Reportajes y Especiales

De Providencia a San Isidro: vialidad en penosas condiciones

28 de noviembre de 2020

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Una vialidad reducida a su más triste condición entre un área dividida en varias comunidades bajo el mismo nombre de  Zorca pero con múltiples apellidos –Providencia, San Isidro, Pie de Cuesta, Buenos Aires y San Joaquín, y Lagunillas, aunque esta se ubica sobre la vía a Rubio- anunciaba la tragedia que habría de venir: 4 kilómetros de carretera de un eje principal desde el cual parten ramificaciones en más deplorable estado.

Una zona jurisdiccional y políticamente repartida en tres municipios –San Cristóbal, Cárdenas y Capacho Nuevo- que más que contribuir a conseguir soluciones, la han hundido en un limbo administrativo de evasión de responsabilidades en lo que a vialidad se refiere, del que también son cómplices los entes regionales y nacionales.

Un habitante del Cerro Molinero por su propia cuenta intenta desmalezar la carretera en un intento desesperado por ganar para vehículos y transeúntes, el espacio que un peligroso barranco le ha robado. (Foto/ Freddy Omar Durán)

Un limbo que se resuelve a la hora de los comicios, cuando los contornos del feudo electoral los arrieros políticos los recorren con habilidad pasmosa, y una ubicación precisa de los posibles votantes.

En igual valoración a conveniencia la tienen los conductores que se desplazan entre San Cristóbal, Táriba y Capacho, que se olvidan de la ruta hasta que  un derrumbe, una protesta, un retén de seguridad, un accidente de tráfico, la recuerdan para evitar horas de espera, cuando no es que sea la única salida posible. Es la vía alternativa por excelencia de la Troncal Uno de La Trasandina, y la favorita de quienes gustan pasar un rato agradable por Peribeca.

Calificación vial muy baja

La llamada vía principal en cualquiera de las “Zorcas” sufre los embates del descuido, la naturaleza y un desordenado urbanismo. Su ruta corre paralela a La Zorquera y La Gallinaza: una vecindad de  riesgos, otro de los cual sería el estar trazada  sobre inestables terrenos montañosos cruzados por la falla geológica del Boconó.

Si hubiese de darle una calificación general a la vialidad del uno al cinco, no alcanzaría la nota mínima aprobatoria, con trechos que merecen el 1 y el 0, y ¿por qué no?, parámetros negativos, correspondiendo los más bajos a la total inviabilidad.

Aunque Zorca Providencia comienza propiamente sobre la Trasandina, el punto de desvío hacia la vía principal lo constituye la estación de servicio homónima frente a una escuela nacional; es así como en variadas ocasiones ha sido el asentamiento de inmensas colas, causando no pocos embotellamientos. De su alta dinámica urbana para nada se compadece un capa asfáltica a cuyo deterioro contribuyen las aguas de distintas fuentes entre naturales y artificiales que corren libremente desde empinadas calles sobre terreno montañoso, sin una canal donde al menos desviar su acción erosionadora. Esto ha creado puntos muy críticos, como La Horqueta donde motociclistas han caído en el intento de evadir sus cráteres y montículos, e incluso un automóvil entró en llamas apenas se accidentó allí.

En Zorca Providencia se encuentra un tradicional puente metálico que comunica con el Barrio Joselito cuyas  bases se han debilitado aún más con la crecida de La Zorquera en recientes días, e incluso parte de las instalaciones de un depósito sobre uno de sus extremos ya se desbarrancaron. Los vecinos han intentado aplicarle “pañitos de agua tibia”, e improvisar señalizaciones y reductores de velocidad para prevenir que los conductores desprevenidos o a gran velocidad se lleven una sorpresa, y de paso evitar atropellamiento de los peatones, que sin aceras deben arrojarse a la arteria vial.

Un kilómetro aproximadamente adelante nos encontramos con una importante bifurcación, que da inicio al sector conocido como Cerro Molinero, un segmento vial en el que la naturaleza y la población humana se disputan territorio, confrontación en la que por ahora la mayor víctima ha sido la vialidad, resultando vedada por meses inclusive. Los principales problemas se han presentado en una falla de borde un poco más allá de la entrada al sector, aparentemente ya solucionada, aunque ya está mandando señales preocupantes un nuevo resquebrajamiento; pero en la actualidad el peligro se encuentra casi llegando a Zorca San isidro, donde un “mordisco” de 20 metros de largo y 5 metros de profundidad, hace previsible cualquier tragedia. Por su propia cuenta los pobladores desmalezan por los lados de la vía principal, cerca de ese precipicio atestado de basura,  para que los vehículos pasen por ahí alejándose del riesgo inminente.

Un poco más atrás, tomando el otro brazo de la encrucijada donde termina  Providencia nos adentramos hacia La Consolación, cuyo puente, al contrario de sus pares en San Isidro y Pie de Cuesta no da signos de aguantar una vaguada más: . Más allá se extiende lo que a duras penas llegó a ser la vía alterna cuando la circulación vehicular por el Cerro Molinero no se podía: hoy resulta muy riesgoso transitar  por ahí, con algunas partes semejantes al suelo lunar. Por esa misma dirección, se alcanza el sector 2 de marzo, donde el cemento ya caducó, con grietas por todos lados y un ostensible y traicionero hueco, que te da la bienvenida a Zorca San Isidro.

Heridas de viejos desastres

A dos kilómetros de la carretera Transandina Zorca San Isidro ha sido un proyecto fallido de abrirse por los cuatro costados del estado Táchira, y un testimonio de cómo la naturaleza y los errores humanos se empeñan en aislar a la población.

Para mediados de la década de los años noventa, un evento natural de comparable gravedad al ocurrido el 10 de noviembre cortó abruptamente toda movilización vehicular entre Mata de Guadua y San Isidro: hoy solo media un atajo escarpado y solitario, nada recomendable en periodos de fuertes lluvias. En aquel entonces el ya fallecido gobernador Ron Sandoval se apareció por eso lares, prometiendo atención a los damnificados y la restitución de esa vialidad, lo que por supuesto nunca sucedió. Por otra parte, su comunidad vecina, Mata de Guadua, y más allá El Valle también tienen otra historia que contar con relación al colapso vial.

Zorca Buenos Aires ha sido una de las zonas más incomunicadas debido al deslave de La Zorquera. (Foto/ Gustavo Delgado)

Al otro costado, un intento en ciernes de conectar Tucapé a San Isidro, lo enterró los deslizamientos de principios del presente siglo, que afectó a la plaza principal y algunas viviendas. Hoy Tucapé y San Isidro mantienen sus distancias; pero solapadas “influencias”,  algo que es un secreto a voces entre los zorqueros,  los unen: según los denunciantes los urbanismos en lo alto de la montaña presentan problemas en el encloacado, cuyos desagües, no solo agotan el terreno, pues la entrada a Zorca desde el Cerro Molinero está en ruinas por aguas servidas en bajada de sospechosa procedencia.

Todavía incomunicados

Trabajos en tiempo record impidieron que Pie de Cuesta y Buenos Aires quedaran del todo incomunicados. Sin embargo es muy pronto cantar victoria pues si bien se ha puesto fin al peligroso equilibrismo por la “cuerda floja” para entrar y salir de algunas localidades, y se permite la movilización de motocicletas, las dificultades para la movilidad terrestre siguen.

Así lo denuncian especialmente los vecinos de Buenos Aires con un codo de carretera desvanecido, y La Zorquera prácticamente encima de sus viviendas. Ni siquiera los destrozos de antaño de esa misma quebrada a su vialidad han sido reparados, por lo que se teme que el desastre que ella hizo hace dos semanas, simplemente “se quede así”, en tanto ellos no son vía principal, sino otra ruta para alcanzar San Joaquín.

Pero el más dramático efecto destructor de la vaguada se presencia en la entrada de Pie de Cuesta, donde solo quedó un despeñadero que a medias se cubrió de tierra, gracias a un jumbo del Ministerio de Transporte, para facilitar el tránsito peatonal hacia allá y hacia Los Patios: si los trabajos no se completaron ha sido porque está pendiente la restitución de la instalación de aguas servidas, que requiere tubos de gran dimensión, y que fueron buscados sin éxito entre  varios municipios tachirenses. Antes de que se formará tal cantidad de terreno se desplomara, ya en la carretera una pronosticaba una desgracia, que pocos advirtieron.

Desde Zorca San Isidro hasta Buenos Aires los puentes sobre La Zorquera y La Gallinaza aguantaron una inédita embestida fluvial, no obstante, nadie garantiza que gozarán de la misma suerte para la próxima crecida, que muchos temen pueda ser una acción combinada de las dos quebradas, una pesadilla que muchos no quieren ni considerar.

Hasta San Joaquín el derrumbe de dos casas y un centenario árbol, se delata en cierta falla de borde, la cual hasta los momentos no desembocó en una catástrofe vial; sin embargo, tanto como el libre y superficial curso de la cañada,  un cerro erosionado en toda la entrada de ese sector alerta a gritos un peligro por partida doble, una incomunicación terrestre que si podría ser absoluta, y que podría ser parte de una emergencia de mayor alcance.

Freddy Omar Durán

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