Reportajes y Especiales

Cambio climático, minería ilegal y deforestación, los retos ambientales desatendidos en Venezuela

22 de abril de 2018

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La crisis humanitaria en Venezuela también tiene un vértice ambiental. El derecho al agua es vulnerado a diario en viviendas, escuelas y hospitales, tanto por la intermitencia del servicio como por la mala calidad del líquido, mientras que por las fallas del aseo urbano, la basura se acumula en las comunidades, y es foco de vectores y patógenos. En el Día Mundial de la Tierra repasamos los pasivos y pendientes ecológicos del país.

Arco Minero del Orinoco

Foto: Hinterlaces

Las concesiones mineras en los 111 mil kilómetros cuadrados que conforman el Arco Minero del Orinoco, al sur del río más caudaloso del país, atentan contra el potencial hidroeléctrico del país. La minería ilegal ha causado un aumento en la tasa de deforestación en las cuencas de los ríos Caura y Caroní, entre otros.

La falta de capa vegetal causa que la lluvia se convierta en escorrentías en vez de ser absorbida por las raíces, arrastrando lodo y piedras hacia los ríos.  En consecuencia, embalses como El Guri se llenan más lentamente y en menor cantidad porque acumulan los sedimentos en su fondo.

La pérdida de árboles también eleva la temperatura de los microclimas de los bosques, mientras que la excavación de minas para extraer oro, coltán o diamante por propulsión del agua de los ríos, favorecen la creación de inmensos criaderos de zancudos que transmiten el parásito de la malaria. Además, esta erosión de la capa de tierra que ha acumulado nutrientes durante décadas hace casi irreversible el daño causado por la deforestación.

El anuncio de nuevas tecnologías para revertir las afectaciones causadas por la minería o la explotación de forma “responsable con el ambiente y los Derechos Humanos” han sido desmentidas por investigaciones periodísticas que certifican cómo las mafias armadas controlan las minas, así como la compra de “oro minero” de parte de autoridades a quienes lo extraen de forma ilegal, que impiden el ingreso de las empresas concesionarias.

Cambio climático

Foto: Futuroverde.org

No es cuento. Académicos advierten que el calentamiento global puede afectar la producción de café de Latinoamérica, especialmente en tres países, uno de ellos Venezuela. En 2004 el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh) publicó un informe sobre las consecuencias del Cambio Climático sobre el volumen y cambio de ocurrencia de las lluvias, realizado por la investigadora María Teresa Martelo.

Esto ha sido ratificado por Alicia Villamizar, profesora del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Simón Bolívar (USB) y co-ganadora del Nobel de la Paz en 2007 por ser parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.

En las IV Jornadas Ambientales de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), efectuadas en noviembre de 2017, la profesora advirtió que para 2060 las precipitaciones se reducirían entre 5% y 25%. Otros 22 ponentes coincidieron en la necesidad urgente de hacer un plan nacional de acción ante el Cambio Climático, cuyas amenazas nacionales recaen sobre la agricultura, la pesquería y las ciudades costeras e insulares.

Apenas días después del llamado de los académicos en la Ucab, el Ministerio de Ecosocialismo presentó la Segunda Comunicación Nacional de Cambio Climático como parte de la Convención Marco de Naciones Unidas. Sin embargo, el país va a la cola de la región.

Según reporta el blog especializado NotiambienteVe del profesor Alejandro Álvarez Iragorry, de la Coalición Clima 21: “En la región de América Latina y el Caribe, la mayor parte de los países han publicado, hasta esta fecha, al menos 2 informes (21 de 33 países) y nueve han presentado más (México ha presentado cinco; Uruguay cuatro; y Antigua y Barbuda, Argentina, Belice, Brasil, Chile, Costa Rica y Perú, tres)”.

Como la convocatoria fue exclusivamente gubernamental, la Academia de Ciencias realizó con apoyo de la embajada de Reino Unido el Primer Reporte Académico de Cambio Climático, que incluye un diagnóstico ambiental así como posibles soluciones para la adaptación y mitigación ante la falta de un Plan Nacional aún no elaborado.

Por su parte, tanto la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como la Asamblea Nacional adelantan consultas para la promulgación de su propia Ley Nacional de Cambio Climático.

El último glaciar

Foto: Cultura ALT

En 2015 una nota de The Economist, replicaba por GlacierHub, advertía lo que muchos merideños sabían pero poco se han derramado por la opinión pública. Venezuela podría ser el primer país en quedarse sin glaciares por el Cambio Climático.

De los tres que poseía el país, sólo queda uno, ubicado en el pico Humboldt, que posee un décimo del tamaño que hace 30 años, que podría desaparecer “entre 10 y 20 años”. Ya en 2010 los investigadores Alejandro Carillo y Santiago Paúl Yépez habían encontrado que para 2008 se habían perdido el 83,74% de la cobertura, dándole sólo 10 años de existencia a los glaciares venezolanos.

Conformados por la acumulación durante siglos de capas  de nieve congelada, los glaciares tropicales se derriten progresivamente durante siglos produciendo lagunas montañosas y llenando ríos, cambiando su tamaño durante el año. Ahora se están derritiendo rápidamente en todo el mundo desde España a Indonesia, afectando el acceso al agua de las comunidades circundantes.

Después que militares desalojaron a un científico norteamericano que viajó a Venezuela a investigar, los estudios en el Humboldt se hacen de forma remota usando monitoreo satelital. Localmente, como no son fuente de agua ni amenazan poblaciones, no ha habido interés en hacer seguimiento de los mismos, revelan Carrillo y Yépez en su estudio.

El cantautor uruguayo Jorge Drexler presentó en un recital en Medellín en abril de 2018 una canción década a este último glaciar, después de recordar que algunos de sus familiares viven en la ciudad de Mérida.

Caparo en peligro

Foto: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

El último relicto boscoso de los llanos colombo-venezolanos también está en peligro. La Reserva Forestal de Caparo, un Área Bajo Régimen de Administración Especial (Abrae) fue creada en 1961 con una superficie de 175 mil hectáreas para la explotación maderera sostenible por medio de concesiones a privados, pero esto no se cumplió.

Un estudio cartográfico del Instituto Forestal Latinoamericano y la Universidad de Los Andes encontró que esta área había perdido 62,5 % de su cubierta boscosa entre 1987 y 2007, a un ritmo promedio de 4.798 hectáreas por año. Los incendios y la tala indiscriminada causada por los invasores son la principal causa de la destrucción.

Dentro de la Reserva se ubica la Estación Experimental Caparo, de 7 mil hectáreas, bajo un comodato otorgado a la ULA en 1982, que es usada también para investigación científica. Es uno de los lugares más reconocidos de Latinoamérica en estudio de la producción de teca, especie maderable, sirviendo también como lugar de prácticas de los estudiantes de Ingeniería Forestal y laboratorio forestal para investigadores.

Además, es el último refugio del mono araña café, una especie endémica de Colombia y Venezuela, casi extintaen nuestro país. La bióloga Diana Duque-Sandoval, directora del Proyecto Mono Araña Café en Caparo, ha denunciado nuevas invasiones de 200 personas desde el 5 de enero de 2018.

La cooperativa Embajadores de Cristo 777, quienes reclaman el espacio para construir viviendas, se han defendido diciendo que no han talado árboles mientras que el Consejo Universitario, profesores y estudiantes de la ULA han denunciado el impacto ambiental causado mediante fotografías.

Después de que su petición fuese rechazada por el Instituto Nacional de Tierras (Inti) en concordancia con la Ley de Bosques, el Tribunal Penal de Control de Barinas ordenó el desalojo que debía ser ejecutado por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) a principios de febrero.

Aunque el ministro de Ecosocialismo, Ramón Velásquez, ha tuiteado en varias ocasiones (la primera vez el 8 de enero) respecto a que el desalojo ha sido realizado, se pronunció de nuevo en la red socials el 21 de abril, un día antes del Día Mundial de la Tierra.

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