Reportajes y Especiales

Algunos usan bolsas negras grandes para sepultar pacientes infectados

31 de julio de 2021

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El dato…

Al mayor, las bolsas de bioseguridad están costando aproximadamente unos 50 mil pesos o 17 dólares.


 Humberto Contreras


Recientemente se corrió la información de que estaban escaseando las bolsas plásticas especiales para “envolver” los cadáveres de pacientes covid, como una especie de traje luctuoso, para su correspondiente cremación. Ante la casi paranoia que circunda todas las noticias negativas sobre el tema, se hizo necesario averiguar la realidad.

Para ese efecto, conversamos con Romel Cañas, quien, en respuesta, nos dice que lo que está ocurriendo es que, en algunos casos, se están utilizando las bolsas negras conocidas como Tobita, grandes, claro, pero como no tienen cierre, para sellarlas las amarran con pita o les colocan una tirra (pequeña tira de plástico especial para ello) en la boca de la bolsa, “lo que a mí, de verdad, me parece que es algo fuera de tono, en cuanto al respeto del cadáver se trata”.

Romel es propietario, junto con su hermano Rafael, de la Funeraria Génesis, en La Concordia, y con muchos años dice, dedicado a la actividad funeraria. Mi hermano, nos explica, es delegado para el estado Táchira, de Canadefu, la Cámara Nacional de Empresas Funerarias; mientras que Romel es hoy delegado de Asoproinfu, Asociación Profesional de la Industria Funeraria, ente del cual fue director por nueve años.

Para los no fallecidos por covid, hay variedad de urnas, entre económicas y de alto costo, como la que muestra Cañas, de más de 400 dólares, con una talla de Cristo sobre la tapa. (Foto Gustavo Delgado)

—¿Cuál es la situación con las bolsas?

—Existen, dice, unas bolsas especiales, que se llaman Bolsas de Bioseguridad, y que están hechas especialmente para los cadáveres de personas contagiadas. Esas son bolsas muy seguras, de protección hacia el exterior. Ellas por dentro son de plástico, y, por fuera, deberían ser de lona, con agarraderas, para que sea más fácil el manejo y el transporte de los cuerpos.

Son impermeables por dentro, agrega, por lo que no deben botar ningún tipo de líquido (flujo cadavérico), y tienen un cierre o cremallera longitudinal, a lo largo, para facilitar el acomodo en su interior de los cuerpos. Indica que no hay disposiciones oficiales de que se tiene que usar ese tipo de bolsa. Sin embargo, para la Organización Mundial de la Salud, es obligante usar la bolsa con cierre.

¿Hay escasez de bolsas?

—No. No hay escasez. Hay muchos proveedores en el país, pues, incluso, las fabrican en Valencia. Creo que el Estado mismo cubre la demanda en 70 u 80 % para los fallecidos por covid en el Hospital Central, porque en el hospital del Seguro nunca les han colocado esa bolsa a los cadáveres.

Para los muertos covid en domicilio, nosotros, como funeraria, las manejamos. Unas clínicas acá las tienen, otras no. En el hospital del Seguro no tienen, allá usan la bolsa Tobita.  Nosotros llevamos la bolsa aparte. Y en el Hospital Central casi siempre hay. Nosotros atendemos bastantes casos del hospital, y hasta el momento no ha habido uno sin bolsa.

También pasa, explica Cañas, que esos son rumores que circulan, que a lo mejor tienen su fundamento, pero yo no he visto que falle la bolsa especial en el Hospital.

—¿Qué precio tienen?

—Al mayor están costando aproximadamente unos 50 mil pesos, 17 dólares.

Yo en ese caso, dice, mi opinión, es que las todas las funerarias deberían tener disponibilidad de las bolsas e incluir su costo en el valor total del servicio que se presta. ¿Por qué?, porque si el Estado falla, como puede ocurrir, las funerarias podrían suplirla, la propia, o sea la que cumple con las características, no una bolsa Tobita, que la amarran como si fuera una bolsa de basura.

Pero, además, agrega, pasa también que cuando usan las bolsas Tobita, como aparentemente no hay control como debería haber, meten con el cadáver de todo: cobijas, artículos de uso clínico como los “patos”; si el paciente tiene sondas, también las meten, en fin. Incluso, en un caso había un teléfono celular. Entonces, en el momento de la cremación, todas esas cosas producen mucho humo, y muchos olores desagradables, lo que sin duda molesta a las comunidades vecinas, que protestan contra el crematorio. Yo creo que tenemos que concienciarnos y colaborar, todos, porque los crematorios nos están siendo de una gran ayuda en estos tiempos de necesidades.

—¿Cuál crees que sería la solución?

—La solución sería concienciar, tanto al personal de las clínicas como de los hospitales y a la ciudadanía en general, en lo que son las bolsas de bioseguridad, que se usan sin meter absolutamente nada más dentro de ella, aunque ella tiene la ventaja de que, en caso de sospecha, se puede abrir la cremallera y revisar rápidamente que no haya más nada dentro.

—¿Cómo ves la gravedad de la pandemia, según tu trabajo?

—Ahora, este segundo pico, creo que estuvo más fuerte que el primero. En números no sabría decir, porque realmente es muy difícil manejar las cifras. Nosotros vemos con preocupación que la población está como despreocupada por esto. “Más frescolita”, como se dice en la calle. Los muchachos -bueno, uno los entiende porque están en plena adolescencia o en su juventud-, pero la verdad es que a ellos no les está importando la situación. No se cuidan y ellos son los que están contagiando más, pues son los que están siendo más portadores.

—El riesgo de los funerarios: Dos muertos

Dice Romel que, en ese sentido, nosotros los funerarios (propietarios de agencias funerarias), estamos muy preocupados, porque a nosotros -y ojo con lo que te voy a decir-, el cadáver no nos habla, no nos toca. No nos respira al lado. Al cadáver lo tratamos con todo el respeto que se merece.

El problema se presenta porque al momento de hacer todos los trámites necesarios para el traslado del cadáver, el registro, y a nivel de funeraria, nosotros tenemos trato es con familiares directos, y es obvio que ese familiar puede tener el virus, y, por ende, puede contagiarnos. De hecho, ya han fallecido dos dueños de funerarias por haberse contagiado.

Además, entre el personal que trabaja con las funerarias, ha habido bastantes contagios, pero, gracias a Dios, todos lo han superado. No ha habido casos graves.

De manera que nosotros estamos preocupados porque en ningún momento han tomado en cuenta al gremio funerario para la vacuna, pese a que estamos en riesgo por nuestra actividad. Nosotros lo hemos planteado, hemos hablado, pero nada.

Ahora, sin querer hablar de política, pero sabemos que quienes no están en el Sistema Patria, nunca van a salir beneficiados con la vacuna, de modo que no debería politizarse esto, y así como por gremios están vacunando, deberían tomar en cuenta a los funerarios, como un gremio de alto riesgo, pues si bien es claro que este trabajo tiene un costo monetario, como es lógico, la verdad es que estamos haciendo nuestro trabajo lo mejor que se puede hacer.

Cremaciones o entierros

Cuando la muerte es certificada por contagio viral, el destino del cadáver es la cremación. Para estos efectos, hay tres sitios donde lo hacen, que están trabajando bien, dice Cañas. “He escuchado que les están manteniendo el servicio de gas, por lo que se mantienen operativos. El costo de la cremación depende del sitio que lo hace”.

El más económico está rondando los 300 mil pesos, y el más alto es de 700 mil. Ese valor es, por supuesto, aparte de lo que es la estructura de costos del traslado desde el sitio donde fallece, hasta el crematorio, que es el servicio que presta la funeraria, y puede estar, en general, en unos doscientos dólares o 700 mil pesos, que incluye los trámites administrativos.

El destino de los cadáveres, cuando no es causado por el covid (aunque también pueden cremarse), es el entierro en el cementerio. Y el servicio de la funeraria, el básico, es de unos 200 dólares, que varía si se selecciona una urna más costosa de la básica. Hay urnas que superan los 400 dólares.

Para efecto de velorios, se siguen manteniendo restricciones. Cuando se pide capilla velatoria, esta se alquila solo por dos o tres horas, tiempo en el que se permite a familiares, en un máximo de diez personas, que vean a su deudo, mientras se hace toda la papelería requerida. Claro, esto cuando no es un cadáver covid.

Cuando se trata de un paciente covid, no hay nada que hacer, pues el féretro sale del sitio donde fallece la persona, directo a su destino final, sea cremación o entierro, sin velación.

Finalmente, Romel dice que hay que decir la verdad, y en ese sentido, “agradecemos que se nos ha mantenido la ayuda en cuanto al suministro de combustible subsidiado para todos los vehículos funerarios. Eso nos ayuda mucho en nuestro trabajo”, concluye.

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