Reportajes y Especiales
“Hay que disfrutar las pequeñas victorias” #Tachirenses en el Mundo
2 de julio de 2021
A los 23 años, en el 2001, Daniel Useche Chacón se marchó de Las Vegas de Táriba, municipio Cárdenas, al estado de Utah, en los Estados Unidos. Trabajó, estudió, se casó, se divorció y se graduó de doctor en Farmacología en la Universidad de Puerto Rico. Aquí, parte de su historia
José Luis Guerrero S.
I
Han transcurrido 20 años
Daniel Useche Chacón llegó al estado de Utah, al oeste de los Estados Unidos, en febrero de 2001. Tenía 23 años. Llevaba una maleta pequeña, 50 dólares en el bolsillo y una chaqueta que no servía para soportar el fuerte frío de la temporada. Han transcurrido 20 años.
Partió de su casa materna, en Las Vegas de Táriba, municipio Cárdenas. Unos amigos, miembros de una familia que conoció en Mérida durante sus estudios de Ingeniería Forestal en la Universidad de los Andes, lo orientaron a emigrar al Norte, un viaje que le cambió su vida. Otros rumbos, otros caminos.
Tachirense de buena cepa, hijo de Héctor Elio Useche y Benedicta Coromoto Chacón, él de Las Vegas de Táriba y ella de Queniquea, es el segundo de cuatro hermanos. Cursó estudios de preescolar y primer grado en la escuela Monseñor Ángel Eugenio Fuentes, en Las Vegas de Táriba; terminó la primaria en el grupo escolar Rafael Álvarez, presentó prueba en el Colegio Aplicación, para continuar el bachillerato, pero no pudo estudiar allí. Sí lo hizo en el liceo Luis López Méndez, donde se graduó de bachiller en Ciencias. Todo en el municipio Cárdenas.
Hoy día, a sus 44 años, es doctor en Farmacología, egresado de la Universidad de Puerto Rico, destacado profesional del hospital de Utah, la ciudad que le cambió la vida.
II
Su paso por la ULA y el IUT
Ingeniería en Sistemas le llamaba la atención para estudiar. Con el título de bachiller en sus manos, hizo los trámites correspondientes y con el apoyo de sus padres, a los 17 años, partió a Mérida. Las puertas de la Universidad de los Andes se abrieron.
“No me aceptaron en la escuela de Ingeniería en Sistemas y comencé en la escuela de Ingeniería Forestal. Cursé tres semestres del ciclo básico, y había clases de Botánica que me llamaron la atención, pero tuve que regresar a casa. Mi familia no podía costear mi estadía en esa ciudad”, recordó.
Ingresó al Instituto Universitario de Tecnología, en La Concordia, pero su destino era otro. “Mi mamá siempre nos decía que teníamos que estudiar, sacar el bachillerato y tratar de ir a la universidad. Esa motivación siempre me acompañó, pero hubo muchos obstáculos”.
“Me salí del IUT. Me sentía muy frustrado en Venezuela porque sentía que tenía la capacidad, pero si no había una palanca, un conocido, se te hacía bien difícil salir adelante. Yo no lo pensé en el momento, pero al salir del país me di cuenta de que, en cierta forma, sí era así, que muchas veces eran beneficiados quienes tenían influencias y contactos”, recordó.
III
Doctor en Farmacología
Al pisar suelo estadounidense, el invierno lo sorprendió. “Quienes me recibieron, me dieron una chaqueta para soportar el frío. Era de noche y camino a casa, quedé como en shock al ver la nieve, todo era blanco, todo un espectáculo”.
Este tachirense, que nació en la otrora Maternidad de Táriba, el 27 de mayo de 1977, se enfrentaba a muchos retos, de los cuales salió airoso, así como superó su formación primaria y secundaria. Etapas de niño y adolescente en su trajinar por las calles de Táriba y la vereda 12 de Las Vegas de Táriba, donde está su casa materna. Perseverancia, constancia y deseos de superación, lo describen.
No lo hablaba, pero sí entendía un poco el inglés. Tuvo mucha paciencia. Su primer trabajo fue en una compañía donde se fabrican mesones para la cocina. Allí permaneció hasta agosto de 2001. Trabajaba entre 10 y 12 horas diarias.
“Mi meta era continuar estudiando. Mi jefe, en esa oportunidad, me dijo que cómo lo haría, si no dominaba el idioma. Yo podía entender lo que la gente me decía, pero no me podía expresar bien. Muy difícil hablarlo”, narró.
En agosto de 2001 entró a la universidad del estado de Utah, Utah State University, a estudiar inglés intensivo. Presentó una prueba de nivelación y de cuatro niveles, quedó en el tercero. Debía cursar solo dos semestres. Estudiaba y trabajaba para costear sus gastos. Ese año se casó.
Terminó los dos semestres y logró ingresar a la universidad, al curso de estudios generales, que es la preparatoria. En el 2007, transcurridos cuatro años, se gradúa de bachiller en Ciencias. No hubo equivalencia alguna de las materias estudiadas en Venezuela.
“Al principio se me hacía difícil entender a los profesores. Me apoyaba en libros, algunas clases grabadas en la biblioteca. Me costó mucho, pero me esforcé y logré notas buenas, y destaqué en promedio académico de 4 puntos. Eso me valió recibir una carta del decano de la universidad que me indicaba que estaba en la lista de honor. Tenía más motivación. Yo me dije: Yo, que vengo de Las Vegas de Táriba y no hablo inglés y estoy en lista de honor en esta universidad, pues sigo adelante”. Allí culminó su primer grado.
Su meta era la formación profesional. Hacía énfasis en especializarse en Educación Física y Ciencias para la Salud. “Yo quería hacer doctorado clínico, que comprende medicina, odontología, farmacia, terapia física, y se egresa como doctor en Medicina, doctor en Farmacología… yo sentía que estaba un poquito mayor y opté por el doctorado en Farmacia, para recibir el título de doctor en Farmacología, y así lo hice”
— ¿Qué hace un doctor en Farmacología?
— El profesional en Farmacología trabaja en distintas áreas: farmacias de comunidad, como Farmatodo; en la industria farmacéutica, áreas de investigación, y área clínica de un hospital. En el centro asistencial eres el recurso de los médicos y enfermeras, se evalúa la terapia de medicamentos del paciente, el tratamiento, si es o no adecuado, contradicciones, compatibilidad…
— ¿Dónde estudió la carrera?
— En la universidad de Puerto Rico, recinto de Ciencias Médicas. Me gradué en el 2012, tenía 35 años. Al graduarme, trabajé en el hospital de niños de ese país por 18 meses y luego solicité traslado para trabajar en el hospital de Utah.
—¿Dónde trabaja actualmente?
— Tengo siete años en el hospital de Utah. Es el principal centro de salud del estado y zonas vecinas. Empecé en la sala de Emergencia y Unidad de Cuidados Intensivos, luego se dio la oportunidad de cambiar horario y pasé como farmacéutico clínico del área de Emergencia y de Operaciones.
Daniel Useche se divorció en el año 2009. Es padre de un adolescente de 15 años que se llama Daniel. Es él la inspiración de su vida.
IV
Recuerdos del Táchira
Desde hace 11 años no viene a Venezuela, a recorrer las calles de Las Vegas de Táriba, donde vive su familia. Extraña la rica comida tachirense, la sazón andina.
Recuerda los hermosos jardines en la casa de la abuela paterna, Brígida, espacios naturales que él ha copiado en su casa en los Estados Unidos, donde también se dedica a la jardinería y siembra de árboles frutales; desea una sabrosa mazamorra de maíz, como la que preparaba su abuela materna, Carmen, y la pizca andina de su mamá, Benedicta.
“Aquí podemos conseguir arepas, empanadas, pero nada como los sabrosos pasteles de yuca, de las ventas cercanas a la Basílica de Táriba”, comentó.
Durante la conversación por mensajes wasap mencionó a la profesora de preescolar, Rosa de Ramírez; a Coromoto Useche, del transporte escolar, a muchos vecinos, amigos y excompañeros de clases.
El comedor grande del grupo escolar Rafael Álvarez, “donde siempre había mucha comida”; el discurso pronunciado en la plaza Bolívar de Táriba, como integrante de la Sociedad Bolivariana, en sexto grado, los laboratorios de Física, Química y Biología del liceo Luis López Méndez, “con todos los materiales para los experimentos que despertaron mi curiosidad por la ciencia”; sus cargos como delegado y subdelegado en su paso por la secundaria, son parte de su larga hoja de vida.
V
Perseverancia
“Mi recomendación a los jóvenes y a todas las personas es que no deben fijarse en esas cosas negativas, pequeñas, que nos suceden, porque te deprimes y te pueden desviar de la meta”, aconseja el doctor en Farmacología.
“No es fácil estudiar en otro idioma, en otra cultura. A veces te sientes deprimido porque extrañas a tu familia, a tu gente, a tu cultura, pero hay que seguir adelante. Yo pasé por momentos difíciles, de estar solo, de llorar solo, de celebrar solo, pero la meta es seguir adelante”, agregó.
“En Puerto Rico, por ejemplo, no conocía a nadie. Dormí en sofá, en casa de amigos, mientras conseguía el lugar para poder vivir. Hay que hacer muchos sacrificios, de lo que comes, de lo que vistes, para ahorrar dinero… me dormí varias veces en clases por el cansancio, al pasar una mala noche, porque hacía mucho calor y yo solo tenía un ventilador…ahora soy feliz”-
Declara que “el éxito académico, profesional, el éxito en la vida, es el ser constante y perseverar en tus metas. Muy importante, tener el deseo y las ganas de superarse. Hay que hacer un plan, visualizar qué quieres hacer con tu vida, mantenerse en esa meta, ser perseverante. Hay pruebas muy duras, donde vas a flaquear y vas a querer dudar e irte por el camino más fácil”.
Daniel Useche invitó “a aprovechar cada momento en el camino. Hay que disfrutar las pequeñas victorias porque, si no es así, te llenas de estrés y te puedes perder de valorar las cosas de la vida que son normales, como apreciar la naturaleza, compartir con la familia por medio de una llamada, de un saludo, de una foto, ayudar a alguien que lo necesita…”