Reportajes y Especiales

“Estamos tratando de hacer de la crisis un reto creativo”

5 de marzo de 2020

174 vistas

Como artista plástico y docente, Énder Rodríguez ha convertido la realidad que le ha tocado vivir en un motivo para el aprendizaje y la creatividad.


Freddy Omar Durán

Problemas de salud personales y de uno de sus hijos se han complicado, inserto en un ambiente de sorpresas y demandas, en el que sin ingenio difícilmente se puede sobrevivir.

Él también ha estado involucrado en la causa ecológica, estando por ello su vida en peligro; no obstante, la mayor amenaza ha sido esta crisis, en que esmirriados ingresos y servicios públicos colapsados dificultan la vida del tachirense.

“Hoy nuestro sueldo profesional, como profesor, no nos alcanza ni para comer un día”

“Cuando se va la luz, le hemos estado buscando el lado lúdico a las cosas”

“Todo el desastre nacional lo estamos volcando en nuestros cuerpos, estamos casi que ‘territorializando’ el país en nuestros cuerpos”

Ser artista no es solo una condición “distinta y distintiva” del alma humana, y mucho menos exclusiva o extravagante: representa ante todo una manera de afrontar e interpretar el mundo y su difusa realidad.

Énder Rodríguez ha sido creador o, como prefiere denominarse, “creactivador”, desde una potencialidad expresiva exuberante, ya sea que esta se materialice en obras plásticas o literarias con destino a museos, lugares de exposición pública o vitrinas virtuales; ya sea que se canalice en intenciones pedagógicas a modo de invitación a otros a ser creadores.

Pero actualmente se desempeña en la más delicada de las artes: la supervivencia. Podríamos hasta  relacionarlo de alguna manera con aquel cuento de Frank Kafka “El Artista del Hambre”; y es que kafkiana es la circunstancia del tachirense de ingresos exiguos, sin agua, sin luz, sin gas, sin idóneos servicios de transporte y aseo, y ni qué decir de una salud que se paga en dólares o en pesos.

Aquejado de fuertes dolores de columna, operada dos veces, que lo han dejado incapacitado y lo hundieron en episodios de depresión; con un hijo en autismo severo y que requiere medicación para su control, y una esposa que, como él, vive el calvario de ser maestro, con salario paupérrimo, Énder Rodríguez debe sobrellevar ya ese hándicap que no le hace fácil su existencia, con la odisea diaria de racionamientos de todo orden, incluso alimentarios.

¿Qué ha hecho llevadera tal situación? Precisamente, llevar la lucha en familia, en la cual las privaciones no se constituyan motivo de desánimo, pues no hay tregua para el desfallecimiento, y todos sus integrantes deben estar ajustados a una estricta voluntad de colaboración, en la que muchas veces las “salidas” de entretenimiento han tenido que postergarse. Y también le han ayudado sus investigaciones estéticas, pues en momentos más críticos, por ejemplo, en medio de un apagón, la creatividad ha servido de herramienta para aliviar los tormentos del pensamiento de él y sus hijos.

“Mis dos hijos se estresan, y cuando se va la luz, nos ha tocado que juguetear, tratar de ver el lado lúdico a las cosas, tratando de que en casa no se viva con rabia. Cuando tenemos que cocinar con leña, cargamos las maderas y jugamos al montañista. Joshua se pone a hacer comics, mientras la batería de la computadora se lo permita; yo me pongo a hacer collages, o experimento con la técnica con chimú, que da unos sepias espectaculares”.

Sin gas y sin electricidad, no le ha quedado otra que cocinar a leña, y para eso cuenta con su parrillero, que alguien construyó dividiendo a la mitad una bombona pequeña. Al lado de la estufa, dos pipotes reservan el agua, en prevención de los cada día más frecuentes racionamientos.

Vender lo que se pueda

“Tuve que vender mi carro para comprar alimentos”; no le da pena decirlo; uno de los tantos recursos a los que ha tenido que echar mano para proveer de lo más esencial a su familia; así como ofertar sus obras a través del mercado virtual, o de amigos residenciados en otras partes del mundo.

La diáspora, de la cual no ha podido ser parte precisamente por su salud y la de su hijo, amén de todas sus querencias que él, así por así, no quisiera abandonar, le ha colaborado, especialmente en asuntos de salud. En este sentido, reconoce la labor en el Táchira de Funauta, incondicional con su particular circunstancia.

Circunstancia que no puede ser llamada “problema”; pues Elizuhé ha sido para él su madre; Yacnedy, y su hermano menor Joshua, una fuente inagotable de aprendizajes y de amor. Su vena artística brota de múltiples maneras, y eso ha sido una razón para la satisfacción familiar, un cuadro de triunfos, en medio de conductas erráticas y desmedidas.

“Actualmente –refiere Rodríguez- está muy estable gracias a una medicina que calmó su agresividad, e igualmente debe estar consumiendo su anticonvulsivo y otro antipsicótico. La mayoría de estas fórmulas se adquieren en Cúcuta, en pesos. Hace tres años que no tenía medicina, prácticamente caí en cama del dolor, y mientras estaba postrado mi hijo, que tiene autismo severo, se golpeaba, se mordía, tiraba cosas filosas; un día estrelló su mano en una ventana, y varias veces se nos ha ido de la casa”.

“Era una cosa impresionante y terrible, y me hizo caer en depresión. Un familiar me tuvo que mandar  dinero para comprar morfina. Afortunadamente, por algo como mágico, no he sufrido tantos dolores; aunque tengo algo de calmantes. De todas maneras, debo trabajar pocas horas, las cuales debo aprovechar al máximo”.

Pese a un panorama preocupante, Énder se niega a desfallecer, pues sus hijos lo necesitan, y por ellos ha renunciado a irse al exterior, aunque ganas no le faltan.

“He estado tentado a ir a muchos países, donde tengo grandes amigos y hermanos, quienes están desarrollando importantes proyectos artísticos. Sin embargo, ya veremos qué pasa y cómo se siguen dando los acontecimientos”.

Resiliencia ante todo

Pero su prédica es la resiliencia, eso sí, sin la ingenuidad de creer que todo va bien.

“Debemos ser muy resilientes en este batallar, así nuestros sueldos, como profesor de arte, tanto en el campo formal como informal, sirvan para muy poco. Años atrás, con ese sueldo se podía vivir, no cómodamente, y a lo que se agregaba todo lo que uno desarrollaba como artista, con obras y proyectos. Hoy nuestro sueldo profesional como profesor no nos alcanza ni para comer un día (el blanco de sus ojos se tizna con un rojo de rabia y tristeza)”, expresa.

“Dice un meme somos “pobrezores” y eso se aplica tanto a los profesores de escuela como de universidad. Es una odisea y nosotros no hemos tomado las cosas de otra forma, tratamos de reírnos. Con resiliencia tratamos de asumir las cosas, de manera tal que nos permita estar más unidos como familia, humanizarnos más. En estas situaciones caóticas uno debe sentir la calidad humana, apreciar lo más sencillo, la colaboración del vecino, ofrecer una sopita a quien tenga hambre, o una ropita; debes ser agradecido con las ayudas que recibes”.

En la línea de esta idea, agrega que “tenemos una venezolanidad cabizbaja, vivimos una situación temperamental delicada, con estrés, miedo y hasta pánico, en la que afloran fácilmente resentimientos familiares, por asuntos políticos o personales”.

“Nos estamos enfermando porque los problemas sicológicos y sociales se están somatizando, todo el desastre nacional lo estamos volcando en nuestros cuerpos, estamos casi que ‘territorializando’ el país en nuestros cuerpos, y eso es lo peor que puede pasarnos. Hay amigos que han pasado cosas peores, en otros países, que nos dicen “siempre puede ser peor”. He visto hermanos venezolanos en Cúcuta pidiendo limosna, drogados, y también muchos muy trabajadores. Y hemos visto muchos pacientes psiquiátricos que aquí ya no pueden ser atendidos porque muchos centros de este tipo han cerrado”.

Activista siempre

Pero una faceta en la vida de Énder Rodríguez corresponde al activismo político; esa experiencia lo ha “invulnerabilizado” de los falsos discursos del poder.

“Las luchas de pasado y las del presente son  muy parecidas. Los poderes a los que nos enfrentamos son los mismos, y con ello me estoy refiriendo a corruptelas partidistas, al tráfico y negocios irregulares desde la frontera. Como activistas hemos tenido luchas ambientalistas por las cuales hasta me amenazaron de muerte. Con sus contactos, relaciones, los peces gordos gozan de padrinazgos que les permiten hacer lo que les provoque, montar sus negocios”.

“En estos momentos las luchas sociales son más complejas, porque esta es la más grave la situación que hemos vivido, sin parangón en los ochenta o los noventa, sin tanta fragilidad. Estamos hablando de un país con hiperinflación, la pobreza, un alto costo de la vida, el desamparo de los adultos mayores, la educación totalmente precaria, y la ‘miseribilización’ de los modos de vida”.

“Estamos hablando de niños abandonados, adolescentes que comen muy poco. Yo recuerdo de niño, cuando tendría 10 años, que uno se sentaba para consumir un almuerzo con su carne, su arroz, su plátano maduro, caraotas, sopas, ensaladas, jugo de frutas: comías balanceadamente. Hoy estás atrapado en un esquema de corruptela que te cobra por debajo de cuerda una bombona grande en 100 mil pesos”.

100 mil pesos que no ha tenido Énder, pues si le llegan pesos, estos sirven apenas para solventar sus gastos básicos. Mientras tanto, le ha tocado comer humo, ensuciar su casa de hollín y respirarlo, ocasionándole hasta dolores de cabeza.

Al lado de la estufa permanecen dos tobos grandes, que sirven para conservar el agua, llegando a tener hasta un mes sin el servicio. En la actualidad, la recibe un día sí y otro no, tratando de desperdiciarla al mínimo.

Con relación a la  basura, afirma no tener  problemas, pues la organización en el hogar les permite la administración de los desechos Lo orgánico, lo que se pudre, se lo lleva a un vecino que tiene sembradíos. Se saca solo la basura plástica, de papel o vidrio, y se  conservan en el refrigerador los huesos. De esta manera se evitan la contaminación y la pululación de malos olores.

Las malas comunicaciones también le preocupan, sobre todo verse ante una emergencia con sus hijos y no tener a quién llamar porque las líneas y el internet están caídos.

“Hermano, es el holocausto”

Ha comentado su situación a sus amigos docentes y artistas del exterior, quienes no dan crédito a sus palabras

“A mis amigos artistas colombianos les da escalofrío cuando yo solo les cuento que gano cien mil pesos y que eso no alcanza ni para una bombona de gas. Y me preguntan: ¿cómo diablos ustedes comen? Yo les respondo que con malabarismo, tratando de alquilar una cosa aquí, vendiendo acá, prestando dinero allá, ofreciendo el trabajo en Cúcuta, en Colombia; dictando talleres aquí. haciendo miles de cosas. Un amigo mío, que es profesor de Educación Artística, me dijo <<hermano, eso es un holocausto, definitivamente>> (risas)”.

Sin dejar de soñar

Énder Rodríguez no deja de soñar, pese a las adversidades:

“Para mí, el sueño sería llegar a una verdadera ‘convivialidad’ sociocreativa, una sociedad creando. En esta crítica situación actual nos hemos hecho más creativos, más humanos, más solidarios; así como también hay gente que, por el contrario, se ha vuelto más despiadada, está robando más, y se aprovecha de la necesidad del otro”. (FOD)

¡Quieres recibir el periódico en la puerta de tu negocio!

1 Mes

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 5% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post 1 historia

Mensual
54.000 Cop

Pago único

Suscribirse

3 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 10% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
51.300 Cop

Pago único

Suscribirse

6 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 20% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    2 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
48.600 Cop

Pago único

Suscribirse