Jonathan Maldonado
EL DATO
El coordinador del Museo, Daniel Caetano, precisó que el proyecto fue creado por el exgobernador del Táchira, Ronald Blanco La Cruz
La casa de Juan Vicente Gómez, en el sector rural de El Recreo, en la parroquia fronteriza del municipio Bolívar que lleva el mismo nombre del expresidente, está cargada de historia.
El hoy museo le permite al visitante viajar en el tiempo, gracias a que la estructura mantiene los encantos de la época: techo de caña amarga y paredes de tapia-adobe, reforzadas con cemento.
Sumergirse en lo que fue la vida del Benemérito (el elegido y bendecido), como le llamaban, es fácil. Además de los elementos históricos que arropan a la vivienda, está Daniel Caetano, quien funge como coordinador del museo y le confiere a su exposición un toque original: suele aparecer ataviado con una réplica del traje que usaba el general Gómez.
Con la particular chaqueta y pantalón verde olivo, las botas negras, el quepis (gorra), los lentes, el bastón y el peculiar bigote, Caetano entra en escena en la primera habitación de la casa. Es una especie de sala donde las fotos hilan parte de su vida. Se puede apreciar la imagen de la capilla donde nació el general, en el sector El Caney.
Otras fotos muestran los rostros de sus padres: doña Emeregilda Chacón y don Cornelio Gómez. En otra instantánea, todas originales, está el joven rostro de quien gobernó a Venezuela por 35 años. En ese instante tenía apenas 24 años, edad con la que heredó la hacienda.
En ese mismo espacio hay recuerdos de su compadre, el expresidente Cipriano Castro, quien tuvo que viajar a Europa para atender su quebrantada salud. Estando en Francia recibió la noticia de que Gómez había asumido el poder. También hay imágenes de cuando fue gobernador, de su caballo Rocinante y de la inauguración de la capilla.
“Esta foto es con mi segunda concubina, Leonicia Bello, ya que la primera fue doña Amelia. Con una tuve siete hijos y con la otra ocho; pero llegué a tener 120 hijos, y cuando me venían a pedir plata les abría un baúl y les decía que agarraran las morocotas que necesitaran. Luego, adiós”, contó Caetano, encarnando al Benemérito.
“Salón del tiempo”
El “salón del tiempo” también está arropado de fotografías. La luz natural, que se cuela por la ventana y la puerta entreabierta, le otorga al espacio mayor protagonismo y cierto misticismo. Allí, el visitante se traslada a momentos como la entrega en matrimonio de las hijas del expresidente tachirense.
Alí, el hijo del Benemérito, que murió de fiebre tifoidea, también resalta en las imágenes. Incluso hay una foto en la que se ve al doctor José Gregorio Hernández. En otras están los tres primeros aviones de la Fuerza Aérea Venezolana, así como el Monumento a Carabobo, que se mandó a construir en su parte fundacional; una foto de la Revolución Restauradora, y una que lo muestra compartiendo con el también expresidente Eleazar López Contreras.
“Aquí, sobre esta mesa, reposan los primeros metales, las planchas de la época, los terminales eléctricos, las placas; en fin, todo el modernismo que se trajo en esa época”, prosiguió el coordinador mientras mostraba las primeras máquinas de coser y las papeleras. “Toda la industria se desarrolló en ese momento”, dijo.
Salón Maracay
Por ser considerada en esa época la ciudad predilecta del país, Gómez atesoró varias vivencias en el estado Aragua. Un pilón para moler café, con su punta redonda, adorna el espacio. Un tinajero para el sistema de purificación del agua, y un pupitre, ambos de la época, le garantizan al visitante su viaje por el tiempo.
“En Maracay murió Alí”, suelta el guía, aún personificando a Gómez. “También tenemos, en fotos, el mausoleo familiar y una impresión de su rostro cuando falleció”, recalcó, al tiempo que rememoró la fecha de nacimiento y de partida: “nací el 24 de julio de 1857, y fallecí el 17 de diciembre de 1935, aunque a veces dicen que seguí mandando durante tres días, después de muerto”.
Una radio de la época está debajo de las fotografías que enseñan la torre de la plaza de toros de la Maestranza, así como lo que eran el Hospital de Maracay y el Zoológico de Delicias, que funcionó como espacio privado de Gómez, quien tuvo elefantes, jirafas e hipopótamos. Otra imagen del momento en el que entrega en matrimonio a su hija, Cristina, sella de historia el salón.
El verde de la grama actúa como anfitrión de una fachada congelada en el tiempo, y aporta ese lado rural y campestre de la Casa-Museo de Juan Vicente Gómez. La moneda que mandó a acuñar, pero que no circuló, sigue exhibiéndose en una fotografía que deja ver el nombre del país en aquel entonces: Estados Unidos de Venezuela. “Pesaba 25 gramos y era de plata”, detalló.
El quepis original para los eventos de gala, el baúl de las morocotas y la cocina donde se preparaban los sancochos de chocheco y mataburro, no son esquivos al ojo humano. “En el área de la cocina funcionaba el sistema de conservación de la carne, una vez se sacrificaba una res”, destacó, para luego señalar las puertas originales de la casa, que datan de 1857.
“Chito”, dijo Gómez (personaje) para traer el letargo a una casa que revive su historia con cada ciudadano curioso que se acerca a conocer parte de las andanzas del Benemérito.