La vida no le dio hijos propios a Ydelsa Molina, pero ella es madre, así se siente, y lo es, con toda propiedad, porque desde muy joven crio a sus hermanos y a varios de sus sobrinos
Juan José Contreras
Texto y fotos
Es una tarde cálida, pero la brisa es fresca; afuera, el sol brilla y sus rayos se cuelan entre los árboles de Lobatera. Ydelsa Molina dobla las sábanas que ya se secaron, una tarea más, de las muchas que ha sumado a lo largo de su vida en pro de su familia. Ella no se casó, ni tuvo hijos, pero jamás ha estado sola, porque su familia es grande y creció bajo su cuidado, porque desde muy joven ayudó a criar a sus hermanitos y luego a sus sobrinos.
Ydelsa Molina mencionó a su madre, que hace más de 27 años partió ante el Creador; ella recuerda: “Mi mamá era la que trabajaba, estaba sola, sacando adelante a sus ocho hijos, tres hembras y cinco varones; yo cuidaba a mis hermanos”, dijo la segunda hija de esa hermandad, mencionando que se dio la crianza de los más pequeños por circunstancias de la vida. “Luego, cuando mamita enfermó y después murió, me quedé en ese rol, de la casa; después vinieron los sobrinos conmigo, y ha sido un compromiso”.
La hoy matriarca de sus hermanos y sobrinos, porque los formó, ayudó a criar a seis de los nueve retoños de una sus hermanas, los hijos que los giros de la vida le otorgaron, que atesora, y que desde su sobrina mayor de 37 años, hasta la menor, han sido la prioridad en sus esfuerzos, sus desvelos, atenciones y cuidados.
El trabajo de una vida
Ydelsa Molina no solamente se dedicó a criar niños, a atender sus necesidades y a realizar el quehacer del hogar, sino que también trabajó siempre. “Lavaba y planchaba para casas de familia, al igual que mi mamá, quien también hacía limpiezas. Empecé en la medicatura como camarera, haciendo suplencias, hasta que finalmente ingresé, y ese ha sido otra de mis labores”.
“La alimentación, la educación, la formación de valores, para que fueran hombres y mujeres de bien, es una lucha, de toda la vida, porque si ellos están contentos, pues yo también lo estoy. Los cuidé desde niños, cuando se enfermaban; los vi crecer. Para mí, son mis hijos.”
Actualmente, Ydelsa Molina cuenta cinco hijos de las sobrinas que crio, que son como sus nietos. Con lágrimas en sus ojos se refiere a ellos, en especial porque el pequeño Gabriel, de siete años, a quien atendió desde que nació, el pasado noviembre se fue a vivir a Perú, con sus padres y su hermanita.
El día de las madres no debería ser un día, porque las progenitoras laboran los 365 días del año. “Yo no tuve hijos propios, pero ayudé a criar a mi familia y me siento mamá, y con la experiencia que tengo, puedo decir que lo más importante para sacar adelante a los hijos es quererlos, pero no alcahuetearlos; cuando hay que tener una palabra firme, hacerlo, porque hay que inculcarles valores y formarlos, la disciplina es importante, y eso puede hacerse con amor. Yo nunca estoy sola aquí, cuando no llega el uno, llega el otro; mi familia es lo más importante”, dijo Ydelsa Molina.
Sin duda alguna, madre es la que cría, la que forma, y la sonrisa resplandeciente o la lágrima derramada, nacidas del amor genuino de una madre, es el tesoro más valioso del mundo. Feliz día para todas esas mujeres que sacaron adelante a miembros de su familia, a esas abuelas, tías o hermanas, como Ydelsa Molina, que son la realidad y el reflejo de muchos hogares venezolanos. Para todas ellas, respeto y admiración, y el eterno amor de sus hijos de vida.