Freddy Omar Durán
Fotos/Gustavo Delgado
Desde el Puente Libertador se vislumbra a lado y lado un matorral donde apenas unos tubos, alguna vez parte de máquinas de ejercicios, dan cuenta de lo que alguna vez existió como parque ecológico y se llamaba Parque Brisas del Torbes, que contó con su mayor esplendor cosa de una década atrás.
Muy cerca está el Faro de la Marina, que en conjunto con la estructura colgante es patrimonio arquitectónico del Táchira, y los corredores viales y peatonales que se extienden tanto hacia el sector Barrancas como hacia Táriba, cuyo potencial turístico ha quedado en frustración.
Partiendo del mismo Puente Libertador, los indicios del descuido y el desinterés son más que evidentes. Visto en su totalidad aún conserva esa elegancia y nobleza cuya fama ha trascendido las fronteras del estado; pero atendiendo en detalle, las fisuras afectan tanto al metal, al cemento que le sirve de sostén y el pavimento donde transitan vehículos y personas.
Han sido varios los intentos de autoridades municipales y regionales de darle la activación turística merecida, y uno de ellos consistió en la construcción del Paseo de los Poetas, entre el Puente Libertador y el casco urbano de Táriba. Hoy en día difícilmente un vehículo se arriesga transitar por ahí, menos los caminantes, por un boscaje aprovechado como botadero de basura.
Desde el Puente Libertador hasta Barrancas se extendía el Parque Río Torbes, disponible tanto para las actividades recreativas como deportivas, y apenas de este gran proyecto quedan en pie algunas canchas en cercanía a Barrancas.
Como se describió, para el año 2013 el Parque Río Torbes, sobre una extensión de 45 kilómetros, contaba con “15 máquinas de ejercicios, parque infantil, cancha de usos múltiples, zonas verdes, estacionamiento, áreas para la práctica de ciclismo y atletismo, así como iluminación y la presencia permanente de efectivos de la Policía del Táchira”.
Todo eso ha prácticamente borrado del mapa, y si aún se sostiene el Puente Libertador es porque su veteranía le ha enseñado a sobrevivir, incluso volviéndose a recuperar después de estar en total colapso. Su fortaleza ya le garantiza que cumplirá el centenario dentro de cinco años; pero no es justo llegar a tan noble edad siendo un “anciano solo y desamparado”.
Este puente construido por la empresa G. Leinekugel le Cocq et Fils fue inaugurado con bombos y platillos bajo la bendición de monseñor Miguel Ignacio Briceño, quien lo había solicitado en 1925, con motivo del centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar, de ahí su nombre.
Se trataba de aprovechar un entorno sin mayores esfuerzos para ser envuelto en la belleza de la naturaleza, que beneficiaría por igual a los municipios Cárdenas y San Cristóbal. Por un tiempo contó con la gran aceptación de familias enteras que disfrutaban plenamente de estos espacios, donde podían además disponer de casetas para la venta de alimentos y bebidas, gozando de una tarde diferente.
Si el Paseo de los Poetas deja mucho que desear, la situación de la llamada “trocha” hacia Barrancas es crítica, a tal grado que en un largo tramo ya ha sido arrasado por el río Torbes, y apenas un canal está habilitado, hasta que los caprichos de la corriente de un momento a otro lo arrasen.
Además de soportar una carretera en mal estado, los motociclistas que se dirigen desde el Parque Río Torbes a Táriba deben atravesar infestas lagunas producto de las lluvias o los escapes de las tuberías de aguas negras o blancas. Muchos “calzan su calzado” con botas de caucho, para evitar ser bañados con aguas de dudosa salubridad.