Con la venta de golosinas, refrescos y cigarrillos, Yusbari Rumbos guarda la esperanza de completar los 5.000 dólares que cuestan las prótesis de sus piernas. Llegó con ese fin de Carabobo a la frontera
Astrid Anselmi
La grave crisis económica y la poca asistencia en el sistema sanitario público, obligaron a Yusbari Rumbos, una joven de 28 años de edad con discapacidad física, a emprender su travesía como caminante, desde el estado Carabobo hasta la frontera colombo-venezolana.
El dolor físico que le producen las prótesis actuales no fue un impedimento para que esta licenciada en Contabilidad y Finanzas decidiera asumir el recorrido. Al contrario, la dolencia la motivó a buscar una posibilidad que parece inverosímil, porque no puede costear el valor de cada prótesis, cerca de 2.500 dólares.
“De dónde reúno uno cinco mil dólares, si apenas alcanza para comer”, sentenció, no con tristeza sino con voz optimista.
De la ilusión a lo inimaginable
La discapacidad de Yusbari tiene un origen muy particular, el deseo de ser madre desencadenó un futuro que no imaginó. En medio de su primer y único estado de gravidez, sufrió una infección del tracto urinario que afectó los riñones y pulmones; seguidamente sufrió un paro respiratorio y una preeclampsia, que afectó el término del embarazo, y a los siete meses perdió a su bebé.
El cuadro clínico condujo a Yusbari a un estado de shock y estar recluida en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), intubada durante un mes.
Según relató, los medicamentos que le suministraban para la patología cardíaca afectaron la fluidez sanguínea de su cuerpo. “No se percataron que la sangre no me estaba circulando en todo el cuerpo y me destrozaron parte de las venas arteriales y me dio una trombosis. Cuando fueron a ver, ya no podían hacer nada”.
Con mucha fortaleza, describió que sus pies se pusieron negros, las uñas se caían a pedazos, y no hubo más opción que amputar ambas extremidades.
La amarga experiencia hizo que Yusbari se sumergiera en una fuerte depresión, en la que, incluso, perdió el cabello. Pero la situación no la doblegó y con un peculiar brillo en los ojos cuenta que decidió recuperarse por quienes llama el motor de su vida: sus hermanos, menores de edad (de 10 y 12 años), y su pequeña hija de tres años, a quien adoptó siendo una bebé de meses.
Las prótesis que usa actualmente las obtuvo gracias a la colaboración de su familia y el aporte de una reconocida empresa privada del país. Lamentablemente, por problemas en la medida ortopédica, las cuencas de las prótesis no se ajustaron a sus necesidades y se le dañó un pie, explicó.
Requiere nuevas prótesis
En el mes de noviembre de 2020, Yusbari tomó la decisión de unirse a un grupo de caminantes que viajaba desde el estado Carabobo para llegar a Colombia, con la ilusión de adquirir nuevas prótesis, ante una respuesta de asistencia de la Cruz Roja, pero la llegada de la pandemia frenó sus planes.
Tras cinco días de trayecto, la mujer se encontró con una negativa en el proceder. “Me dijeron que por la pandemia todo estaba paralizado y que la prioridad son los niños que necesitan prótesis o algún aparato ortopédico; que ellos me estarían contactando”.
Con la esperanza de recibir tan esperada llamada, Yusbari retornó a suelo venezolano y se asentó en San Antonio del Táchira, en donde hace dos años vio un buen resultado a sus esfuerzos laborales.
Con sacrificio y dolor, pero sobre todo con mucha fe en Dios, espera conseguir el dinero que le permita apaciguar el malestar que le aqueja cada día y mejorar la calidad de vida para seguir trabajando por su familia.
Cualquier persona o empresa que desee colaborar con el sueño de Yusbari, puede contactarla al +58 412-1371990. Ella lo sabrá agradecer.