Reportajes y Especiales

“Dios sabe por qué me tiene aquí”

29 de agosto de 2020

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Dos motivos tuvo Nelly Coromoto Cárdenas para volver al Táchira, a mediados de febrero pasado: los altibajos en la salud de su madre nonagenaria, y su hija acabada de dar a luz; pero ahora desea regresar, con su esposo y dos de sus hijos menores, a Cúa, estado Miranda.

— Estoy desde el 9 de febrero –comenzó su relato- porque mi mamá se puso malita, y pensé quedarme 15 días más. Fue cuando mi hija Angie me pidió que me estuviera un rato más porque ya iba a dar a luz. Una semana después del parto ordenaron la cuarentena.

Hace 27 años que no reside permanentemente en el estado, y su más larga estadía ocurrió hace aproximadamente tres años, cuando la menor de sus hermanas falleció.

Hoy puede cuidar a su mamá María Justina, que está a punto de arribar al siglo de vida, y por otra niña que recién está conociendo el mundo y se llama Cattlyn, su décima nieta.

El alejamiento de su familia en Miranda tuvo su momento crítico cuando supo que uno de sus hijos tuvo que ser aislado por un mes en el hotel San Pedro de Cúa, sospechoso de covid-19. Afirma que él ingresó por una gripe, pero de manera preventiva debió permanecer allí.

— Él siempre me decía: “mamá, yo no tengo nada, y no sé por qué me tienen aquí”. Afortunadamente, fue recluido cerca de la casa y se le pudo suministrar alimentación -dijo-.

De hecho, esa situación la pone temerosa sobre su regreso, pues no quisiera pasar por algo similar.

También le preocupa, desde lo económico, cómo la están pasando los suyos, pues su pareja, siendo mecánico, ha visto muy mermada su clientela a causa de la cuarentena.

Ni al centro…

Como población de riesgo, se cuida. Apenas si sale de su casa para ver a su mamá, yendo en moto o subiendo a pie hasta El Valle, municipio Cárdenas, unos cuantos kilómetros arriba.

—Para mí lo más bravo es estar encerrado, como si estuviese presa, y la situación económica, que en realidad ha afectado bastante. Para mí no ha sido problemático porque he contado con el apoyo de la familia, y prefiero aguantar un poco más y no correr riesgo, y de paso veo un poco más a mi mamá, que en estos últimos días se ha ido debilitando.

Se cuida del covid-19, con una salud apenas afectada por ocasionales migrañas; en su niñez, en el Táchira, tuvo que ser hospitalizada por una hepatitis, que para su época se propagó entre los menores de edad como una especie de pandemia, a mediados del siglo XX, que era afrontada por una medicina primitiva, y inexistente para la población más pobre.

—Dios sabe por qué me tiene aquí. Yo quisiera irme, y que esto pase. Esto nadie se lo esperaba. Con decirte que ni idea cuánto estará costando el pasaje para mi hogar. Confiamos en que todo esto pase. Y por ahora estamos en manos de Dios, Él es el único que puede proteger, y le damos gracias por el privilegio de tener la vida todavía, y a mi mamá, para poder decirle cuánto la amamos -declaró-.

Freddy Omar Durán

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