Reportajes y Especiales

Deben volver las cenizas de Danilo al sagrado reposo

9 de noviembre de 2019

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Freddy Durán

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El hurto de sus cenizas solo hace parte de una cadena de infortunios y rarezas que se acentúan desde el mes de marzo, cuando se manifiestan con fuerza los síntomas de una elusiva enfermedad, y que de alguna manera se entrelazan con la crítica situación país que todos padecemos.

Un misterioso mutis por el foro ha hecho el ya fallecido actor Danilo Chacón, y no nos referimos simplemente a su deceso, ocurrido hace ya dos semanas, sino a la extraña desaparición de sus cenizas fúnebres, que muy poco permanecieron en poder de sus seres queridos, hoy en día aún consternados por un inusual crimen, que bien puede ser calificado tanto de hecho delictivo como de profanación.

Testigos mudos de ese acto criminal fueron el vestuario, la utilería, los objetos de escenografía, fotografías, afiches, carpetas con 7 guiones teatrales, poemas y demás material literario de su autoría, y en general toda la memorabilia que da cuenta de un inquebrantable compromiso con la cultura, mantenido hasta su último suspiro. Arrumados en cajas, sobre mesas o en viejos y desgastados armarios, han estado en el mismo humilde cuarto donde Danilo llegó a ensayar sus obras, y ahora in absentia -como aquel Godot de la pieza del Teatro del Absurdo de Becket- protagoniza un drama, cuyo desenlace su famila espera tenga un final feliz, con la devolución de algo que solo tiene un valor sentimental y que merece estar en el altar indicado.

Por expresa voluntad del actor, su cadáver fue reducido a cenizas, las mismas que fueron depositadas en una bolsa de polietileno, a su vez contenidas en un atadito de tela junto a una tarjeta en la que se identifica al difunto, pesando el conjunto alrededor de 3 kilos, confinado a un cofre de madera. Se elevaba ese pequeña arca sobre un poyete adosado hacia el interior a la pared, según la usanza de las viejas casas de San Cristóbal, muy cerca de un clásico ventanal en perfil de madera y enrejado que da a la calle 15, media cuadra más abajo de la sede de Corposalud.

A las seis de la mañana  del primero de noviembre, la viuda, Nancy Margarita Moreno, descubrió la tapa abierta de la urna, con un desolador vacío por dentro, lo que le produjo una crisis nerviosa y la mandó a ser atendida en emergencias del Hospital Central.

Lo curioso del caso es que tal objeto no se hallaba solo, pues un cuadro protegido por un vidrio en el cual se había dispuesto un collage de fotos que recogían momentos estelares en la escena tachirense, y las condecoraciones otorgadas por organismos oficiales, entre ellos la Dirección de Cultura y la Gobernación, se apoyaban en el cofre. En la otra ala de la estructura arquitectónica, separada por una brecha en la pared, se había colocado a cargar un celular de alta gama. Nada de esto fue hurtado: quien perpretó el hurto sabía su objetivo, y tenía que ser ejecutado con el mayor sigilo y rapidez posible, para cuidarse de no ser atrapado infraganti afuera. Estando la vivienda muy bien cerrada con una pesada y ruidosa puerta de madera, y con la señora Moreno durmiendo en un segundo nivel de esa habitación, las probabilidades de que el hurto, al menos de la medianoche hasta las primeras horas de la mañana, se consumara desde adentro, resultan menores.

Suceso insólito

Un suceso insólito, incluso que –como nos contó Nancy Margarita Moreno, quien estuvo casada con Danilo Chacón por 32 años y fue su fiel acompañante en las horas postreras- movió a cierta risa al cuerpo detectivesco que recibió la denuncia, y hasta los momentos de la entrevista no se había apersonado en la escena del crimen para la realización de las correspondientes experticias.

—Yo fui al Cicpc -relató la viuda-, puse la denuncia, pero me pareció hasta una falta de respeto, si se quiere, porque a ellos les dio mucha risa. Yo imagino que a todo el mundo le causa gracia, que eso sea algo así como inverosímil, como loco, como ilógico. ¿Quién se puede llevar unas cenizas, y para qué? Me dijeron que iban a llamar y nunca llamaron, no le pararon mucho; uno de los funcionarios me dijo: “¿está segura de lo que está diciendo?, nunca ha venido alguien a poner una denuncia sobre eso”.

Si bien en el mundo se conocen muchos casos similares, por lo general ha sido por confusión de los vándalos, porque fue incluido a la carrera en un botín más grande o porque les llamó más la atención el contenedor, que el contenido. Solo ha ocurrido con celebridades, como se refiere en cuadro aparte, que la intención ha sido expresamente apropiarse de esas reliquias.

En vida, su casa nunca fue violentada por el hampa, y menos se le conocían amenazas de algún enemigo, pues, antes bien, lo que le sobraba era gente para admirarlo por su dedicación total al teatro en el Táchira. Fue un hombre de carácter fuerte y extremadamente celoso con todas sus pertenencias. Su cuarto incluso era de muy vedado acceso, solo autorizados para ingresar en él sus amigos más cercanos, como Guillermo Nossa, Luzmila Antolínez y Carlos Alberto Rojas, personas con las que compartió y colaboró en los montajes de diversas obras, y muy diligentes durante el crítico trance de su mortal enfermedad.

Infortunios en cadena

El robo de sus cenizas solo hace parte de una cadena de infortunios y rarezas que se acentúan desde el mes de marzo, cuando se manifiestan con fuerza los síntomas de una elusiva enfermedad y que de alguna manera se entrelazan con la crítica situación país que todos padecemos.

Desde hacía seis meses se sentía quebrantado, con inflamación y fuertes dolores en una de sus piernas, entre otros malestares generalizados. Comenzó así el calvario con estaciones a cuanto especialista pudiera asistir, siempre y cuando su presupuesto lo permitiera. Equívocos diagnósticos señalaban hernias, lipomas, etc., y solo fue hasta que cayó en manos de un cirujano del hospital San Antonio que parte de sus afecciones se revelaron, encontrándosele en principio una gangliomelitis linfántica aguda, que obligó a la remisión a un infectólogo, quien a su vez detectó candidiasis y salmonela.

Aun bajo tratamiento médico, para el cuatro de octubre, su salud seguía en complicaciones y apenas si disfrutaba de breves lapsos de recuperación. En una de sus crisis, mientras permanecía en casa de su hermana, manifestó a su esposa su deseo de recibir ayuda de emergencia. Sus escasos recursos solo le indicaron, como única opción -prácticamente la única para cualquier tachirense en la actualidad-, acudir al Hospital Central…

—Nos fuimos a la una de la tarde -continúa Moreno, quien tiene a la enfermería por profesión, la historia- y estuvimos como hasta las 8 de la noche: nunca lo ingresaron. Lo que ellos hicieron fue introducirle una sonda, porque ellos supusieron que la inflamación que tenía era por retención de líquidos y me lo mandaron para la casa. Nosotros nos vinimos y lo dejamos en la casa de su hermana, Angelina Chacón, como a las 10 de la noche. El sábado, en la mañana, me vine muy temprano, llegamos y me di cuenta de que seguía grave. Tomamos la decisión de ir al Seguro Social -en vista de la frustrante atención en el Central, y la imposibilidad económica de internarlo en una clinica-; lo ayudé a bañarse y vestirse. Cuando me terminaba de arreglar y me colocaba mis zapatos, él convulsionó frente a mí, a las cuatro de la tarde. Tuvimos que buscar una ambulancia y llegó una del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal. Hasta las 6 de la tarde, convulsionó 7 veces, hasta hubo que suministrarle un medicamento que llevaba conmigo.

Después de una larga lucha, se logró ingresar a Danilo en el hospital del Seguro Social “Patrocinio Peñuela Ruiz”. El doctor jefe alegaba la falta de espacio y de recursos, y ciertamente el hacinamiento de pacientes en el área de emergencias del centro asistencial no se puede ocultar, teniendo apenas reservada para los pacientes una camilla, apenas separada de las demás por una cortina. Sin embargo, una vez internado, la atención del personal médico y de enfermería fue conveniente y oportuna; y la solidaridad entre dolientes hacía más amable la inquietante estadía. Con orden del residente general, se le hizo una resonancia magnética cerebral, el día lunes, la cual mostró 8 tumores e hizo urgente una consulta con el neurólogo Florencio Ramírez, a quien la familia de Danilo Chacón le agradecerá por siempre su amable y pertinente juicio facultativo. Este no solo confirmó una metastasis, sino que contabilizó 12 tumores de diferentes tamaños: al parecer el cerebro supo “hacerles el quite” a tales malformaciones y sorprendemente nunca se relacionaron con una sintomatología típica de esa localidad cancerígena -vómitos, diarreas, hemorragias nasales y auditivas, mareos fuertes, dolores de cabeza, etc.-. Apenas un dolor e hinchazón en la pierna brindaban alguna señal de la insospechada batalla que se libraba al interior de su cuerpo, y de nada más se quejó Chacón.

De la calamidad se le informó a su hijo, Dany Manuel, quien -como muchos venezolanos- tuvo que emigrar al exterior en busca de nuevas oportunidades y en pocas horas pudo trasladarse de Montevideo hasta San Cristóbal. Mientras tanto, acá su otro hijo, Emmanuel, estaba consagrado a los cuidados de su postrado padre.

Pero poco se podía hacer ya, pues el médico apenas si le dio semanas de vidas y se le recetaron fuertes calmantes para sus dolores. Del Seguro Social se trasladó a su casa, donde se había adaptado una cama clínica donada por la Lotería del Táchira, en vista de la delicada situación y las dificultades del paciente para ser manipulado. Entre periodos de consciencia y letargo, el trágico desenlace se aceleraba inexorablemente. El día de su muerte recobró lucidez, para tomarse una taza de café y fumarse un cigarillo, para al mediodía caer en la inconsciencia y fallecer a las cinco en punto de la tarde, aquella fatídica hora aludida por el poeta y dramaturgo Federico García Lorca. Murió en brazos de sus hijos, que le rogaron un poco más de fuerza para permenacer en este plano terrenal, pero ya el destino estaba sellado.

¡Devuélvanlas pronto!

En su agonía, le recordó a su hijo Dany: “papi, no se le vaya a olvidar, no quiero que me entierren, crémenme y hagan con las cenizas lo que mejor consideren; prefiero que las lancen al mar”. La familia cumplió ese último deseo; pero decidió que el cenizario, como ha mandado el papa Francisco, ocupara un nicho en alguno de los tres columbarios de la ciudad de San  Cristóbal.

—Lo normal -agrega la viuda con voz abatida- es que Danilo repose en su camposanto… pero ahora nos dejaron sin sus cenizas.

¿Quiénes fueron los ejecutores de tan censurable robo? ¿Existen testigos y filmaciones en cámaras de seguridad de algunos locales aledaños que permitan esclarecer lo ocurrido? Esas preguntas están por responderse; pero lo verdaderamente importante es que quien haya sido el responsable, recapacite y se reivindique, devolviendo lo que no le pertenece, para tranquilidad de la familia y allegados de Danilo Chacón.

__¿Pudo haber sido un admirador?

__De pronto, uno nunca sabe… ella respondió

__¡O algún nigromante?

__Lo que queremos –concluye Moreno– es que, por favor, nos lo devuelvan; eso no tiene ningún valor económico. Es más, yo creo que ni para hacer maldad sirve, porque los restos están completamente benditos. Desde el momento en que supimos que estaba tan grave, le dimos agua bendita a beber; un sacerdote le dio sus santos óleos y su santa comunión, se confesó. Él mismo pidió sus sacramentos. La cruz con la que se cremó es una cruz bendita. No entiendo para qué se lo llevaron o por qué se lo llevaron, para qué lo necesitan o por qué lo necesitan. Para nosotros tiene un valor sentimental, para poder decir, ahí yacen las cenizas de mi padre, de mi tío; para poder ir al columbario y orarle. Yo lo único que le suplico a esa persona que se las llevó es que las devuelva; él fue católico y religioso toda la vida, 100 % creyente de la Virgen y de Dios, un hombre de fe que no puede estar por ahí deambulando. Se le ha hecho todo, como lo que manda la Ley Divina. Lo unico que quiero es que lo entreguen, más nada; yo no voy a hacer reclamos, yo no voy a hacer que metan preso a quien cometió eso. Él o ella tendrán sus razones, no me interesa. Si fue algún fanático suyo, yo le digo que con eso no va a lograr más sabiduría, más conocimiento del teatro. Esas, sencillamente, son cenizas que le pertenecen a la familia…

Celebres profanaciones

Por lo general los robos de cenizas fúnebres que han ocurrido tienen que ver con el interés del ladrón de hacerse de la urna, más que de lo que ella encierra, y a veces ocurre cuando los delincuentes han “vaciado” una vivienda, un local o cualquier tipo de depósito.

Difícilmente se da el caso de que el objetivo específico del saqueador sean las cenizas; pero si han ocurrido casos que involucran a celebridades.

Recientemente fue noticia internacional, el robo de parte de las cenizas de Mahatma Gandhi, precisamente en pleno 150 aniversario de su nacimiento, en una acción que las autoridades calificaron de vandálica, y perturbadora de la paz y la unión nacional. A tal acontecimiento se le dio un tinte político, relacionado con las heridas que nunca han podido sanar entre hindúes y musulmanes.

Otro misterio similar envuelve a la estrella de rock Kurt Cobain. Sus cenizas se extrajeron del closet de la mansión de su viuda Courtney Love, quien se vio muy afectada por ese incidente, plagado de detalles escabrosos. Siguiendo con el mundo de la música, tenemos que a pocos días de su muerte en el año 1977, los restos de María Callas, desaparecieron, pero afortunadamente se recobraron, para ser lanzados posteriormente al Mar Egeo.

Un intento de robo de las cenizas de Sigmund Freud se reportó en el año 2014; pero tal vez uno de los escritores de más renombre vinculado con este tipo de delito, ha sido Dante  Alighieri: parte de sus despojos se desaparecieron por un lapso de 70 años, siendo casualmente encontrados en la Biblioteca Pública de Florencia.

Delito humano y pecado divino

En el Táchira hechos con cierto parentesco al ya mencionado no han acontecido, por lo que podríamos afirmar que se trata de algo inédito. Lo más cercano sería las supuestas profanaciones de cadáveres, que se habrían ocurrido en el Cementerio Municipal de San Cristóbal, con supuestos propósitos de brujería.

Al respecto, muchos han señalado las prácticas mágicas de los “paleros” que incluyen restos humanos, en especial huesos, con el objeto de infringir daño a terceras personas. Del uso de cenizas funerarias para hechicería realmente es muy poco lo que se conoce hasta lo momentos.

Lo que si es cierto es que ni la ley humana ni la divina permiten este tipo de profanaciones. De hecho, muy recientemente la Iglesia Católica aceptó la cremación, y ha puesto como condición que las cenizas reposen en un columbario. Las declaraciones de varios prelados ha sido que este tipo de infracciones, representan una falta grave contra lo sagrado, siendo el cuerpo el templo del Espíritu Santo.

De otra parte, la legislación venezolana en el Código Penal, a diferencia de instrumentos jurídicos de esa naturaleza en otros países latinoamericanos, es muy explícita en cuanto esta modalidad delictiva, en el artículo 171, el cual reza: “Cualquiera que cometa actos de profanación en el cadáver o en las cenizas de una persona, y cualquiera que con un fin injurioso, o simplemente ilícito, sustrajere, fraudulentamente, el todo o parte de los despojos o restos mismos, o de alguna manera viole un túmulo o urna cineraria, será castigado con prisión de seis meses a tres años”.

 

Freddy Omar Durán

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