Juan José Contreras
El municipio Michelena, conocido como el Corazón del Táchira, siempre ha sido una zona de establecimientos comerciales por excelencia. A la situación de la hiperinflación y el abastecimiento escaso de gasolina de los últimos años, ahora la pandemia mundial vino a representar un reto para los comerciantes, quienes se esfuerzan para que sus emprendimientos persistan.
Una nueva dinámica
A media cuadra de la plaza Bolívar, en el pueblo de Michelena, se encuentra el Centro de Novedades y sus propietarios, Nancy y Jesús Mora, son un matrimonio que por casi 40 años ha mantenido esa emblemática quincallería en la localidad.
Al comenzar la cuarentena por el coronavirus, el local permaneció un tiempo cerrado. “Al ver que la cuarentena se extendía, y se sigue extendiendo, decidimos volver a abrir”, mencionó Jesús Mora y explicó que fue una apertura diferente, porque tuvieron que reinventarse y adaptarse a las circunstancias, para protegerse y cuidar a los clientes.
El negocio familiar es lo que ha resuelto los problemas del clan Mora, pues los salarios de docentes jubilados no alcanzan para las necesidades básicas. Al abrir nuevamente el local, la hija menor de los señores Mora y su esposo fueron los encargados de atender al público, pues los dueños de casi cuatro décadas trabajan tras bastidores para cuidarse, por su edad, en tiempos de pandemia.
Se acondicionó todo para que las vitrinas exhibieran los productos sin que las personas los puedan tocar; además hay letreros con normas de distanciamiento y prevención. Los clientes solicitan al vendedor que trae de la parte posterior del local, todo con uso de tapabocas, guantes y desinfectante. Las personas entran ahora por una puerta y salen por la otra. Solo se abre por cuatro horas en las mañanas, y al final se desinfecta todo el local.
Una nueva dinámica, para un nuevo reto, se tuvo que implementar. “Tratamos de vender lo más económico posible, de conseguir los mejores precios para ofrecer luego los mejores precios a nuestros clientes, en bolívares”, destacó Jesús Mora, y mencionó que en casi 40 años del negocio ha pasado y superado varias etapas, “todo en la vida tiene su final, y esto pasará; estamos haciendo el esfuerzo, tratando de mantenernos”, concluyó.
Sin detenerse
Ya casi suma 30 años la existencia de la venta de víveres de Porfirio Rosales en Santa Rita, en la zona de Michelena, para salir vía al Páramo. Su establecimiento ha sido el preferido de los michelenenses y foráneos por sus precios. Ahora las puertas se abren con normas rigurosas por la pandemia.
Ingreso de pocas personas al tiempo, distanciamiento de la fila y uso obligatorio del tapabocas, son parte de las exigencias de Porfirio Rosales en su tienda. Con horario matutino, pues por las tardes el pueblo de Michelena ve sus locales cerrados; en Santa Rita, la venta de víveres ha podido surtirse de las compañías que aún despachan mercancía.
“Hay que acomodarse, y no pararse. Con responsabilidad, para cuidarnos todos, estamos en la lucha, para trabajar, pero con cuidado para estar todos seguros”, expresó Porfirio Rosales.
Recursos sanitarios
El Centro de Diagnóstico Integral, CDI, Michelena, frente a la plaza Bolívar del pueblo, es el único establecimiento que posee las pruebas rápidas diagnósticas para COVID-19, para la población de ese municipio y para el municipio vecino de Lobatera.
La coordinadora del CDI por la Misión Médica Cubana, Lariannis Montero, explicó que el establecimiento cuenta con epidemiólogo, intensivistas y emergenciólogo. Ya Michelena registró un caso positivo de COVID-19, y el centro tiene para cualquier eventualidad un área de aislamiento con cuidados intensivos.
Parte de las gestiones que el personal de salud lleva a cabo es la orientación e información de las personas de Michelena, incluyendo a los establecimientos comerciales, ayudándolos en la instrucción y adaptación a las condiciones actuales en tiempos de pandemia.