Reportajes y Especiales

El tratamiento es con medicinas, pero también hay que tener fe

15 de enero de 2021

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Lorena Evelyn Arraíz


Una simple tos y un cuadro gripal leve se transformaron en el temido virus. Como la tos no cesaba y cada vez se agudizaba, me indicaron que debía hacerme una tomografía de tórax. Ahí tuve el primer temor.  Pasaron dos días y me hicieron el examen, con otros de laboratorio. El diagnóstico: neumonía por coronavirus.

Ese día estaba sola en el Centro Clínico y me puse a llorar. Le pedí a Dios que nadie se enfermase y muriera por mi culpa. Me sentí vulnerable y muy asustada.

En casa se tomaron las medidas.  Siendo mi esposo médico, explicó cómo funcionarían las cosas mientras estuviese enferma. El 23 de diciembre me dio un ataque de llanto. Temía lo peor. Aunque yo estaba recibiendo tratamiento en casa y no en un centro de salud, temí morir. He de confesar que pensé en escribir o grabar audios para mi familia y amigos, porque sentía que había cosas inconclusas o que quería que ellos supieran. Esa noche fue la peor, porque ya no era el ahogo o la tos, era mi estado emocional que estaba afectado.

Recibí la atención de los neumólogos Carlos Cárdenas y Alix Suárez, y un hada madrina que es pediatra, llamada Adela Colmenares. La lista de medicamentos era larga. Ahí entendí que mucha gente empeoraba porque no tenía cómo comprar las medicinas.

El 24 vinieron mis hijas y fue una reunión atípica. El 31, mi hija Lorena había dicho con antelación que recibiéramos el año nuevo en su casa, pero los planes cambiaron, así que mis Daniela y Sirina se reunieron en la casa con Lore, su esposo Óscar e Isabel, la bebé. Mi esposo Alfredo y yo nos quedamos en casa. Cuando dieron las 12, él entró al cuarto y me dio el “feliz año” de puño a puño. No hubo abrazo, no hubo ese contacto que uno da y de donde salen los deseos más bonitos para la gente que ama.

Hay un aspecto que me afectó sobremanera en este periodo: la hospitalización de Abelardo Díaz, la de Eymar Fuente y “Cheo” Peñaloza, que en paz descanse.

Saber que estaban enfermos, que debíamos activarnos (los periodistas) para ayudar a conseguir medicinas o dinero, me regresaron a los temores de que esta enfermedad es traidora, anárquica, caprichosa. También leer que a dos personas del oficialismo les repitió el covid me preocupó mucho. Cuando sales de algo como esto, no quieres repetirlo y piensas en cómo queda tu cuerpo después de todo esto.

La mejoría ha sido lenta. Aun cuando no tenía tos, permanecían los ahogos, lo que generó que los médicos me remitieran al cardiólogo y allí hallaron una pequeña anomalía postcovid, que está tratándose y que ellos y yo estamos seguros que ese pequeño derrame pleural y pericárdico se reabsorberá del todo.

Entendí que el tratamiento es con medicinas, pero también hay que orar, tener fe, paz. Tengo que aprovechar este espacio para darles las gracias a las personas por sus oraciones. Una vez leí que no había mayor muestra de amor hacia alguien que orar por él. ¡Muchas gracias!

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