Reportajes y Especiales
Cada vez son más los cucuteños despedidos por mano de obra barata venezolana
13 de enero de 2018
Las denuncias de desplazamiento laboral local debido a la llegada de inmigrantes venezolanos, en su mayoría sin permiso para trabajar, no cesan. Tampoco se detiene la ventaja que tratan de obtener algunos empleadores que aprovechan la mano de obra extranjera para pagar salarios más bajos, imponer más carga laboral y no reconocer los beneficios obligados por la ley colombiana.
Sobre este problema, el concejal de Cúcuta Oliverio Castellanos, dio a conocer que ha conocido casos como el de tres familias de San Miguel que en diciembre se quedaron sin sus ingresos habituales, luego de que despidieran a los jefes de hogar de sus empleos, parafraseó un trabajo especial del diario La Opinión.
“En dos zapaterías despidieron a la gente y están contratando venezolanos; en unos supermercados en Atalaya también sacaron a unas personas, por supuesta reducción de personal, y fue falso, pues se contrató mano de obra venezolana. En restaurantes del centro, en la avenida 1E, había cucuteños laborando, y ahora vemos atendiendo solo venezolanos… Lo cierto es que se ven venezolanos desplazando a los colombianos en los puestos de trabajo”,dijo.
Castellanos pidió a los cucuteños denunciar oportunamente estas situaciones ante la alcaldía y los órganos de control, para que supervisen y sancionen a las empresas dedicadas a estas prácticas.
También, pidió al Ministerio de Trabajo activar un protocolo de atención para los afectados.
“Así como la Cancillería llega a Cúcuta a decir que han multado a más de 600 empresas, debe existir alguien que reciba las quejas de los cucuteños que son despedidos sin justificación y que inicie las acciones correspondientes, con sus sanciones”, comentó.
Cada vez son más los testimonios de cucuteños despedidos tanto en negocios formalmente constituidos como en la economía informal.
Estos son algunos testimonios:
‘Me quedé sin trabajo hace 6 meses’
Raúl Ramírez, 37, nacido en Cúcuta, se quedó sin su único ingreso económico hace 6 meses. ¿La razón? Le dieron su puesto de trabajo a un joven venezolano al que solo le pagan 25 mil pesos diarios. Tanto él como su amigo descargaban un camión repleto de mercancía en Cenabastos, tres veces por semana.
“Éramos dos personas, ambos colombianos, y a los dos nos dejaron sin empleo. Entre los dos nos ganábamos 120 mil pesos al día, es decir, que cada uno recibía 60 mil pesos. Ahora, me quedé sin puesto, y mi familia está padeciendo, porque tengo tres hijos que levantar”, contó Raúl, quien aseguró que no denunció, porque estaba seguro de que no la tendrían en cuenta.
“Me siento frustrado, porque es injusto que en la tierra donde yo nací se me cierren las puertas a nivel laboral. Todavía no he logrado encontrar nada, y ya ha pasado medio año. Mi esposa ha tenido que salir a vender productos de catálogo, mientras yo consigo algo para mantenerla a ella y las niñas”, señaló el hombre.
‘Ahora, las ventas están bajas’
Hasta los vendedores de la economía informal se han visto afectados. María Vargas, 54, tiene la mitad de su vida vendiendo verduras junto a su esposo por las calles de Cúcuta. Sin embargo, desde principios del año pasado notó que las ventas empezaron a decrecer.
“Los mismos vecinos, las mismas caras conocidas ya no nos compraban. Cuando empezamos a preguntar por qué, la respuesta era la misma: ‘los venezolanos traen los mismos productos más baratos’. Aún vendemos nuestras frutas y verduras, pero ahora las ventas están más bajas. Yo soy mujer de fe, y no deseo mal a nadie, pero es duro que te quiten parte de tu sustento”, contó.
En el centro de Cúcuta, la realidad es la misma. Allí, Juan González explicó que su negocio de comida ha sido su vida, tanto para él como para su familia. Tiene 15 años caminando las calles del centro, y ahora cuenta que los espacios públicos son ocupados por venezolanos. “Ya uno no encuentra dónde poner su carrito con la comida, porque ellos están instalados en cualquier parte. Tengo que caminar un poco más para ubicarme, pero es increíble la cantidad que hay”, enfatizó.
Sobre este aspecto, la Central Unitaria de Trabajadores Colombianos (CUT) denunció que la ocupación del espacio público en Cúcuta ha empeorado con la llegada masiva de los venezolanos, que están de manera irregular en territorio colombiano.
‘Nos quitan las oportunidades’
Enrique Navarro, productor de arepas y auxiliar de cocina, afirma que la crisis de Venezuela lo afecta también a él, pues desde hace 9 meses no ha podido encontrar trabajo estable desde que fue despedido.
“Llevaba trabajando allí 14 meses, mi diario era de 30 mil pesos… las ventas empezaron a bajar y con ese argumento fui despedido. Días después me enteré de que ya tenía reemplazo y en efecto, era un señor venezolano”.
“Sin el ánimo de discriminar, siento que los venezolanos nos quitan las oportunidades de trabajo, porque aceptan cualquier pago y no el salario justo”, agregó Navarro.
Asimismo, La Opinión conoció que el pago diario de un trabajador venezolano los primeros meses fue de 20 mil pesos, valor que le era entregado a diario, como a otros empleados, pero para él era por razón de prestación de servicios, para evitar el pago de prestaciones sociales.
‘Los venezolanos vienen a regalar el trabajo’
Desde octubre de 2017, a Eliana Sandoval, estilista de Motilones, se le ha disminuido notablemente el número de clientes que atendía por día, a causa de una estilista venezolana que ofrece los mismos servicios a domicilio, por un precio mucho más bajo.
“Es complejo competir con esos precios”, se quejó Sandoval. “Los venezolanos vienen a regalar el trabajo prácticamente y los afectados somos nosotros”.
Por ello, tuvo que decirle a su auxiliar de trabajo que no podía continuar, pues los ingresos no le eran suficientes para pagarle su salario.
Señala que un manicure y pedicure cuesta 16 mil pesos. Pero la venezolana Sandra Abreo ofrece el mismo servicio por 10 mil pesos.
Además, señaló que los materiales de trabajo que usa en su salón son más costosos, comparados con los de la inmigrante, que los trae de su país a un precio más bajo.
Ante esto, Abreo afirma que trabaja en ese barrio, porque una prima le dijo que solo funcionaba un salón de belleza.
Dice que se vino para Cúcuta por la difícil situación laboral y económica de su país, pues lo que hacía en toda una semana no le daba para suplir los gastos básicos de un hogar. “Hago mi trabajo como cualquier ciudadana, con la diferencia de que ofrezco precios más justos para las clientes”.