con unos 500 estudiantes, procedentes de comunidades como La Ceiba, La Morita, El Burgua, El Milagro, San Lorenzo, El Pabellón, Cuite, El Jordán, San Rafael de El Piñal y, por supuesto, Naranjales. Ofrece una carrera por demás pertinente, la de técnico medio en Agropecuaria, en dos menciones: Pecuaria y Alimentos.   

«Seguimos remando contra la crisis, como quien dice, buscando la formación de jóvenes emprendedores, creativos, pero, sobre todo, con valores humanos cristianos. En ese sentido, seguimos el legado de nuestro fundador, el padre José María Vélaz, quien insistía en una Educación Popular Integral, donde se formen las manos, la mente y el corazón”, subraya María Antonia Velandia, la actual directora de la institución.

Explica, con voz suave y mirada luminosa, que frente a la situación país no pierden el horizonte y, por el contrario, junto con su equipo de trabajo entienden que hoy, más que nunca, deben redoblar los esfuerzos para seguir ofreciendo a estos sectores humildes una ventana de esperanza, una posibilidad real de desarrollo.

Trabajo mancomunado

«A pesar de todo, contamos con el apoyo de la mayoría de nuestros representantes y, más aún de nuestro equipo de docentes, personal obrero y administrativo. Para afrontar algunos gastos, en el mes de diciembre realizamos una actividad profondos, en la cual se hizo presente la solidaridad por parte de nuestros vecinos y comunidades», comenta María Antonia Velandia.

Asimismo, indica que desde hace algunos meses reciben al apoyo de una organización internacional que se encarga de abastecerlos de los productos necesarios, para que los jóvenes cuenten con una alimentación balanceada. «Este apoyo ha sido una bendición para nuestro centro educativo, que complementa la asistencia en cuanto a alimentación que tenemos también del programa alimentario escolar», comenta la fuente.

De estudiantes

a docentes

En vista de que algunos profesionales de la docencia, debido a la crisis del país, decidieron buscar nuevos horizontes en otros países, algunos de estos vacíos vienen siendo ocupados por jóvenes profesionales en las áreas que ofrece la institución, muchos de los cuales se formaron en sus aulas.

Tal es el caso de Gustavo Galvis, quien se graduó en la institución en el año 2003 y ahora cumple funciones de coordinador del área de Educación para el Trabajo.

«Para mí es un orgullo y una satisfacción personal y profesional formar ahora parte de la institución como docente, pues me siento más comprometido con este movimiento educativo que tanto hizo por mi generación»

Comenta el joven ingeniero en Producción Animal, graduado en la Unellez El Piñal, que comenzó impartiendo clases en las áreas de Sanidad Animal, Legislación y Extensión Agrícola, Pastos y Forrajes, para luego también asumir la coordinación del área Trabajo.

«Muchos estaremos toda la vida agradecidos por lo que hizo Fe y Alegría por nosotros y mientras podamos seguiremos apoyando este formidable proyecto, para que se mantenga vivo, a pesar de la crisis y de las adversidades que puedan presentarse», afirma con vehemencia y convicción.

 

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